Destinada a ellos
Capítulo 18

Capítulo 18:

Escuché el chirrido de los frenos cuando el auto se precipitaba sobre mí, y me preparé para el impacto sabiendo que me iba a golpear.

Unos segundos después pude escuchar los gritos frenéticos cuando el auto se estrelló contra mí y aterricé sobre el capó antes de que se detuviera, luego moviéndose bruscamente y lanzándome del capó al suelo.

Entonces mis manos se clavaron en el asfalto y mi piel se desgarró cuando patiné sabré él. Además, el impacto fue tan fuerte que expulsó el aire de mis pulmones.

“Dios, eso dolió”, jadeé para mis adentros mientras Bella gritaba y corría hacia mí.

Por mi parte, yo me arrastraba sobre mis manos y rodillas. Gracias a Dios, esta era una zona poblada y el límite de velocidad era de solo 40 km/hora.

A todo esto, la conductora corría frenéticamente hacia mí, llorando histéricamente y muy conmocionada.

Luego sentí unas manos envolviendo mi cintura y ayudándome a ponerme de pie, pero de todas formas mis rodillas y manos estaban en carne viva e iba a tener un feo moretón en la cadera.

“Oh, Dios mío, lamento mucho no haberlo visto, salió de la nada”, lloraba, preocupada, la mujer rubia.

Por mi parte, le hice señas para que se fuera porque, aunque estaba un poco golpeada, me encontraba bien.

Entonces me di cuenta de que la persona que me levantó del suelo era Eli, sujetándome con firmeza.

También miré al niño pequeño, a quien su madre revisaba frenéticamente, sin embargo, se veía bien a pesar de estar un poco asustado.

“Estoy bien, lamento haberte asustado”, le dije a la mujer, que seguía en estado de shock.

Sus manos estaban temblando notablemente y su rostro estaba lleno de lágrimas como si acabara de matar a alguien.

“Estoy bien, de verdad”, le dije mientras ella alternaba la mirada entre su auto y yo.

Luego, la madre del niño se acercó corriendo, envolvió sus brazos alrededor mío y me apretó sollozando.

“Lo siento, solo solté su mano por un segundo, gracias, gracias”, repetía efusivamente mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.

“Está bien, lo vi parado a tu lado, no es tu culpa”, le dije.

Y luego ella corrió hacia su hijo, junto al cual, ahora me daba cuenta, estaba parado Cyrus. Llevaba una mirada indescifrable en su rostro y la mandíbula apretada.

A todo esto, Eli me tomó del codo y me llevó a un lado de la calle mientras el tráfico comenzaba a circular otra vez. Mientras tanto, Bella sostenía mi bolso que había rescatado de la carretera.

“Deberías ir al hospital”, dijo mientras se arrodillaba a mi lado y yo me sentaba en el banco de la plaza.

“Estoy bien, mamá me cuidará cuando llegue a casa”, le dije, y ella asintió porque sabía que mi madre era enfermera,

“¿Por qué harías algo así?”, preguntó Cyrus con tono enojado

“¿Qué quieres decir? El auto estaba a punto de atropellar al niño”, respondí, confundida por sus palabras.

“Sí, pero te atropelló a ti y ahora estás herida”, dijo.

A todo esto, yo no lograba entender su enfado. Al mismo tiempo, Bella lo miraba, horrorizada por sus palabras.

“Es un niño”, dijo, defendiéndome. Entonces él la miró.

“Exactamente, podrías haber muerto, esa fue la cosa más estúpida que he visto hacer a alguien, ponerse voluntariamente en peligro por otra persona”, me gritó, mientras Eli lo agarraba del brazo.

“Fue un accidente, Cyrus, estoy bien, además, se trata de un niño, su vida es más importante”, le dije, sacudiendo mi cabeza ante la ridiculez de su argumento.

¿Qué debía hacer?, ¿Quedarme parada mientras lo veía morir? Un carro yendo a esa velocidad podría haberlo matado, pero a mí no.

Para colmo, sentía como si me acabaran de despellejar por culpa de la bendita falda que había decidido usar ese día.

“¿Más importante? ¿Cómo puedes decir eso si ni siquiera lo conoces?”

“Puedo decirlo porque es un niño, la vida de un niño siempre es más importante que la de un adulto. Cyrus, en serio, estás hablando como si hubiera hecho algo malo”.

“¿Por qué su vida es más importante?”, continuó.

“Cyrus, tranquilízate”, le advirtió Eli.

“Porque yo ya he tenido una vida, en cambio, la suya recién comienza. Si vas a comportarte como un idiota al respecto, solo vete”, le dije, incorporándome de repente, aunque mis piernas me ardían por las raspaduras.

“Realmente no entiendo a la gente así de…”, dijo y

Luego se fue corriendo de vuelta a la oficina, haciendo que Bella y yo nos miremos pensando cuál era su problema. A todo esto, Eli todavía me tenía agarrada del codo, pero yo lo sacudí.

“Estoy bien, solo quiero irme a casa”, le dije.

“Te llevaré”, respondió, tomando mi bolso de las manos de Bella y sacando mis llaves. Como respuesta, ella solo atinó a mirar a su alrededor, nerviosa.

“Estoy bien, Bella, de verdad, ve a almorzar”, le dije, dándole un codazo suave.

Lugo ella se fue a regañadientes y yo regresé a la oficina, luego de quitarme los tacones, que se habían roto.

Tal cual lo había prometido, Eli me llevó a casa y, tan pronto como abrí la puerta, mi madre se abalanzó hacia mí gritando.

“Oh, Dios mío, ¿Qué pasó?”, exclamó antes de correr a la cocina para agarrar el botiquín de primeros auxilios,

“La atropelló un auto”, respondió Eli, mientras yo me sentaba en el sofá.

Luego mi madre entró corriendo, tirando cosas al suelo mientras revolvía el botiquín, sacando cosas.

“¿La atropellaron?”

“Sí, estoy bien, mamá, solo tengo algunos rasguños”, le dije mientras ella comenzaba a limpiarme y a levantarme la falda, revisando el resto de mis piernas.

“Mamá, mi jefe está aquí”.

“Shh, estoy segura de que ha visto piernas antes, tranquila”, me regañó mientras yo ponía los ojos en blanco y ella limpiaba las raspaduras.

“Cyrus llegará pronto, me va a recoger”, anunció Eli.

Como respuesta asentí, dejando que mi madre haga lo suyo. Me sentía como una niña que se había caído de la bicicleta. La única diferencia era que ahora ella no besaba cada herida.

Unos minutos después, justo cuando mi madre terminaba de desinfectarme y de darme una conferencia sobre seguridad vial, escuché un automóvil detenerse en frente de la casa.

A todo esto, Eli parecía bastante divertido por las divagaciones de mi madre. Cuando sonó el timbre, ella se levantó, respondió y dejó entrar a Cyrus.

“¿Quieren café?”, preguntó y ambos asintieron antes de agradecerle.

Por mi parte, no veía la hora de que se fueran, entonces me levanté para ayudarla, pero ella me dijo que me quedara con ellos.

Enojada, resoplé mientras Cyrus se acercaba y se sentaba al lado de Eli.

“Tu madre es simpática”, comentó Eli ante lo cual asentí.

“Me voy a cambiar de ropa, vuelvo en un segundo”, les dije.

“¿Necesitas ayuda?”, preguntó Cyrus poniéndose de pie, a lo que respondí levantando una ceja hacia él.

“Puedo vestirme sola”, dije ante su extraña oferta y luego subí las escaleras.

Unos segundos después encontré unos pantalones de chándal holgados y una camiseta y me los puse antes de bajar las escaleras donde mi madre les estaba sirviendo el café.

“Hoy estuvimos hablando con su hija sobre un trabajo que surgió en Soya City”, le decía Cyrus a mi madre mientras yo entraba y giraba la cabeza para mirarlo.

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