Destinada a ellos
Capítulo 3

Capítulo 3:

No era mi culpa que me hubieran dado el trabajo a mí y no a su sobrina. Estaba decidido a hacer que me despidieran o a desesperarme hasta el punto de hacerme renunciar.

Su cabeza calva y su peinado al estilo Comb Over hacían que su enojado y enrojecido rostro se viera más brillante. La ira que sentía hacía que su semblante se viera un poco más sombrío.

Técnicamente no podía despedirme, pero era muy bueno quejándose ante los jefes en el piso superior, pues siempre hacía que me reprendieran.

De no haber sido por Mason, que trabajaba en el piso superior, me habrían despedido la tercera vez que llegué tarde.

Mason se mostraba muy amable conmigo y era agradable, pero definitivamente no era mi tipo de hombre.

Bueno, de hecho no estaba segura de que me agradara un tipo de hombre determinado, pero en todo caso él no me atraía.

El me observó por detrás y luego se enderezó, quitando su brazo de la parte superior del escritorio.

Miré por encima de mi hombro y vi a aquellos dos hombres semejantes a dioses con los que había estado atrapada en el ascensor.

Ambos caminaban hacia nosotros con una expresión confundida en sus apuestos rostros y rezumaban autoridad.

Al verlos Troy de inmediato se puso nervioso y me contagió su nerviosismo. Se arregló su traje y se limpió las manos en los pantalones

“Me complace mucho verlos hoy, Señores Eli y Cyrus Colten”, dijo Troy en tono servil.

En ese momento me di cuenta de que había estado atrapada en el ascensor con los propietarios de la empresa, a quienes les había hecho pistola, así que sin duda me despedirían.

Me volví intentando forzar una sonrisa que sabía no luciría auténtica, sino que parecería ser una de dolor o inhibición. No estaba segura al respecto.

“Te espero arriba, Troy”, dijo en tono severo el hombre cuyos ojos estaban inyectados en sangre, sin dirigirme la mirada.

Entretanto, el otro hombre me observó cuidadosamente antes de avanzar.

“¿Cuál es tu nombre?”, me preguntó con su voz grave y áspera.

´¡Maravilloso! Ahora estoy despedida`, pensé para mi coleto.

“Me llamo Addeline, Señor”, balbuceé.

Las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba y luego asintió, al tiempo que se volvía hacia el otro hombre que estaba observándome nuevamente de aquella manera intimidante.

Me sentí como un pequeño ratón arrinconado que estaba a punto de convertirse en la presa de un depredador.

En el momento en que me miró fijamente deseé estar muy lejos de ellos, pues tenían un aire siniestro que helaba la sangre en las venas, en especial el sujeto cuyos ojos estaban inyectados en sangre.

Mi corazón latía con tal violencia que me sorprendió que no pudieran oírlo mientras pasaban junto a mí. Su frialdad me hizo sentir muy ansiosa y encendió una luz de alarma en mi cerebro.

“Si, Señor Cyrius. Subiré de inmediato”, repuso nerviosamente ante la orden del hombre de los ojos inyectados en sangre.

Era evidente que se sentía intimidado por él. De modo que el hombre cuyo aspecto era más intimidante se llamaba Cyrus. Ello implicaba que el hombre que me había preguntado mi nombre era Eli.

Troy se volvió y me lanzó una mirada hostil, apuntándome con su dedo antes de lanzar un gruñido, pues sabía que no podía hacer esperar a aquellos hombres.

Giró sobre sus talones y se dirigió hacia el otro ascensor con aire enfadado.

Tras haber estado conteniendo la respiración, exhalé el aire, me oculté detrás del mostrador y puse mi bolso en el cajón del mismo.

“De manera que estuviste en un ascensor con Cyrus y Eli Colten. Ellos son apuestos pero su aspecto es verdaderamente intimidante”, dijo Bella al tiempo que se abanicaba con un pedazo de papel en un ademán de teatralidad.

Su cabello castaño se agitaba sobre sus hombros.

“Tienes razón, son muy intimidantes. Estoy segura de que estoy a punto de ser despedida. También puede ser que mi cuerpo sea encontrado en un callejón, tras haber sido asesinada por ellos”, señalé.

“¿Qué fue lo que les hiciste?”, me preguntó nerviosamente mientras dirigía una mirada al elevador del vestíbulo al cual acababan de subir y cuyas puertas ahora estaban cerradas.

“En primer lugar les cerré el paso cuando venían para acá y además les hice pistola cuando me tocaron la bocina. Luego, detuve su ascensor y me escucharon hablando contigo por teléfono y yo…”, dije mientras me golpeaba la frente con la palma de la mano

“… le dije a aquel hombre, Cyrus si mal no recuerdo, que tenía unos llamativos lentes de contacto”.

“¿Lentes de contacto”?”, repuso Bella riendo. Un destello de humor brilló en sus ojos verdes.

“Sí, así es. Seguramente estaba usando lentes de contacto porque nadie tiene ojos rojos y estoy segura de que vi que sus ojos cambiaban de color. Bueno, a menos que esté enloqueciendo”, respondí.

“¿Ojos rojos?”, repuso sacudiendo su cabeza en señal de negación.

Pero yo asentí con la cabeza, pues estaba segura de que se trataba de un efecto de los lentes de contacto.

No podía haber ninguna otra explicación.

“Dime qué clase de flores te gustan”, me preguntó.

La miré perpleja.

“Necesito saber qué flores te gustan para llevarlas a tu tumba. Más te vale que no te reconozcan, pues si saben que fuiste tú quien le cerró el paso te van a destruir”, replicó.

Creí que estaba bromeando, pero la expresión de angustia que se pintó en su rostro me hizo sentir aterrorizada.

“No serias la primera chica que sale corriendo de este edificio para huir de su ira”, agregó.

Haciendo que experimentara una desagradable sensación en mi estómago.

´¡Maravilloso!`, pensé con ironía.

La mañana estuvo bastante ajetreada. No paré de responder el teléfono ni de tomar mensajes. De repente Troy caminó con donaire hacia el mostrador con una gran sonrisa de triunfo en su rostro. Luego, extendió su mano, me arrebató el teléfono del oído y lo colgó.

“Estás metida en un gran lio”, me dijo con voz cantarina.

“¿Por qué dices eso?”, le pregunté, harta de sus molestos juegos.

Me preguntaba cómo era posible que una persona como él trabajara allí. Jamás lo había visto ocuparse en algo que pudiera llamarse trabajo.

“Toma tus cosas”, me dijo sin indicarme qué era lo que estaba sucediendo.

Tomé el teléfono pero nuevamente me lo arrebató y lo colgó.

“Estoy ocupada, así que ve a importunar a otra persona”, protesté mientras escribía un mensaje que estaba escuchando en el correo de voz antes de que me colgara el teléfono la primera vez.

“Ya no trabajas aquí”, me dijo con una gran sonrisa de gato Cheshire. Había un brillo travieso en su mirada.

“Eso no es posible”, repuse, preocupada.

No puedo perder este trabajo, pues debo ayudar a criar a la hija de mi hermana gemela. Si me despiden mi madre me va a matar, sobre todo considerando que mi hermana se escapó de la clínica de rehabilitación y dejó a su hija a nuestro cuidado.

“Te dije que recogieras tus cosas, vas a subir”, me instó.

“¿Subir?”“, le pregunté.

´Tal vez se refiera a un ascenso`, pensé para mis adentros con satisfacción.

Pero la sonrisa perversa que se dibujó en su rostro me hizo sentir inquieta. Tenía la sensación de que lo que estaba sucediendo no me agradaría.

“Si crees que soy un pesado, entonces me gustaría saber qué piensas de tus nuevos jefes”, comentó en tono burlón.

Al parecer mi actitud había hecho que aquel hombre viejo fuera demasiado lejos. Me preguntaba qué era lo que él había hecho esta vez.

“¿Y quiénes son ellos?”, pregunté.

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