Destinada a ellos
Capítulo 39

Capítulo 39:

Se me concedería la libertad, pero en realidad no la deseaba. En ocasiones se desea algo con tanta ansiedad que una vez que se obtiene no se sabe cómo proceder. Aquello era como trabajar con ahínco en un proyecto que nunca cristalizaba.

Maya me hizo salir de mi ensimismamiento cuando subió al automóvil. La vi en el asiento trasero cuando Cyrus se acomodó en el asiento del pasajero con el morral de ella.

Llevaba mucho tiempo sentada en el automóvil. Había transcurrido una hora y ni siquiera lo había notado.

Al consultar el reloj del panel vi que marcaba las 6:30 de la mañana, es decir la hora en la que yo solía dejarla en el colegio para que desarrollara sus actividades extracurriculares previas a las lecciones escolares.

De repente me percaté de que yo todavía estaba en pijama. Cyrus me entregó las llaves del automóvil y yo no dirigí palabra. Puse en marcha el automóvil y partí con Maya en dirección a su colegio.

“¿Dónde está Eli?”, le pregunté a Cyrus.

“Organizando las cosas para Taylor”, repuso.

Asentí con la cabeza. Cuando llegamos al colegio, Cyrus se apeó del automóvil y luego desabrochó el cinturón de seguridad de Maya, que se inclinó sobre el asiento y me dio un besito en la mejilla.

Luego, salió del automóvil y tomó a Cyrus de la mano. Observé que trasponían las puertas de entrada del colegio. Había una mujer en la entrada, esperando la llegada de los alumnos.

Vi que esta tomaba la mano de Maya y la conducía hasta el salón donde se desarrollaban las actividades extracurriculares. Cyrus esperó a que se perdiera de vista. Luego, regresó al automóvil y se subió en él.

“¿Quieres que bebamos un café?”, me preguntó. Miré mi ropa.

“No te preocupes, lo beberemos en el automóvil”, indicó.

Asentí y conduje hasta la cafetería donde solía beber mi café matinal. Al llegar allí Cyrus se apeó del automóvil y al cabo de un rato regresó con cuatro cafés.

Posteriormente conduje de vuelta a casa y al llegar allí vi que el vehículo de Eli ya no estaba en el camino de entrada.

“No tardará en regresar en compañía de Taylor”, explicó Cyrus y yo asentí.

Caminé hacia la puerta de entrada de la casa, quité el cerrojo y entré en la casa. Me percaté de que mi madre ya había salido para el trabajo.

Subí las escaleras para ir a mi cuarto, con la intención de cambiarme de ropa. Cuando me estaba quitando la camisa por encima de la cabeza Cyrus entró, así que rápidamente me la volví a colocar.

Posó sus manos en mi cadera y luego apoyó su mentón en mi hombro, lo que hizo que toda mi piel hormigueara. Me estremecí contra su cuerpo y él se percató de ello.

Deslizó sus manos por debajo de mi camisa y palpó mi estómago, lo que hizo que saltaran chispas por todo mi cuerpo.

“¿Acaso este hormigueo nunca cesa?”“, le pregunté.

“No, pero ¿Por qué habría de molestarte?”, respondió.

“No me molesta, pero es una extraña sensación”, expliqué.

Asintió y deslizó su nariz a lo largo de mi mandíbula. Luego, me besó en la mejilla.

“Golpeé a Eli”, le dije.

“Lo sé, vi cuando lo hiciste”, respondió.

“Al parecer te encanta golpearlo”, añadió riendo.

“No debí haberlo hecho”, le dije.

“Mmmm, tienes razón. Cometiste un error al golpearlo, pero, en todo caso, no puedes lastimarlo. De hecho no puedes lastimarnos a ninguno de los dos. Bueno al menos no físicamente”, repuso.

“¿Entonces de qué manera?”, le pregunté.

“¿De modo que quieres hacernos daño?”, dijo mientras se apartaba. Me volví en sus brazos y lo miré,

“No, solo siento curiosidad”, repuse mientras me miraba.

“Tranquilízate, todo saldrá bien, pues ahora nos tienes a nosotros”, me dijo. Aparté la mirada. ¿Acaso deseaba estar con ellos?

“Es evidente que estás confundida. ¿A qué le temes exactamente?”, declaró.

“No le temo a nada, pero siento aversión al cambio”, expliqué.

“Ya veo”, respondió y luego guardó silencio durante unos instantes. Observé que fruncía el ceño

“¿Nos quieres?”, me preguntó.

“A decir verdad no lo sé”, respondí con sinceridad.

Todo mi mundo se había trastocado en muy poco tiempo. Advertí que se disponía a decir algo, pero entonces escuché que la puerta de la entrada se abría y luego se cerraba. Miré hacia la puerta de mi habitación y Cyrus me soltó.

“Eli ha vuelto”, me dijo. Asentí y me dispuse a salir, pero Cyrus me detuvo y me atrajo hacia él.

Me besó mientras juntaba sus labios con los míos y me acercaba aún más a su cuerpo. Yo también lo besé, rodeando su cuello con mis brazos, parada de puntillas. Se apartó un poco y luego besó mi frente.

“Confía en nosotros. Te aseguro que te cuidaremos. Las cosas van a mejorar, ya lo verás”, me susurró justo cuando Eli entraba en la habitación.

“¿Ha mejorado tu humor?”, me preguntó Eli a mis espaldas mientras posaba sus manos en mis caderas.

“Siento mucho haberte golpeado”, me disculpé.

“Tu hermana está en la planta baja”, indicó.

Solté a Cyrus y luego me volví. Eli me dio paso y bajé las escaleras. Mi hermana estaba sentada a la mesa.

Ofrecía un aspecto verdaderamente lamentable y las lágrimas corrían por sus mejillas. Tenía los ojos hinchados y rojos de tanto llorar y su ropa estaba arrugada.

“¿Qué te pasa?”, le pregunté intrigada.

“Ethan ha muerto”, respondió.

Tuve que tragarme las palabras que estaban a punto de decir. Era obvio que estaba sobria. Había pasado los últimos dos días en la cárcel y se mostraba apática, su apariencia era deplorable. Me rompía el corazón verla en ese estado. Ella estaba convencida de que amaba a Ethan.

“Eli y yo pasamos frente a su casa, ya no queda nada de ella. Todos han muerto”, me dijo y luego se desmoronó nuevamente.

“Lo sé. Te lo dije, pero al parecer has olvidado mis palabras”, respondí mientras me aproximaba a ella y me sentaba a su lado.

“Pensé que me habías mentido para que yo no volviera, pero es verdad que ha muerto”, explicó sollozando, reclinada sobre mi hombro.

“¿Dónde está Maya?”, preguntó Taylor, gimoteando.

“Está desarrollando sus actividades extracurriculares”, respondí.

Eli entró en la cocina, preparándose una taza de café. Cuando Taylor lo miró detenidamente, no comprendí el temor que vi reflejado en el rostro de ella.

“No son humanos”, me susurró.

Sabía que la habían oído, pero al parecer no habían distinguido sus palabras. Cyrus sencillamente se sentó a la mesa y Eli le entregó una taza de café.

“Lo sé”, le dije. Me miró sorprendida. Me asombraba que supiera que no eran humanos. Le lancé una mirada a Cyrus y este se limitó a encogerse de hombros, como si no le importara que ella lo supiera.

“¿Cómo te diste cuenta?”, le pregunté.

Sacudió la cabeza y respondió:

“Porque no han cambiado un ápice desde los días en que papá aún vivía. Al principio no estaba segura de que fueran ellos, pero ahora lo estoy”, repuso.

Cyrus le lanzó una mirada indescifrable. Eli colocó sendas taza de café frente a nosotras y vi que le lanzaba una mirada hostil a mi hermana. Tomé la mía, pero Taylor me la arrebató y la olfateó. Luego tomé la taza de sus manos.

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