Destino incierto -
Capítulo 34
Capítulo 34:
“Y para responder a su interesante pregunta; le diré que: sí, hemos hecho bien la tarea desde el principio, pero no sé… algo está fallando, ¡Abra que darle con más ganas! Sin embargo, no se preocupe, no desmayaremos en el intento”.
Valeria viendo el rostro traslúcido de su nuera, e imaginando lo que pasaba por su mente en ese momento, y para que Fabiana no se viera más afectada. Solo atinó a comentar con el propósito de ayudarla a salir del embarazoso tema.
“Bueno… yo no niego que la llegada de un nieto o nieta me haría muy feliz, pero respeto el criterio y el tiempo que los directamente involucrados quieran manejar en este asunto”, dijo suavemente con diplomacia.
“Quiero decir, que son ellos como pareja los que tienen el derecho de decidir. Por lo tanto, no creo que tengamos porque presionarlos. Tengamos un poco de paciencia de que ellos se acoplen bien como pareja y luego se verá”.
“Estoy de acuerdo”, dijo Amalia.
“Por ejemplo Martín y yo; ya llevamos cerca de tres años viviendo juntos, pero todavía no nos decidimos a ser padres”.
Amalia también se sintió en obligación de salir en ayuda de la pobre chica que no pegaba una.
“Pienso que somos muy jóvenes y que, por lo tanto, debemos disfrutar la vida antes de embarcarnos en tan tremenda responsabilidad. Opino que con un niño, ya no se tiene la misma libertad de acción. Un bebé es muy demandante, hay que atenderlo veinticuatro por veinticuatro; es decir, tiempo completo”.
Y puso rostro de circunstancia para darle mayor fuerza a sus palabras. Fabiana la miró y le agradeció con un leve y sutil gesto.
“Yo no opino nada… cada cual hace como quiere con su vida y con su futuro. Lo que sí puedo decirles es que deseo no preña como dice el viejo refrán. Entonces mándese chequear con el médico a ver cómo está esa maquinaria. Esto claro está, si están interesados en traer muchachitos al mundo”, comento Uriel.
Fabiana agradeció para sus adentros, que la mayoría hubiera opinado, porque de esta manera la libraron, de verse obligada a responder lo que no quería responder; y que, seguramente, la hubiera comprometido más allá de lo deseado.
Odín, ya fastidiado por los comentarios que suscitó su pregunta, así como que le saliera a la causa, tanto defensor, comentó:
“No era para tanto… simplemente quise poner un tema de conversación para amenizar el rato; pero parece que no la pegué..”.
Valeria, siempre conciliadora, comentó:
“Bueno, pero ya dejemos el temita… y disfrutemos del delicioso postre, que sería imperdonable dejarlo servido”
Y llevándose un pequeño bocado a la boca, expresó:
“Mmm… verdaderamente exquisito, ¡Vamos sírvanse!”
Agotado el tema por el momento. Terminaron el almuerzo entre risas y comentarios irrelevantes y completamente neutrales.
Al retirarse de la mesa, Uriel invitó a Odín y a sus hijos, para ir a la oficina de Alejandro, a fin de aprovechar la visita de su invitado; y al mismo tiempo tener suficiente privacidad para desglosar los puntos a tratar con toda libertad.
Tenía cosas pendientes e importantes que consultar con él, y debía poner sobre la mesa, algunas inquietudes a cerca de los tropiezos que había tenido en de sus negocios en tiempos recientes; y algunas otras Cosas que rondaban en su cabeza, y a las que no pretendía darles más largas.
Una vez en la oficina, Uriel comenzó a hablar como correspondía a su investidura de jefe del clan Cruz.
“Bueno Odín, ya que estás aquí, quiero aprovechar al máximo el tiempo que podamos pasar contigo; para plantearte el problemita que tenemos con ciertas cuentas que tenemos pendientes de saldar, hay alguna gente que se ha puesto en nuestra contra”, comenzó a explicar.
“Haciéndonos zancadilla en negocios que ya teníamos cuadrados y de los cuales hubiéramos podido sacar muy buenos dividendos, de no haber sido saboteados y robados por estos hijos de p..”., la voz le tembló de la rabia.
“Ya tú conoces de cerca, todo este problema, que se nos acarreó a raíz de la transacción que perdimos, del oro y de las esmeraldas. Tuvimos que tomar represalias contra Roque y luego contra su hijo por retaliación, y nosotros, a la vez, perdimos dos valiosos elementos del cartel”, dijo con pesar.
“Y todo este problema lo causaron, ciertamente, ese maldito grupo de delincuentes asomados, que se hacen llamar los chinos. Vaya nombre ridículo que se había puesto, si por chinos querían hacer creer que eran una banda de jovencitos, pues qué estúpidos, todo el mundo envejece, y ciertamente, Roque ya no era un muchachito cuando pasó a mejor vida”.
“Ellos se creen más vivos que nosotros, más inteligentes y más audaces. ¡Pero nosotros les demostraremos que están muy equivocados!, porque les haremos pagar hasta el último centavo que nos hicieron perder, ¡Se los cobraremos, ojo por ojo y diente por diente!”
Uriel manoteaba para ponerle énfasis.
“Para enseñarles a no ser tan ambiciosos y a no meterse con negocios ajenos. ¡Les daremos una lección a esos malnacidos, que no olvidaran en mucho tiempo!”
Respiró profundo para agarrar fuerzas y continuar con su discurso.
“La propuesta es amigo Odín, que si unimos fuerzas, tú y tu gente; y yo y mi gente, de esta manera seremos mayoría”.
El rostro de Odín mostró cierta sorpresa, y se acomodó mejor en la silla donde estaba sentado. Gesto que no pasó desapercibido para Uriel y sus hijos.
“Mira Odín no te incomodes”, acotó Uriel.
“No pretendo meterte en una lucha loca o impulsiva, no es que vamos a meternos en la boca del lobo, como tiernos corderitos. ¡No!”
Uriel comenzó a darle la vuelta a la propuesta para no correr a Odín.
“Con esta gente hay que pelear y darles en la nuca, de una forma inteligente y astuta. Buscar su punto débil, ¿Son ambiciosos, quieren todo para ellos, pasan por encima de los demás y no les importa perjudicar a quien sea?, a bueno… hay que pagarles con la misma moneda. Lo que es igual, no es trampa o como dicen en mi tierra: lo que es bueno para el pavo es bueno para la pava”, siguió.
“De eso se trata compañero, de que nos ayudes a través de tus influencias y de tus contactos, para hacerles un seguimiento exhaustivo de todos sus movimientos: ¿Dónde se localizan?, ¿Cuántos hombres son?, ¿Qué tipo de negocio manejan mejor?, ¿Quiénes son sus aliados?, en fin todo lo que nos interese saber de ellos y de sus movimientos”.
“Bueno, es claro que la familia tiene que estar unida para lo que salga, y ya te he dado contundentes demostraciones de que es así, por lo menos de mi parte”, respondió Odín.
“Pero sí, como tú dices Uriel, tenemos que ser muy cautelosos. No podemos andar echando bala por ahí a diestra y siniestra como locos, al puro estilo del viejo oeste; porque del afán no queda sino el cansancio”, dijo.
“Yo voy a hablar con mis contactos en la policía, allí tengo varios informantes que me son muy útiles; ellos por lo general tienen una localización de las bandas criminales, y de esta en especial nos interesa mucho saber exactamente su ubicación geográfica, su campo de acción y todo lo concerniente a lo que mueve sus intereses comerciales, familiares y hasta políticos”, explicó.
“De esta manera vamos viendo un panorama bastante amplio, para empezar a movernos con mayor seguridad y confianza, como decimos, para ir a la fija”.
“Tenemos que hacer, antes que cualquier otra cosa, una buena labor de inteligencia; porque no podemos dejar nada al azar, la más mínima falla nos puede llevar a desatar una guerra de consecuencias impredecibles, y de verdad que… nadie quiere llegar a esos extremos”
Odín era muy cuidadoso con su trabajo.
“Si estoy de acuerdo contigo, nos empeñaremos en hacer un trabajo limpio y con el menor daño colateral, pero recuerda que no somos la madre Teresa de Calcuta. Si se nos alzan o nos descubren, encontrarán la horma de su zapato”, comento Alejandro.
“De acuerdo, demos una tregua de unos tres meses, hasta que tengamos todos los datos y entonces planificamos el plan de acción”.
“Tenemos otros cabos sueltos con otro personaje que hemos tenido en la mira desde hace años, este hombre, tiene con nosotros una deuda impagable e irreparable, Odín. Valeria no me perdonaría jamás si yo dejara sin cobrar esta afrenta, y es con la rata del piro”, comentó Uriel.
“¡Ah, no, de esto, ni me digas! Yo mismo no te perdonaría. Ni matando a ese desgraciado cien veces, repararemos el daño que les hizo. Una vida nunca se restituye con nada. Pero a una hija, en especial; no hay precio en el mundo que la pague”, dijo Odín.
“También quería comentarte de la duda que tenemos con respecto a tener un sopilón infiltrado entre nosotros. Se nos sembró la inquietud, porque no nos explicamos cómo es que supieron del negocio que teníamos con Roque el joyero; hemos estado observando a nuestros hombres y no encontramos nada fuera de lugar”
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