Destinada a ellos -
Capítulo 17
Capítulo 17:
“Mmmm… eso no va a funcionar, ¿Y si mi madre me necesita o me llaman de la escuela de mi sobrina? No ignoraré esas llamadas”, respondí.
“Dales el número de la oficina, entonces”, dijo, mirando mi teléfono antes de levantarlo.
Al darme cuenta de su intención intenté tomarlo pero él estiró su mano haciendo clic en la pantalla.
“Dime con quién estabas hablando”, inquirió, mirándome.
Pero yo no me inmuté, de todos modos, no me molestaba que revise mi registro de llamadas.
“No entiendo por qué no puedo usar mi móvil aquí”, le dije, sacudiendo la cabeza.
“No importa por qué, deberías estar trabajando y no chateando con este tal Sam”, dijo bloqueando la pantalla de mi teléfono y devolviéndomelo. Inmediatamente lo tomé y lo puse en mi bolso.
“Archiva estos documentos y luego ven a mi oficina, por favor”, dijo, entregándome unos papeles.
Por mi parte, los agarré y los miré, luego asentí y me acerqué hacia la impresora para escanearlos antes de poner la copia impresa en los archivos de la sala de impresión.
Luego volví a mi computadora y puse el documento escaneado en su carpeta correspondiente. Cuando terminé fui a su oficina y llamé a la puerta, a lo que él me respondió que pasara.
Al entrar, lo vi de pie junto a la ventana mirando hacia abajo, a la calle y la ciudad que era muy ruidosa a esa hora del día.
“¿Qué pasa?”, pregunté a lo que él me hizo señas para que me sentara.
Hice lo propio mientras él permanecía de pie, con los brazos cruzados sobre el pecho, mirándome.
“Pronto nos mudaremos a Soya City. Eli y yo queremos que vengas con nosotros”, dijo.
Al oír esto mi boca se abrió ampliamente. No estaba dispuesta a irme, incluso mi trabajo seguramente sería más fácil sin ellos aquí y sin tener que aguantar sus payasadas.
“No me mudaré”, le dije, a lo que él respondió levantando una ceja,
“Si dices que esto está en mi contrato, huiré de la ciudad”, le advertí,
“No lo está, creo que deberíamos haber agregado eso”, dijo antes de sentarse en el extremo de su escritorio, frente a mí,
“Me alegro mucho de que lo hayamos aclarado”, le dije, levantándome de mi asiento mientras él se inclinaba hacia adelante poniendo sus manos a cada lado de su cuerpo, deteniéndome.
“No nos iremos sin ti, tú vendrás”, Al escuchar eso negué con la cabeza.
“Probablemente no será hasta dentro de un mes, te lo digo para que te vayas haciendo a la idea”, agregó.
“No me iré, tú puedes usar ese mes para hacerte a esa idea”, le respondí.
Luego suspiró, sentándose nuevamente en su silla mientras la puerta se abría detrás de mí para dar paso a Eli.
“Pagaremos la hipoteca de tu madre, todas sus deudas, incluidas las deudas que te quedaron de tu hermana”, dijo Eli, logrando que le pusiera mi atención.
“Solo piénsalo, Addie”, agregó.
“La respuesta seguirá siendo no, tengo a Maya, Soy su tutora legal”, respondí.
“Llévala contigo, entonces”, dijo.
“No puedo arrancarla de la vida que tiene aquí, y tampoco de mi madre. Se sentiría muy sola. No, mi respuesta no va a cambiar, Eli”.
“Cambiarás de opinión, no nos iremos sin ti”.
“Estoy segura de que puedes encontrar a otra persona que trabaje para ti allí”, esgrimí.
“No queremos a nadie más, solo a ti”, dijo Cyrus y yo solo atiné a negar con la cabeza.
“Puedes irte temprano hoy. Piensa en lo que te ofrecimos, Addie, a tu familia le vendría bien esta ayuda”, dijo como si eso pudiera hacerme cambiar de opinión.
Simplemente no entendía su fascinación por mí: estaban al borde del acoso. De hecho, esto era acoso, lo que hacía que las alarmas en mi cabeza comenzaran a sonar. Al salir de la oficina, agarré mi bolso y me dirigí a mi auto.
Era la tercera vez que me dejaban salir temprano, así que no entendía por qué necesitaban una asistente cuando casi no había nada que hacer, excepto por las pocas tareas que me habían asignado.
De hecho, la mayor parte del tiempo me aburría, lo único que hacía era contestar algunas llamadas telefónicas.
Al bajar vi a Bella, que me saludaba con la mano, emocionada y me di cuenta de que no la había visto en mucho tiempo porque nuestras horas de entrada y salida eran diferentes.
“Adeline, espera un poco, estoy a punto de tomar un descanso, ven a almorzar conmigo”, me dijo ella y yo me detuve junto a su escritorio.
Luego la vi agarrar su bolso y decidí ir. Sería bueno ver el rostro amiga para variar.
Bella se recogió el cabello en un moño suelto antes de arrojar su bolso sobre su hombro y quitarse los tacones para cambiarlos por unas sandalias chatas.
“Mis pies me están matando”, se quejó, deslizando el calzado debajo de las plantas de sus pies.
“¿Cómo es trabajar arriba?”, preguntó, pero justo en ese momento vi a Cyrus y Eli salir de los ascensores.
Además, se detuvieron por un segundo antes de caminar hacia nosotras, así que no tuve oportunidad de responder.
“Pensé que te había dejado salir temprano”, dijo Eli, mirándome, Paralelamente, Bella se puso nerviosa al notar que sus ojos se posaban en ella.
“Así es, pero Bella está en un descanso y me pidió que la acompañara”, le dije, esperando que se fueran, pero, por el contrario, se volvieron hacia Bella:
“¿A dónde vas?”, preguntó él mientras ella los miraba boquiabierta.
En ese momento tuve el presentimiento de que esa era su primera interacción con ellos.
“Al restaurante de Morgan”, respondió ella.
“Bien, justo donde nos dirigíamos, las acompañaremos”, dijo Cyrus, aunque no le creí ni por un segundo, en especial cuando sus ojos se posaron en mí.
A todo esto, Bella se veía alarmada mientras yo ponía los ojos en blanco antes de apretar los dientes.
“Vamos, vamos a terminar con esto de una vez”, le dije, pasando mi brazo por debajo del suyo y llevándola hacia la salida.
“¿De verdad vendrán con nosotras?”“, preguntó ella,
“Aparentemente sí”, le dije e inmediatamente noté lo incómoda que se había puesto.
“¿Pero, por qué?”,
Aunque me preguntaba lo mismo, en el fondo tenía la sensación de que era para ver qué le diría o para asegurarse de que no los delataría por las cosas que habían hecho. Por otra parte, no es que pudiera hacerlo sin meterme en serios problemas.
“Ni idea”, respondí y ella asintió mirando hacia ellos que nos seguían por detrás.
Luego caminamos calle abajo, hacia el semáforo. Al llegar presioné el botón cuando vi una mujer que empujaba un cochecito y sostenía la mano de un niño pequeño que se paró a mi lado.
Su cabello rubio caía sobre sus ojos mientras él se lo quitaba del rostro. Noté que era un poco más pequeño que Maya y bastante adorable con sus mejillas regordetas y sus hoyuelos.
Entonces le sonreí mientras él me miraba. Paralelamente, con su mano tiraba de la camisa de su madre tratando de llamar su atención.
Pero esta estaba distraída tratando de contestar su teléfono dentro de su bolso y soltó la mano del niño por un segundo mientras hurgaba tratando de sacarlo.
Al ver esto, yo estaba a punto de ofrecerle ayudarla mientras ella luchaba por agarrarse al cochecito con un pie, cuando finalmente recuperó su teléfono y contestó. Tendría treinta y tantos años y parecía bastante nerviosa.
“Hola, solo dame un segundo”, la escuché decir antes de que gritara haciéndome saltar.
Cuando la miré me di cuenta de que el niño se había ido de repente. Unos segundos antes había estado justo ahí.
En ese momento su grito resonó con fuerza mientras yo miraba hacía la calle para encontrarlo deambulando entre el tráfico.
A todo esto, mi cuerpo tuvo un shock de adrenalina cuando la madre golpeó los frenos de su cochecito y yo salí corriendo y lo tomé por el brazo, empujándolo hacia ella.
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