Destinada a ellos -
Capítulo 58
Capítulo 58:
Sin embargo, sin importar cuán fría estuviera el agua, no conseguía hallar alivio. Al parecer la temperatura de mi cuerpo no dejaba de aumentar, aunque el fuerte chorro del rociador caía sobre mi rostro.
El agua azotaba mi rostro, haciendo que sintiera un picor, pero no conseguía refrescarme. Era como si estuviera dentro de un horno.
De repente la puerta del baño se abrió con un crujido y de inmediato dirigí una mirada a la misma.
Vi que Eli entraba, cubierto de sudor y mugre, lo que indicaba que acababa de llegar a casa. Miró hacia la ducha y luego abrió violentamente la puerta.
“¡Maldición! ¿Te encuentras bien?”, me preguntó al tiempo que colocaba su mano en mi cabeza y olfateaba el aire.
“Estás ardiendo en fiebre”, señaló.
El contacto de su mano con mi piel ejerció sobre mí un efecto sedante, a pesar del intenso calor que abrasaba mi cuerpo.
Sentí que saltaban chispas mientras se metía en la ducha conmigo, lo que hizo que la fiebre disminuyera. Cyrus entró un rato después, seguramente Eli lo había despertado.
“¿Qué sucedió?”, preguntó, somnoliento.
Luego, me miró con preocupación.
“Está en celo”, respondió Eli al tiempo que se quitaba sus calzoncillos y se metía en la ducha.
El agua helada lo hizo dar un salto. Eli me atrajo hacia su cuerpo y me sentí aliviada en el instante en que su piel entró en contacto con la mía.
Se sentó en el piso de la ducha y me hizo sentar junto a él, mientras Cyrus permanecía sentado en el lavamanos, observando la escena con rostro de preocupación.
Sentí que me derretía contra el cuerpo de Eli mientras lo abrazaba perezosamente. Rodeé su cuello con mis brazos y su cintura con mis piernas, apretando mi cuerpo contra el suyo en busca de un alivio que, al parecer, solo su piel podía proporcionarme.
“Ella huele muy bien”, murmuró Eli.
Sentí que este giraba la cabeza para mirar a Cyrus. Eli deslizó sus manos por mi espalda, haciendo que saltaran chispas en cada uno de los rincones de mi cuerpo que tocaba, y luego sentí que su mi$mbro er$cto presionaba mi v!entre y mi zona íntima.
Cyrus entró en la ducha y puso su mano en mi cabeza, lo que me hizo sentir un hormigueo en todo mi cuerpo, como si cada una de mis células vibrara. Deseaba intensamente que ambos me tocaran.
“Entra en la ducha”, le pidió Eli a Cyrus.
Volví mi rostro hacia el cuello de Eli mientras aspiraba su intenso aroma varonil. Luego, levanté mi cabeza, sedienta. Abrí la boca y dejé que el agua inundara mi boca reseca.
Al apartar mi rostro advertí que Eli me observaba mientras sus manos se deslizaban por mis costados hasta mis caderas y luego acariciaban mis muslos. Al sentir sus manos recorriendo mi cuerpo la excitación me inundó y g$mi ante aquel leve contacto.
“Será mejor que la saquemos de aquí, pues es muy probable que se enfade contigo si sostienes relaciones se%uales con ella mientras se encuentra en ese estado”, le advirtió Cyrus a Eli,
Este último resopló, molesto, pero obedeció. Presionó con su mano la pared de azulejos para apartarse de la ducha mientras permanecía de pie con mi cuerpo aferrado al suyo.
Puso su mano debajo de mi trasero mientras me sostenía contra su cuerpo. Cerró los grifos y salió de la ducha. Sentí que me envolvía en una toalla.
Entró en la habitación pero ello no me importó, su piel era lo único que me impedía sentir que me quemaba viva, así que no tenía la menor intención de apartarme de él. Me dejó de pie en el suelo y luego caminó hacia el vestidor.
En el momento en que su piel se separó de la mía sentí que una brutal oleada de calor recorría cada rincón de mi cuerpo. El dolor era insoportable y pensé que toda mi piel acabaría cubierta de ampollas.
Yo movía los pies. Choqué contra la espalda de Cyrus y poco faltó para que lo derribara. Mis brazos rodeaban su cuerpo.
Si no hubiese sentido tanto dolor, seguramente me habría sentido avergonzada por mi comportamiento, pero en esas circunstancias no me quedaba ni una pizca de racionalidad o dignidad. Cyrus se volvió y comenzó a frotarme la espalda.
“Espera a que se ponga algo de ropa”, me dijo Cyrus.
Cyrus salió del vestidor con unos pantalones cortos limpios y luego se tendió en la cama.
“Ve a acostarte con Eli, eso aliviará tu calor”, me dijo Cyrus, llevándome hacia la cama.
Eli se movió y yo me metí en la cama. No me importaba con cuál de ellos yaciera, solo quería calmar mis ansias con alguno de ellos, al igual que un lagarto disfruta de los rayos del sol posado en una roca.
Eli rio mientras me subía sobre él, como si fuera una bolsa de hielo para mi uso personal. Sentía un hormigueo cada vez que nuestros cuerpos entraban en contacto, saltaban chispas por doquier.
Su aroma se hacía cada vez más intenso y embriagador a medida que yo lo inhalaba profundamente, presionando mi rostro contra su piel.
Cyrus volvió a meterse en la cama después de apagar la luz de la habitación y encender la pequeña lámpara.
“¿Te sientes mejor?”, me preguntó Eli. Asentí con la cabeza.
“¿Cuánto tiempo va a durar esto?”, le pregunté.
Jamás había experimentado una tortura tan humillante. Ni siquiera me importaba que yo fuera pesada, aunque él no se quejaba. No iba a apartarme de él, tendría que ser él quien lo hiciera.
“La sensación será cada vez más intensa”, me dijo.
“¡Eso no es posible!”, exclamé al tiempo que le lanzaba una mirada de incredulidad.
“Solo trata de dormir antes de que la próxima oleada de calor te inunde”, me pidió.
Intenté hacerlo, esperaba que la oscuridad me envolviera en su manto para así poder recobrar mi serenidad habitual, pero él tenía razón, el calor era cada vez más intenso.
Había pensado que era insoportable, pero estaba completamente equivocada. Comenzaba a adormecerme, cuando de repente sentí una oleada de calor que se esparcía por todo mi cuerpo, desde los dedos de los pies hasta la cabeza.
Agité los dedos de mis pies cuando una nueva sensación se apoderó de mi cuerpo, haciéndome gritar de placer.
Me cubrí la boca con una mano, avergonzada por aquella manifestación del placer que me embargaba.
Eli se movió debajo de mí y pude sentir su excitación, sentí que presionaba su mi$mbro viril contra mi muslo, el cual ceñía su cuerpo.
Cyrus se movió a mis espaldas, rodó hacia mí y g!mió cuando su piel tocó la mía. Sentí que una corriente eléctrica pasaba a través de todo mi cuerpo, enloquecida de placer, agarré su brazo y lo coloqué sobre mi cuerpo. Eli rodó hacia mí y lo aproximé hacia mí con la ayuda de mi pierna.
El centro de mi cuerpo vibraba a su propio ritmo y mis muslos estaban húmedos de excitación mientras me inclinaba hacia delante para besar los labios de Eli con pasión, aquel contacto hizo que despertara.
Abrió los ojos de golpe y se apartó. Tiré de su cabello hacia atrás, lo besé y mordí sus labios. Gimió y posó su mano en mi cadera mientras me atraía aún más hacia él y lanzaba repetidas cometidas contra mí se%o desnudo.
Moví mis caderas contra él y luego tiré del cordón de sus pantalones. Me tomó las manos con la intención de impedir que lograra mi cometido.
“No lo hagas, será mejor que esperes. De lo contrario estarás enojada conmigo mañana”, me advirtió.
“¡Maldición!”, exclamé.
“Pero mañana sí te quitarás los pantalones”, añadí, aunque yo no tenía la intención de esperar hasta el día siguiente.
“¡No lo hagas!”, exclamó en tono suplicante mientras yo tiraba de sus pantalones y deshacía el nudo de los mismos.
Introduje mi mano en sus pantalones. Inicialmente sentí su pene flácido en la palma de mi mano, pero cuando mi mano lo envolvió adquirió una gran dureza.
“Bueno, al fin y al cabo, ¡Qué importa!”, gruñó, besándome con avidez.
Su lengua se movía entre mis labios, saboreando cada palmo de mi boca. Una oleada de excitación me envolvió como si fuera un resorte mientras se colocaba sobre mí, descargando su peso sobre mi cuerpo mientras se movía entre mis piernas.
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