Destinada a ellos -
Capítulo 60
Capítulo 60:
¿Acaso se trataba del cartero?, me pregunté mientras salía de la cama. Me puse rápidamente una bata. Los golpes en la puerta se hacían cada vez más fuertes mientras yo bajaba las escaleras.
“Espere un momento, ya voy”, grité mientras descendía por las escaleras.
Al abrir la puerta vi a Sam de pie en el umbral. Me quedé sorprendida durante unos instantes, pero luego recordé que me había dicho que iría.
Una sonrisa iluminó mi rostro mientras se aproximaba a mí y me daba un estrecho abrazo. Correspondí a su abrazo mientras miraba nerviosamente hacia el camino de entrada a la casa.
“No deberías estar acá, captarán tu aroma”, le advertí, sintiéndome súbitamente nerviosa por el hecho de que hubiera ido hasta la casa de ellos.
Lo extrañaba, echaba de menos su presencia en mi vida, pero, ahora que el vínculo se hacía cada día más fuerte, sentía que mi relación con Sam suponía una traición a mis compañeros.
“No te preocupes por eso”, repuso mientras sostenía en alto una lata de aerosol que contenía alguna sustancia y esparcía el contenido sobre su cuerpo.
Tosí y escupí porque tenía el olor característico de los repelentes de moscas y los vapores que despedía me hacían dar arcadas.
“¿Qué demonios es esa cosa?”, le pregunté, ahogada.
“La usamos para enmascarar nuestros aromas”, contestó encogiéndose de hombros.
Abrí la puerta para dejarle paso y luego nos dirigimos a la cocina. Una vez allí, encendí la cafetera para prepararme una taza de café, pues necesitaba una dosis de cafeína.
“¿Te apetecería una taza de café?”, le pregunté. Asintió mientras miraba alrededor de la cocina y del comedor.
“Este lugar es tan… tan…”
“¿Limpio?”, aventuré, y él asintió.
“Así es, Cyrus no tolera el polvo”, le dije, y me lanzó una mirada.
A continuación se sentó en uno de los taburetes de la cocina, frente a mí, y le entregué su taza de café.
“Dime qué se siente vivir con monstruos”, dijo.
Me quedé mirándolo, pues no me gustaba que los tildara de monstruos. Entonces levantó las manos en ademán de rendición. La expresión de mi rostro debía haberle hecho saber que su comentario me había disgustado.
“Tranquilizate, solo estaba bromeando. Al parecer comienzas a sentir afecto por ellos, ¿Verdad?”, señaló. Guardé silencio.
“Ha de ser inevitable, el vínculo te hace olvidar su verdadera naturaleza”, afirmó.
“Sé muy bien cuál es su verdadera naturaleza, no es necesario que me lo recuerdes constantemente”.
“¿Realmente conoces a los monstruos con los que vives?”
“Simplemente son personas”.
“No es así. Nosotros somos personas, mientras que ellos son monstruos. Unos monstruos que se aprovechan de los débiles”.
“No son asesinos, así que ya deja tu cantinela”.
“Han matado a mucha gente, el hecho de que te hayan engañado no significa que no sepa quiénes son realmente”.
“Al parecer viniste aquí solamente para hablar mal de ellos, así que será mejor que te vayas”.
“Vaya, veo que la has pasado muy bien con ellos. ¿Ya sostuvieron relaciones se%uales? ¿Acaso es por eso que actúas así?”, me dijo mientras se ponía de pie y apartaba mi cabello para echarle un vistazo a mi marca.
Miró con disgusto la marca de él y luego se sentó.
“Lo que haga con ellos no es asunto de tu incumbencia, simplemente son mis compañeros”, argumenté.
“No lo son, debes dejarlos y venir a casa conmigo. Puedo protegerte de ellos y podemos tener un futuro muy feliz juntos”, me dijo.
Su actitud hacia mí era desconcertante, pues durante años se había rehusado a tener una relación sentimental conmigo.
Había preferido a sus amigos, pero justo en el momento en que alguien más demostraba interés en mí él quería convertirse en mi pareja.
“No. Debes irte. No somos una pareja y ellos volverán pronto. Será mejor que te vayas. No quiero que te lastimen”, le dije al tiempo que movía negativamente la cabeza.
“No me lastimarán, pero si quieres que me vaya, entonces lo haré. Solo piensa en lo que te acabo de decir. Podemos estar juntos y de esa manera estarías a salvo”.
No respondí nada. Durante años lo había amado, pero nunca había un momento propicio para nuestro amor.
Me rechazaba cada vez que yo mostraba un interés verdadero en él, pero, ahora que estaba con alguien más, había regresado a mi vida para trastocarlo todo, haciéndome sentir confundida.
“Regresaré mañana, así que quédate en casa si quieres verme”, me dijo y luego me besó en la mejilla.
“Siempre te he amado”, me dijo antes de marcharse.
Escuché que se cerraba la puerta de entrada de la casa. Ahora me sentía aún más confundida. ¿Acaso era solo el vínculo lo que me unía a ellos o en realidad los amaba?
Todo era muy confuso, entablar una relación sentimental con Sam sería algo muy fácil para mí, pero, ¿Era eso lo que realmente quería?
Se marchó y regresé a la habitación. Luego, comencé a asear la casa. Pasé la mayor parte del día limpiando, sintiéndome paranoica ante la idea de que Sam hubiese dejado su aroma flotando en el ambiente.
Temía que se enteraran de que había ido a verme, a pesar de que solamente había estado en el vestíbulo y en la cocina.
El hecho de que yo realizara una limpieza para eliminar su aroma del ambiente me hacía sentir mal, pues era como si nuestro encuentro fuera algo malo, cuando en realidad su visita era una acción que no perjudicaría a nadie.
Sin embargo, yo no dejaba de pensar que los estaba engañando. Al terminar la limpieza me metí en la ducha y dejé que el agua caliente relajara mis tensos músculos.
Luego, me puse la pijama, bajé las escaleras, revolví en la despensa y tomé un plato de hornear. Pelé y corté algunas papas para hacer una torta de papa y a continuación deslicé la bandeja en el horno.
Luego, tomé algunos filetes del refrigerador y los metí en el microondas para descongelarlos mientras cocinaba algunas verduras y hacía una limpieza.
Pronto dieron las 5 de la tarde. Me habían dicho que regresarían a las 3 de la tarde, por lo que no dejaba de mirar el reloj, llena de aprensión.
Me preguntaba si sabían que Sam había ido a verme y por esa razón aún no habían vuelto a casa.
Sin embargo, si se habian enterado no lo matarían, ¿Verdad? Sam decía que no lo harían, pero probablemente Eli se enfurecería tanto que lo mataría.
Saqué los filetes del microondas y comencé a calentar la sartén para colocarlos en ella. Chisporroteaban mientras se cocían.
“¿Por qué has decidido cocinar y limpiar como una sumisa ama de casa?”, me preguntó entonces Eli, que acababa de entrar en la casa.
Di un respingo, pues no los había oído entrar.
“Algo huele muy bien acá”, dijo Cyrus mientras entraba detrás de Eli.
“¿Qué hiciste? ¿Acaso mataste a alguien o rompiste algo? ¿Por qué te comportas de esa manera tan inusual?”, me preguntó al tiempo que me sujetaba por la muñeca y me atraía hacia él.
“¿Te encuentras bien?”, me preguntó.
“Sí, estoy bien, solo un poco aburrida”, respondí mientras me ponía de puntillas y le daba un besito en los labios.
Frunció el ceño, confundido, y luego miró a Eli, quien se limitó a encogerse de hombros.
Me volví hacia la sartén y le di vuelta a la carne mientras Eli estaba apoyado en la encimera. Yo sabía que me observaba atentamente.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar