Destinada a ellos
Capítulo 34

Capítulo 34:

Mi excitación se derramó sobre mis muslos, en cuanto recorrió mis nalgas con sus dedos de nuevo. Me retorcía ante su exploración de los verdugones en mi trasero.

Sentí su mano levantarse de mi piel y golpear sobre mi trasero otra vez, me hizo g$mir y sacudirme.

“Por favor, no más”, pedí, con ojos llorosos, ante ese ardor, de una intensidad desacostumbrada en mi piel.

“Responde y se detendrá”, recomendó Eli.

Me quitó el cabello de mi rostro y presionó sus labios contra los míos.

“Dime, Addie”, susurró.

Volví a sacudir la cabeza en negación. La mano de Cyrus se movió y traté de quitarme de su regazo, sin éxito, pues parecía atornillada en el lugar.

La mano bajó de nuevo tan fuerte que me mordí la lengua para no gritar, un sonido estrangulado salió de mis labios, mientras me desplomaba contra él.

“Encontrarnos en los muelles”, grité, sin poder aguantar más, pues sentía como si mi piel sangrara.

“Buena chica”, afirmó Eli y soltó mi barbilla.

“Por favor, no más”, reiteré.

“No más, Addie”, repitió Cyrus.

Al mismo tiempo, sumergió sus dedos en mi interior, los enroscó, hasta golpear ese punto dulce dentro de mí que nunca podía alcanzar.

Entonces, aceleró sus movimientos, mi estómago se contrajo y sentí mis paredes apretar sus dedos.

Mi piel hervía cuando, de improviso, retiró sus dedos y me bajó la falda, justo antes de correrme.

Resoplé por haber sido torturada y luego provocada de semejante manera, lo miré, furiosa. Igual, él, con una risita, solo me levantó y agarró mi barbilla.

“La próxima vez no mientas y terminaré lo que empecé”, expresó, besando mis labios. Me incorporé y me moví hacia la puerta, pues quería escapar de ellos.

“Oh, Addie, espero que le hayas dicho que no, porque no te perderemos de vista”, aclaró Eli, detrás de mí, justo cuando yo estaba por salir

Asentí con la cabeza, salí y cerré la puerta detrás de mí.

Tentada de salir corriendo para alejarme de ellos, me senté en mi escritorio. Trataba de ignorar el dolor entre mis piernas, presionando mis muslos.

¿Qué diablos andaba mal conmigo? ¿Quién se excitaba con actos tan viles? La vergüenza me golpeaba.

A pesar de todo, una sonrisa apareció en mis labios, en cuanto vi un correo electrónico llegar a la pantalla de mi computadora.

Astuto, muy astuto Sam debía saber que controlaban mi teléfono, pero era menos probable que revisaran mi correo electrónico. Abrí el correo y lo leí.

[Intenté llamar a tu teléfono y Eli contestó, final del muelle a medianoche. Tengo algunas cosas que necesito decirte. Con amor, Sam].

¿Con amor, Sam? Me pregunté qué le pasaría. Él nunca escribía cosas así, estaba actuando raro, me ponía nerviosa pero también me emocionaba.

Siempre me había gustado Sam, aunque, durante la mayor parte de nuestro acuerdo, nunca lo había admitido.

Estar con él era fácil y se daba en forma natural. Me preguntaba si se daría cuenta de eso ahora, o le pasaba algo más.

Tenía tantas preguntas, por ejemplo, cómo sabía lo que significaba mi marca. Reflexioné sobre eso y me pregunté qué tan bien lo conocía en realidad.

No, era un pensamiento ridículo. Sam había estado allí para mí durante años, incluso si escondía algo, sabía que podía confiar en él. Así que respondí.

[No nos encontremos en los campos cerca de mi casa, saben lo de los muelles, nos vemos a la medianoche. X],

Acto seguido, eliminé el correo electrónico incluso de la papelera de reciclaje para estar más segura.

Dejé todo justo a tiempo para ver a Eli salir de la oficina de Cyrus. Cuando él me miró, sentí que mi rostro se calentaba por lo sucedido. Él sonrió y entró a su oficina.

A la hora del almuerzo, me levanté de mi asiento con la intención de ir a ver si Bella también iba a almorzar. Apenas emprendí mi camino hacia el ascensor, las dos puertas de sus oficinas se abrieron.

“¿Adónde vas?”, preguntó Cyrus.

“A ver a Bella”, respondí, molesta por necesitar permiso para hacer cualquier cosa.

Pese a ser una mujer adulta, necesitaba obtener su aprobación para todo, me rondaban y exigían como a un niño.

“Ve, no tardes mucho, Cyrus va contigo”, accedió Eli.

“Eso planeaba hacer, con o sin su consentimiento. Joder, dejen de ser tan controladores. Interfieren en mi vida lo suficiente. No necesito una niñera”, protesté, con un tono más alto de lo pretendido.

Eli gruñó, abandonando su oficina, caminó hacia mí, como un animal hacia su presa, las vibraciones que emanaba hicieron que un escalofrió me recorriera la columna vertebral.

Se detuvo frente a mí y me miró, sus manos temblaban de ira, su mandíbula se apretaba y se aflojaba.

“Es solo que no queremos que salgas lastimada, Addie. ¿Por qué sientes la necesidad de seguir enfrentándonos por todo?”, manifestó sus palabras se mezclaban con su ira.

No sabía de dónde había venido mi coraje repentino antes. No obstante, con él parado tan cerca, se había desvanecido.

“Lo siento, ¿Puedo ir o no?”.

“Sí, pero pierde la actitud, y como dije, Cyrus va contigo”.

“No tengo una actitud, pero si me acusas de tener una, me darás una maldita actitud”, repliqué, en forma brusca.

Podía sentir de nuevo aquel extraño borboteo en mis venas, pero tal vez no era mi ira sino la de él.

Fruncí el ceño y miré a Cyrus, que me miraba apoyado en el umbral. Volví a mi escritorio y me dejé caer en mi asiento.

“¿Vas air con Cyrus o te vas a quedar?”, me preguntó Eli al tiempo que pellizcaba el puente de su nariz en señal de frustración y luego suspiraba ruidosamente.

Dejé su pregunta sin respuesta y me limité a mirar la pantalla de mi computador.

“Ocúpate de ella, Cyrus, me está volviendo loco”, dijo y luego se dirigió hacia su oficina.

Tras haber entrado en ella, azotó la puerta a sus espaldas. Cyrus se aproximó a mí y se sentó en el borde de mi escritorio, entre mis piernas.

“Ustedes dos alimentan sus emociones mutuamente, si tú te enojas, entonces él también, y viceversa”, señaló.

“Si, así es. Él no debería ser tan controlador. Solo quiero mi vida de vuelta”, le dije mientras cruzaba los brazos sobre mi pecho y le lanzaba una mirada hostil. Cyrus me miró arqueando una ceja.

“Eso no va a suceder: tu vida sería más difícil. Solo buscamos tu bienestar”, repuso.

“Pues vaya manera de buscar mi bienestar¡Hacerme abandonar a mi familia!”, exclamé,

“Una vez que se establezca el vínculo de pareja lo entenderás”, replicó. Puse los ojos en blanco al pensar en aquel vínculo invisible.

“No veo cómo eso me podría hacerme comprender nada”, objeté.

“En ese momento vas a compartir nuestra forma de pensar y entenderás porque no estamos dispuestos a irnos sin ti”, explicó.

“Pues en ese caso tendrán que quedarse, pues ese argumento del vínculo de pareja, o lo que sea, no me hará cambiar mi opinión respecto a lo de abandonar a mi familia”, repuse.

Cyrus gruñó y se me puso la piel de los brazos de gallina. Luego, me tomó por la barbilla y me dijo:

“No negarás que te gustaría repetir aquello”, me dijo.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar