Destinada a ellos -
Capítulo 16
Capítulo 16:
“Sí, todo está bien, me duele la espalda, eso es todo”, le dije sin querer abrir la puerta mientras ella estaba del otro lado.
Tenía especial cuidado porque mi madre poseía la habilidad de leerme como un libro abierto y sabría instantáneamente que algo estaba pasando,
“¿Estás segura de que estás bien?”, volvió a preguntar, pero yo no estaba bien.
De hecho, estaba lejos de estar bien y encima tenía que volver con ellos, volver a soportarlos al día siguiente.
“Si, todo está bien”, mentí, contenta de que no pudiera verme.
A la mañana siguiente, me levanté y me vestí. A todo esto, mi madre todavía se sentía enferma de gripe, así que dijo que dejaría a Maya en la escuela por mí. De repente, mientras bajaba las escaleras con mi bolso en la mano, sonó el timbre.
Unos segundos después escuché la voz sorprendida de mi madre al abrir la puerta y mi corazón dio un vuelco cuando caminé por el pasillo y vi a Eli, parado allí.
“Soy su jefe”, explicó con sus ojos observándome mientras yo caminaba hacia él.
Sorprendida, mi madre se dio la vuelta para mirarme, con la nariz roja y los ojos hinchados mientras hacía señas hacia él.
“Tu jefe está aquí, cariño”, dijo ella.
Como respuesta asentí, pero en realidad me preguntaba por qué diablos había venido. Por lo general, ellos empezaban su día laboral más tarde que yo.
Luego mi madre le dedicó una sonrisa y yo pasé junto a ella, cerrando la puerta detrás de mí. Sin embargo, cuando miré el camino de entrada no vi su auto.
“¿Por qué viniste?”, pregunté, caminando hacia mi coche y presionando el botón para desbloquearlo.
Los faros destellaron, indicando que ya estaba abierto. Entonces me subí al asiento del conductor.
“Cyrus me dejó aquí de camino, quería asegurarme de que no ibas a tratar de huir de la ciudad”, dijo, abriendo la puerta del pasajero.
Por un momento vaciló al notar el enorme rasguño en el costado de mi vehículo
“¿Debería preocuparme por subirme a un auto contigo?”, preguntó, con una sonrisa en su rostro, antes de entrar.
“No, mi auto tuvo una pelea con un poste de tu estacionamiento”, le respondí.
“¿Qué te hizo el poste?”, preguntó con una sonrisa en los labios mientras yo me daba cuenta de que era la primera vez que lo veía sonreír de verdad,
“Se interpuso en mi camino cuando llegaba tarde”, le dije, arrancando el auto.
Luego salí a la calle, conduciendo hacia el trabajo. A todo esto, el tráfico era dolorosamente lento, y podía observar a Eli jugueteando con su teléfono: se veía aplastado sentado en la parte delantera de mi pequeño auto.
“El asiento puede ir más atrás, hay una palanca debajo”, le dije. Al oír mis instrucciones miró hacia abajo y tiró de la palanca, ajustando el asiento para tener más espacio.
“¿Quieres café?”, pregunté mientras me estacionaba junto a una cafetería en donde paraba todas las mañanas de camino al trabajo.
Eli asintió y yo salí, suponiendo que él me esperaría en el auto. Unos minutos después pedí los cafés, sabía lo que él bebía ya que yo era quien le llevaba el café en la oficina.
Pero, cuando me dispuse a darle efectivo al empleado, Eli apareció, le entregó al hombre su tarjeta y ordenó también para Cyrus.
Luego nos quedamos esperando a que me llamaran por mi nombre.
“¿Ya superaste tu rabieta?”, preguntó Eli, escribiendo en su pantalla.
“No creo que el estado de ánimo de alguien a quien están amenazando con quitarle su casa pueda clasificarse como una ´rabieta`”, le dije.
“Eso ya está en el pasado, ahora solo necesitas aceptar la idea de que eres nuestra”, respondió él, poniendo el teléfono en su bolsillo,
“Yo no soy de nadie, ¿Por qué sigues diciendo eso?”,
“Lo eres y siempre lo serás, te deseamos, Addie. De todas las formas posibles”, dijo, confundiéndome aún más.
“¿Qué quieres decir? ¿Puedes dejar de hacerte el misterioso?”, le dije y él respondió con una sonrisa, se acercó y tomó mi mano.
Inmediatamente sentí unas chispas moviéndose a través de mi palma, por lo tanto traté de alejar mi mano de él.
“Ustedes dos realmente necesitan ver a un médico, ambos me siguen electrocutando con su sangre”, le dije, ya resignada a que me sostuviera la mano.
Al oír mis palabras se rio, pero en ese momento llamaron mi nombre. Luego me soltó para que yo recoja los cafés en sus tazas de cartón, dispuestos en una pequeña bandeja.
Ya con el desayuno en la mano, caminé de regreso hacia el auto, apoyé la bandeja en el techo, abrí la puerta y coloqué mi bolso adentro.
Cuando me incorporé noté que Eli no estaba en su asiento, y de repente me sobresalté al sentir su mano tocándome la espalda baja y haciéndome girar.
“Creo que no entiendes cuando te digo que te queremos”, dijo haciendo que se me pusiera la piel de gallina.
Giré y vi que tenía una mano en la parte superior de la puerta y la otra ahora en mi cadera.
“Ay, lo entiendo perfectamente y no va a pasar, no me acostaré contigo, no soy una pr%stituta”, le dije antes de sentarme en mi puesto.
Por su parte me miró con una sonrisa en los labios y me pasó la bandeja, la cual coloqué en el tablero mientras él cerraba la puerta.
Luego caminó hacía el otro lado y yo se la entregué antes de encender el auto y conducir al trabajo. Cuando llegamos, Eli me llevó por un ascensor en el que nunca había estado antes.
De hecho, ni siquiera había estado en ese nivel de estacionamiento hasta ese momento. Entonces Eli presionó un botón y descubrí que el ascensor conducía directamente al último piso, era un ascensor privado.
Esto me llevó a preguntarme por qué habían usado el común el día que los conocí. Respondiendo a mis pensamientos, Eli dijo,
“El día que te conocimos estaba averiado, recién lo repararon esta mañana”, dijo mientras yo asentía y me preguntaba por qué Eli pensó que necesitaba explicarse.
Cuando llegamos a nuestro piso, salí del ascensor para ver que Cyrus ya estaba sentado en mi escritorio, esperándonos.
“Buenos días, Addie”, dijo, mientras yo me limitaba a asentir con la cabeza antes de darle su café.
Luego giré los teléfonos eligiendo ignorarlos, hasta que al fin captaron la indirecta y se fueron, luego de lo cual me acomodé detrás de mi escritorio y encendí la computadora.
La mañana pasó rápidamente y, justo cuando estaba a punto de ir a almorzar, mi teléfono sonó: el número de Sam apareció en mi pantalla.
Sonreí rápidamente al responder porque no había hablado con él en más de un mes. Él había estado en un viaje de negocios.
“Hola, extraño”, le dije al contestar.
“Hola, Ada, estoy de vuelta en la ciudad”, me dijo justo cuando Cyrus salía de su oficina.
A todo esto, yo sentía que mis labios se estiraban al escuchar su voz, habíamos sido amigos durante unos años.
Éramos ´amigos con derechos`, pero no éramos novios. Ninguno de los dos buscábamos un noviazgo, pero teníamos buen se%o, sin ataduras.
Nos habíamos conocido por un amigo en común y nos llevábamos bien. De hecho, solíamos reunirnos todas las semanas antes de que él tuviera que irse al extranjero por trabajo.
“Me di cuenta, si no, no estarías llamando”, le dije.
“¿Nos vemos mañana por la noche, en el restaurante de Morgan, a la hora de siempre?”, preguntó.
“Suena bien, nos vemos ahí. Me tengo que ir, viene mi jefe”, le dije, colgando rápidamente para evitar meterme en problemas por usar el teléfono.
“No puedes hacer llamadas personales”, dijo Cyrus, mirándome, con una expresión extraña en su rostro.
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