Destinada a ellos -
Capítulo 13
Capítulo 13:
Tomé mi teléfono con la intención de comunicarme con mi hermana, pero la llamada fue desviada al correo de voz. Necesitaba oírla para calmarme.
Repetí esa acción unas cuantas veces, pues su voz me infundiría la tranquilidad que tanto necesitaba para afrontar aquella tensa e inusual situación en la que estaba envuelta.
No esperaba que contestara mis llamadas, pues jamás lo hacía, pero el sonido de su voz siempre había sido para mí un bálsamo en medio de mis tribulaciones.
Le envié un mensaje a mi madre preguntándole si Maya había llegado a casa sana y salva. Para demostrarme que así era me envió una foto de ella cenando.
Sentí una lágrima deslizarse por mi mejilla. Me sentía solitaria en aquel sitio. El ambiente era hostil y no encajaba allí. La puerta se abrió y Eli entró.
Esperaba que me gritara, que me tildara de ramera y que me endilgara toda clase de epítetos, pero, en cambio, se limitó a dejar un plato de comida al pie de mi cama y acto seguido se marchó sin musitar palabra. Su silencio me resultaba verdaderamente inquietante.
La noche pasó sin que me diera cuenta, mi ansiedad no había dejado de aumentar. Preferí permanecer en la habitación, pues temía que algo malo me sucediera.
Ingerí la comida china que habían pedido para la cena. Estaba demasiado sedienta, así que pensé en ir al baño para beber agua del grifo, pues si bajaba las escaleras era probable que tropezara con ellos.
Seguramente me despedirían, pero la verdad era que no me importaba, pues no quería seguir trabajando con aquel par de lunáticos que me hacían perder el control de mis impulsos y me generaban pensamientos erráticos.
Odiaba la idea de estar atrapada con ellos en el avión al día siguiente. Ahora había algo que me aterraba más que abordar una de aquellas trampas mortales voladoras: la ira de Eli.
Tras haber comido pensé que llevar a la cocina mi plato sucio sería la excusa perfecta para beber un trago de agua, así que lo tomé y me dirigí hacia allí.
Al abrir la puerta vi que la casa estaba a oscuras, excepto el vestíbulo, cuya luz me permitía ver las escaleras, las cuales bajé con cierta aprensión, tan silenciosamente como pude.
Luego, entré en el comedor y me dirigí hacia donde imaginaba que debía estar la cocina. Mi suposición resultó acertada.
La luz de la campana extractora estaba encendida, aunque era débil, me permitía distinguir los objetos a mí alrededor.
Puse el plato en el lavavajillas y luego tomé un vaso con el fin de llenarlo con agua. Bebí con avidez y luego volvi a llenar el vaso, pues me sentía muy deshidratada.
Sentí cómo el bien hecho líquido aliviaba la sequedad de mi garganta. Enjuagué el vaso y me volví para colocarlo en el lavavajillas.
En ese momento di un salto, pues vi a Eli de pie justo frente a mí. Retrocedí al ver cuán oscuros se veían sus ojos, pero se aproximó a mí, atrapándome entre su cuerpo y la encimera de mármol negro.
“De veras lo siento. No fue mi intención hacer eso, yo… yo…”, dije tartamudeando.
Sin embargo, sabía que no lograría encontrar una explicación razonable que justificara el hecho de que hubiera besado a su esposo.
Al verlo allí de pie el pánico se apoderó de mí y parecía que el corazón iba a salirse de mi pecho. Volvió la cabeza hacia un lado para observarme.
Presa del pánico, tragué saliva. La forma en que me miraba le confería un aspecto aún más siniestro. Mis manos comenzaron a temblar violentamente y estuve a punto de soltar el vaso.
Al ver el vaso en mi mano lo tomó y lo colocó en el lavavajillas. Luego, cerró la puerta y me encaró.
“No me importa que te haya besado. No es eso lo que me molesta”, explicó, haciéndome sentir confundida.
Se me puso la piel de los brazos de gallina y un escalofrío recorrió mi cuerpo, mientras me esforzaba por contener el temblor.
Movió entonces su mano hacia mí y temí que me abofeteara, pero en vez de ello deslizó las puntas de sus dedos sobre uno de mis pezones, el cual se endureció y se tornó claramente visible a través de la delgada tela de mi camisa.
Frotó su pulgar antes de que sus dedos se movieran en un círculo alrededor de mi areola. En ese momento mi cuerpo reaccionó a su toque de la misma manera que cuando Cyrus me besó.
¿Por qué tenían ese efecto en mí? ¿Por qué no me estaba gritando?
Sin embargo, me pareció extraño que no hubieran discutido: pensé que se pelearían porque Cyrus me había besado, pero no había escuchado nada en toda la noche.
Luego Eli se acercó mientras mis ojos lo observaban cuidadosamente cuando, de un momento a otro, lo sentí pellizcar mi pezón haciéndolo rodar entre su pulgar e índice.
Mientras tanto, su otra mano palmeaba mi otro seno bruscamente, apretándolo y haciéndome g$mir de dolor.
De repente la comisura de sus labios se levantó y me soltó, su mano bailaba a lo largo de mi cadera mientras se inclinaba hacía mí.
Pensé que me iba a besar, pero repentinamente giró sobre sus talones y salió de la cocina como si nada hubiera pasado, dejándome allí aturdida.
Definitivamente dejaría mi trabajo tan pronto como volviera a casa: les enviaría mi renuncia por correo electrónico y cambiaría mi número.
Aunque sabía que mi madre se enojaría, le explicaría todo y, luego de una buena regañina, lo superaría.
Entonces corrí escaleras arriba de regreso a la habitación que me habían dado y cerré la puerta detrás de mí.
Unos segundos después me metí en la cama esperando dormirme rápido. Esa noche mis sueños estuvieron plagados de pesadillas que me tuvieron dando vueltas toda la noche.
Además, eran extraños: yo estaba en un avión donde no podía moverme porque alguien me drogaba.
Luego las pesadillas se volvieron peores cuando soñé con la noche en que mi hermana tomó una sobredosis de drogas y la encontré desmayada en el piso de su baño.
Nunca olvidaré la mirada ausente en su rostro, sus ojos vidriosos, abiertos pero sin ver, mientras una espuma salía de sus labios y se derramaba por el suelo.
Mi sobrina había estado llorando en su cuna solo Dios sabe cuánto tiempo antes de que la encontráramos.
Ese día fue que descubrimos que tenía un problema con las drogas, y supe que eso me perseguiría por el resto de mi vida.
Aunque antes de ese episodio sospechábamos algo, ella era muy buena disimulando y dando explicaciones para las cosas que nos parecían extrañas: no queríamos creer que había tomado ese camino nefasto
De repente me desperté con un sudor frío, mi respiración era irregular mientras mi corazón se aceleraba. No había tenido pesadillas en años.
De hecho, por lo general, me quedaba dormida en el momento en que mi cabeza tocaba la almohada, por lo que aquella pesadilla me pareció inusual y definitivamente desagradable.
Luego noté que el sol apenas había salido e inmediatamente recordé los eventos de la víspera. Tenía que soportar tomar otro avión a casa, aunque esta vez esperaba no desmayarme.
Entonces me obligué a mí misma a salir de la cama y me vestí, me calcé los jeans y la camiseta antes de ponerme los calcetines y agarrar mis zapatos.
Rápidamente empaqué mis pertenencias, hice la cama y enderecé los cojines, pero, justo cuando estaba a punto de salir de la habitación, Cyrus abrió la puerta y entró.
“Bien, ya te levantaste. Nos iremos pronto”, anunció, asentí antes de agarrar mi pequeño bolso y seguirlo escaleras abajo.
Coloqué mi bolso cerca de la puerta y puse mi cartera encima. Mientras tanto, Cyrus esperó a que termine de hacer lo que estaba haciendo antes de señalar en dirección a la cocina y yo lo seguí por el comedor.
Al entrar en la cocina el olor a café golpeó mis fosas nasales y Eli me entregó una taza del preciado líquido. En ese momento toda mi alma estaba pidiendo a gritos mi dosis matutina de cafeína.
Aliviada, tomé un sorbo antes de sentarme torpemente en uno de los taburetes y, como nadie hablaba, me sentí un poco incómoda.
Eli no dejaba de mirarme mientras sorbía su café mientras Cyrus leía el periódico, con la taza en la mano. Por mi parte, yo podía imaginarlo así todas las mañanas.
Mientras Cyrus parecía relajado, Eli se veía tenso. Me di cuenta porque sus dedos golpeaban el costado de su taza.
“¿Quieres dejar de hacer eso? Es molesto”, dijo Cyrus, mirando los dedos de Eli.
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