Destinada a ellos -
Capítulo 54
Capítulo 54:
“Esta es la oficina central. Principalmente trabajamos desde aquí, pero no es necesario que estemos aquí a diario, el gerente se las apaña muy bien, así que probablemente no nos quedemos mucho tiempo. Sólo queríamos enseñártela, principalmente venimos para grandes reuniones”, me explicó.
Lo que me pareció extraño fue que no hubiera ninguna mujer, incluso la secretaria del mostrador de recepción era un hombre.
La curiosidad se adueñó de mí y acabé preguntando mientras caminábamos por el vestíbulo gris hacia su despacho.
“¿Por qué no hay mujeres?”, pregunté al comprobar, una vez más, que su secretario personal también era un hombre.
“No nos gusta trabajar con mujeres, son una distracción innecesaria”.
“¿Una distracción?”
“Sí. Todas las que hemos contratado tienen tendencia a echársele encima continuamente a Eli”, respondió con una expresión de fastidio en su rostro.
“¿A ti no te hacen eso?”.
“Tiendo a ser menos accesible”, respondió.
“¿Por qué?”, pregunté justo cuando Eli salía.
“No es tan educado”, se burló Eli al oírnos.
“No me gustan los humanos”, contestó simplemente cuando entramos, cerrando la puerta.
“Dices eso, pero al parecer te gusto”,
“Eso es diferente. Tú eres mía, mi pequeña humana”, dijo Cyrus como si odiara a los humanos y ser compañero de uno fuera el simple hecho de que yo fuera suya.
La oficina consistía en un enorme escritorio que era claramente utilizado por ambos, una sala de estar y una mesa de café, parecía más una oficina en casa que una de negocios con sus estantes de libros y lámparas.
Eli se acercó a su mesa y encendió el portátil. Se entretuvo trabajando mientras yo daba vueltas en la silla del despacho, aburridísima como una ostra. Cyrus estaba sentado leyendo un libro de la estantería.
“¿Quieres dejar de dar vueltas? Me estás mareando”, murmuró Eli.
“Bueno, ¿Puedes darme algo que hacer, creía que el único motivo por el que estaba aquí era para trabajar?”, le dije.
No dijo nada, pero vi que se le encogían los hombros.
“No me quieres aquí para trabajar ¿Verdad?”, pregunté al ver que no decía nada. Cyrus lo miró por encima de su libro antes de volver a bajar la mirada.
“No, sinceramente ya tenemos suficientes empleados, tú solo siéntate ahí y ponte guapa”, refunfuñó en tanto yo lo miraba fijamente.
“Entonces por qué tuvimos que volver aquí, Cyrus dijo que apenas venías así que por qué no podíamos habernos quedado en casa”,
Eli gruñó, pero yo sabía que estaba en lo cierto, tenían otros motivos para haberme llevado allí que no estaban relacionados con el trabajo.
“¿Esto es por Sam?”, pregunté y vi que Eli me miraba por encima de su portátil.
“Parte de la razón”, dijo volviendo a bajar la mirada.
“Así que lo que se supone que tengo que hacer es seguirte y no hacer nada, o ser una extraña versión de un ama de casa”, espeté.
“Bueno, ya sabes lo que dicen”, murmuró, pero no terminó.
“No, ¿Qué dicen?”, respondí, cruzando los brazos sobre el pecho, ya molesta.
“Que las mujeres tienen los pies pequeños para caber en todos los rincones de una cocina”, respondió.
“Esa es la mierda más se%ista que he oído nunca”, le contesté, acercándome y lanzándole una grapadora.
Le golpeó en la cabeza antes de caer sobre su portátil. Me fulminó con la mirada y me tiró de los dientes por encima del labio superior mientras le sobresalían los caninos.
A pesar de su aspecto aterrador y enfadado, no pude evitar reírme cuando me di cuenta de que tenía una grapa clavada en la cabeza. La arrancó y fue a levantarse con los nudillos blancos mientras se agarraba al escritorio.
“Te lo merecías”, le dijo Cyrus, mirando por encima de su libro,
“Personalmente yo hubiera tirado el abrecartas, me hubiera dolido más si se hubiera clavado”, me comentó.
Eli se sentó y agarró las cosas más cercanas a mí y las tiró en el cajón de arriba.
“Entonces, ¿Me vas a decir por qué estoy aquí?”.
“No necesitas saberlo todavía”
“¿Y eso por qué?”
“Porque no estás marcada por Cyrus y, hasta que no lo estés, no vamos a tener esta conversación”, afirmó sin dejar lugar a discusión.
Cyrus suspiró ruidosamente, colocando el libro en su regazo y observándolo.
“Hemos estado discutiendo este asunto toda la mañana. Será mejor que pienses en otro motivo para que peleemos porque no pienso retractarme de mi decisión. Además, ya estoy harto de esta situación”, argumentó Cyrus. Me burlé de la reprimenda que le había dado Cyrus, lo cual hizo que me gruñera.
“¿Acaso esto te parece gracioso? Recuerda que debes venir a casa conmigo”, me dijo Eli con un brillo malicioso en sus ojos.
“¿Y qué piensas hacer conmigo? ¿Darme unas nalgadas? ¿F$llarme como a una mujer sumisa? Pues déjame decirte que esa clase de cosas serían para mí más un premio que un castigo”, repuse en tono burlón.
Guardó silencio, yo sabía que era incapaz de lastimarme físicamente, sin importar cuánto lo hiciera enojar, lo cual me dio la valentía necesaria para actuar con osadía.
Mientras me observaba con los ojos entrecerrados, me aproximé por detrás de Cyrus a la silla en la cual este estaba sentado.
Pasé mi mano sobre su pecho y me miró divertido, preguntándose qué era lo que yo pretendía hacer.
Deslicé la mano en la pretina de su pantalón y besé su cuello mientras Eli observaba mi mano metida en el pantalón.
“No comprendo por qué me provocas y me acaricias cuando es él quien no te simpatiza”, señaló Cyrus mientras me besaba en la mandíbula. Luego, extendió su mano y la colocó sobre mi cabello mientras yo me inclinaba sobre él.
“¿Por qué dices que te estoy provocando?”, le pregunté mientras tomaba su espada y la sentía cobrar vida a medida que mi mano se deslizaba sobre ella hacia arriba y hacia abajo, endureciéndola.
Eli gruñó y lo miré arqueando una ceja. Tenía una expresión burlona y vi que tragaba saliva mientras mi mano seguía ejecutando aquella acción.
Cyrus se movió violentamente, me tomó bruscamente mientras yo estaba de pie junto al respaldo de su asiento y me sentó en su regazo.
Posteriormente, me levanté y me arrodillé entre sus piernas. Agarró sus pantalones, levantó sus caderas y le bajé los pantalones, para posteriormente tomar en mi mano su gruesa espada.
Me quedé sorprendida al verla, pero yo ya había llegado muy lejos y ya no podía dar marcha atrás. Besé la parte superior de su mi$mbro y luego deslicé la lengua por aquella zona.
Tras ello, lo introduje en mi boca, cada vez con mayor profundidad. Sentí una oleada de excitación, pero en realidad quien estaba consumido por la lascivia era Eli.
Cyrus g!mió, colocó su mano en la parte superior de mi cabeza y luego la presionó hacia abajo, haciendo que su mi$mbro viril se introdujera más profundamente en mi boca, lo que hizo que me dieran arcadas.
A continuación me aparté ligeramente y succioné y lamí su carne endurecida mientras mi mano oprimía y tiraba de sus t$stículos.
Su mi$mbro se agitó y aceleré mis movimientos, devorando su espada mientras me aferraba con más fuerza y lo oía gruñir.
Al cabo de un rato saboreé su caliente esperma en mi boca, el cual luego descendió por mi garganta. Lo tragué rápidamente y dejé limpia su espada.
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