Destinada a amarte
Capítulo 99

Capítulo 99:

Pov Valeria.

“¡No, cielo! Te sacaré de aquí, te irás conmigo y dormiremos juntos, dormiré con mi esposa, no hay otra cosa que quiera hacer más que despertar a tu lado”, manifiesta con imponencia, Vlad y abro mis ojos por sus palabras que enloquecen más mis sentidos.

Noto su pecho subir y bajar por la respiración alterada, Samantha no le deja de apuntar y él se acerca a los barrotes para intentar abrir la celda. Muerdo mi labio admirándole.

“¡Aléjate de los barrotes!”, exclama Samantha con molestia.

“Intenta alejarme de Valeria y lo lamentarás”, advierte con dureza Vlad, encarándola a ella, sin importarle nadie más a su alrededor.

“Cariño…”, murmuro llamando su atención y posando mi mano sobre la suya que sujeta uno de los barrotes. Sus océanos me observan.

“No me pidas que te deje, que no luche. Porque lo haré el triple, te sacaré de aquí”, dice apretando sus dientes y con intensidad, misma que pone a mi corazón a latir con más potencia.

“¡Abran la p%ta celda!”, pide Vladimir mirándolos a todos con su fría mirada.

“¡No! Tú no das ordenes aquí”, replica Samantha.

“Eres un asesino, pronto se sabrá la verdad y es lamentable que tu esposa caiga también contigo”, agrega y arrugo el cejo por su insinuación.

Vlad se acerca a ella encarándola, el cañón del arma se presiona contra el pecho endurecido de mi esposo y él parece una montaña imponente a punto de aplastar a todo aquel que lo rete, dejo salir un suspiro.

“¿Estás acusándome falsamente de algo? Detective Beltrán, que poco profesionalismo de su parte, no sabía que los oficiales pueden hacer y deshacer a su antojo contra los civiles”, dice Vlad.

“Absténgase de seguir con este maldito juego del ‘ratón y el gato’ porque lo que podría encontrar es una madriguera inmensa que destruirá al gato en pedazos ¿Qué dice, detective, cumplimos la ley?”, profesa Vlad con intensidad, el semblante de Samantha se retuerce de la impotencia y su labio titila.

“¡Cállense!”, exclama acallando al oficial, puedo ver el sudor en su frente, niega con la cabeza.

“Tú no puedes salirte con la tuya… eres culpable”, murmura.

“Es inocente, hasta que se demuestre lo contrario. No tienes cómo hacerlo”, digo llamando su atención.

“¡Detective Beltrán!”, pronuncia una voz gutural.

Miramos cómo un sujeto de la tercera edad entra al lugar con el cejo fruncido y un mal mira hacia Samantha que abre sus ojos de par en par al verlo.

“Enfunda el arma en este momento”, ordena, ella lo piensa un instante, pero le termina haciendo caso y guarda el arma dejándome respirar.

“Sargento Fernán”, murmura ella nerviosa.

“¿Qué es este espectáculo? Abran la celda de una vez por todas”, ordena y mira a sus oficiales.

“¡Ya mismo!”, grita provocando que uno de ellos saque las llaves y camine hacia mí, miro a Vlad dándole una sonrisa que él me responde. Samantha detiene al oficial.

“Te equivocas al hacer esto, ella es una criminal”, dice mirando a su sargento. Él arruga más su cejo con molestia.

“¿Estás queriendo decir que me equivoco, es eso? ¿Quién es el sargento en este lugar? Parece que tengo que recordarles que aquí se hace lo que yo digo ¡Abre la celda!”, exclama, el oficial, aparta a la detective.

Ella chasquea su lengua con molestia y en cuanto abren la puerta de la celda Vlad entra avasallándome con su cuerpo en un abrazo caluroso que eriza mi piel y me hace sentir en mi lugar feliz.

“Vamos a casa, cielo”, murmura en mí cuello.

Asiento con mi cabeza y él acuna mi rostro para besar mis labios, me arde todo el cuerpo cuando él me besa con vehemencia. Me aparto cortando el beso que comenzaba a subir las revoluciones en ambos.

“Gracias, cariño”, digo y él arruga su cejo.

“¿Por qué?”.

“Por venir por mí y no juzgarme”, respondo remojando mis labios.

“Eres inocente”, reitera.

Él sostiene mi mano y me invita a salir de la celda junto con él, paso por un lado de la detective y ella llama mi atención.

“Verás con tus propios ojos que con quien te casaste es más que un hombre con mucha oscuridad, encuentra el cuchillo y verás”, murmura desconcertándome.

“¡Beltrán!”, llama el sargento a lo que ella se endereza y se aleja de mí.

“¿Qué te dijo?”, pregunta Vladimir hacia mí.

Niego con la cabeza, encogiendo mis hombros.

‘No merece que desconfíe de él, pero sé, que esa espinita de curiosidad se ha instalado en mi interior y me desharé de ella’.

“Discúlpate con la Señora Novikov, el expediente se eliminará y seguirá la investigación hasta encontrar pruebas contundentes a las acusaciones”, ordena el sargento a Samantha, ella abre los ojos de golpe ante la petición de su superior. Frunce sus labios en un gesto de molestia.

“También discúlpese con el Señor Novikov ante las falsas acusaciones hacia él”, agrega y la mujer parece que convulsionará de la rabia.

“Sargento, hay pruebas que indican el desfalco de activos…”.

“Beltrán, como dije; seguirán las investigaciones, pero la Señora Novikov no dormirá en una celda hasta que, un juez lo dicte así”, interfiere el sargento  Samantha clava sus ojos en mí y toma una bocanada de aire.

“Mis disculpas; Señor y Señora Novikov”, murmura entre dientes.

Aunque no eran necesarias sus disculpas, se sintieron bien. Levanto mi mentón desviando mi mirada al sargento.

“Los escolto a la salida”, anuncia el anciano.

“Beltrán, limpia ese desastre”, señala la celda con la comida tirada en el suelo, provocándola más. Quizá he recibido miles de maldiciones de su parte de manera mental.

Con mi mano entrelazada con la de Vlad, caminamos por el pasillo de la comisaría hacía la salida.

“Gracias, Sargento”, digo y él me observa con una sonrisa.

“La Señorita Jade es muy persuasiva y Harrison es un buen amigo”, expresa en cuanto salimos.

Miro hacia adelante y me encuentro con el rostro de Jade que ahora no usa muletas, pero sigue con la férula en su pie y unos hombres de seguridad la resguardan.

Alza los brazos, suelto la mano de Vlad y corro hacia ella para abrazarla. Cuando colisiono con su cuerpo, cierro los ojos apretándolos. Pues extrañaba a mi mejor amiga.

“Pero… ¿Cómo?”, pregunto desconcertada. Ella me da una sonrisa.

“Vi las noticias en mi encierro, Vlad me avisó y recordé a un buen amigo de la familia”, dice mirando al Sargento quien le guiña un ojo, este anciano aprieta la mano de Vlad.

“Me tengo que ir a ordenar el rebaño, no se metan en problemas”, dice y Jade ensancha su sonrisa, ella lanza un beso en el aire y el anciano desaparece dentro de la comisaría.

“Gracias, de verdad, no sé cómo…”.

“Nada de eso, eres mi hermana, no de sangre, pero… nos une algo más que eso. Te extrañaba y lo que haces es aparecer en las noticias, Val, cuando te dije que vivieras tu vida al máximo no me refería a que te metieran presa”, habla muy rápido haciéndome reír.

Niego con la cabeza.

“Todo es una confusión, están acusándome falsamente… también te extrañé”, reitero a lo que ella asiente. Mira a Vlad un segundo.

“¿Crees que sea Alice quien esté detrás de todo esto?”, pregunta Jade hacia mí.

“Es una buena pregunta, porque me la estuve haciendo dentro de esa celda”.

“Esa p$rra envidiosa”, gruñe Jade notablemente molesta.

“Tenemos que pelear por la verdad”, dice emocionada, asiento ante eso”,

“Pero, será luego de que descanses y recobres energías… debería de irme, mi padre me prohíbe estar en cualquier lugar hasta que sea totalmente seguro”, anuncia rodando los ojos.

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