Destinada a amarte
Capítulo 97

Capítulo 97:

“¿Ya terminaron de conversar, desean un café o algo?”, espeta irónica. Clavo mis ojos en ella.

“¿Qué problema tienes con nosotros? ¡No te hemos hecho nada!”, exclamo enervada.

“Sí que lo hicieron”, gruñe.

Arrugo mi cejo y ella empuja mi cabeza hacia abajo para que no la golpee con el techo del auto. Mi respiración se altera y veo a través de la ventanilla a Dante dándome un asentimiento.

Suelto un suspiro y la patrulla avanza junto a la sirena provocando estruendo. Trago con dificultad tirando mi nuca hacia atrás.

Reformulo lo que me dijo Beltrán, que me había convertido en la dueña total de Grupo Birken cuando estaba en negociación con Grupo Vedma y Dmitry… Alice es quien sabía de esto, pues aún tenía acceso a la compañía de alguna manera. Aprieto mis manos con molestia y maldigo en mi interior.

Al llegar a la comisaría, me pasan a realizar el registro; captación de datos biométricos e información de mis documentos. Me dan a sostener una tablilla donde indica mi nombre junto al código de mi caso.

“Esto es una equivocación”, digo entre dientes a la persona que toma las fotografías.

“De costado y haz silencio”, ordena la mujer. Resoplo haciéndolo y luego me detienen al frente de un recibidor con una bandeja de plástico.

“Sus pertenencias”, anuncia el hombre, arrugo mi cejo observando mi anillo con el zafiro azul. Mis ojos se escuecen en cuanto me lo quito colocándolo en la bandeja junto a las demás cosas.

“Lindo anillo”, menciona y luego me llevan a lo que será mi celda.

Entro y siento frío en mis brazos, cruzo mis brazos y el oficial cierra la celda.

“¡Se equivocan de persona!”, exclamo.

“Eso dicen todos”, se burla el oficial moviendo sus llaves haciéndolas tintinear.

“¡Quiero a mi abogado, tengo derecho a una llamada!”, insisto sosteniéndome de los barrotes.

“A su debido tiempo, su alteza”, espeta y se termina de ir.

Frunzo mis labios con molestia, me aparto de los barrotes y lanzo mi cuerpo a la mullida cama que hay en el lugar. Acostándome de ovillo abrazo mis piernas tratando de darme calor, el nudo en mi garganta es doloroso, pero es por la impotencia que yace dentro  de mí, con ganas de que las personas paguen por esto.

Pov Vladimir.

Mi celular suena, pero lo silencio cuando llego al lugar de encuentro; un viejo y abandonado galpón que antes pertenecía a una de las empresas de mi familia. Oculto mis manos en los bolsillos de mi pantalón y levanto la mirada al frente.

“Quédense afuera y no interrumpan”, ordeno a mi seguridad, estos asienten y se retiran del lugar dejándome a solas. Escucho a los minutos, el crujir de un vidrio como si lo hubieran pisado accidentalmente.

“¿Hannah?”, pregunto con seguridad.

De las sombras aparece Hannah, pero con su cabello ahora muy oscuro, dejándome ver mejor sus ojos verdes que resaltan brillantes.

“Sabía que recapacitarías, solo era cuestión de esperar”, menciona conmocionada para romper la distancia, corre hacia mí y me abraza con fuerza sollozando. Me siento la peor persona del mundo en este instante.

“Podremos irnos a Italia, tengo familia en ese lugar, comenzar de nuevo… casarnos”, dice emocionada.

Poso mis manos en sus hombros apartándola de  mí y veo su sonrisa.

“¿Sucede algo? ¿Ya nos vamos?”, pregunta mirando a los lados.

“Tienes que contestarme unas preguntas y nos iremos”, menciono a lo que ella alza su mano para acariciar mi mejilla y asiente.

“Las que quieras”.

“¿Sabías que Valeria era la madre de Anastasia?”. Ella arruga su cejo con desconcierto.

“Sí… pero, no quería…”.

“¿Tú fuiste la que pidió descongelar mi esp%rma?”, interrumpo con otra pregunta.

Su mirada se desvía con vergüenza y termina asintiendo con su cabeza. Tomo una bocanada de aire mirando a la culpable de que Anastasia no haya crecido con su madre y la causante del dolor terrible hacia mi cielo. Aprieto mis manos en puños.

“¿Contrataste a un francotirador para matar a Valeria, ella era el objetivo?”, pregunto, con un poco de fe de que no haya sido Hannah.

Ella da un paso atrás y sus ojos sigues húmedos, levanta su mano señalándome con su índice.

“Dmitry lo arruinó, pero… lo hice por ti, tú me despreciaste y siempre estuve para ti ¡Cuidé de ti, te protegí y tú solo me desplazaste en cuanto apareció Valeria! Ella tenía que desaparecer de tu vida, tenía que eliminarla para siempre, estaba robándome mi puesto ¡Es mío!”, manifiesta y abro los ojos con sobresalto observando lo quebrada que está. Desvió la mirada y suelto un resoplido.

“Vladi… te amo, mírame, soy la única que te ama  con todo y tu infierno. Lo que te sucede cuando duermes lo he visto, he escuchado cuánto sufres y yo te ayudaría con eso, sanaríamos juntos”, manifiesta acunando mi rostro con sus manos obligándome a mirarla.

“Siempre te he amado en las sombras, oculta debajo de esa amiga incondicional… podemos dominar el mundo, tener nuestros propios hijos y…”.

Arrugo mi cejo sosteniendo sus muñecas.

“¿Qué estás insinuando?”, pregunto con dureza.

“Nada, es que… no está Anastasia aquí, supuse que la dejarías e iniciaríamos solo los dos”, murmura  nerviosa.

Esbozo una sonrisa sardónica, sin poder creer que quien profesaba amarme quería destruir mi cielo, llena de egoísmo, odio, resentimiento y poca cordura.

Estuvo en mis peores momentos, pero quien se levantó por sí sola y siguió… siempre he sido yo, sin su ayuda, sin nadie que me quisiera de forma verdadera. Ella quería algo y ese ‘algo’ era la persona que creé para ocultar mi infierno.

“¿Por qué no nos vamos ya?”, pregunta tragando con dificultad.

“El que hace las preguntas, soy yo. Así que, contéstame esta última, ¿Pagaste para que secuestrarán y asesinaran a Jade Harrison?”, espeto entre dientes encarándole con frialdad.

“’¿A… a qué va esa pregunta?”, balbucea dando unos pasos hacia atrás y mira a los lados.

“Contéstala”, gruño.

“Por ti… ¡Lo hice por ti, para que me vieras!”

“¿Y sabes qué veo?”, cuestiono. Ella niega con la cabeza.

“Veo a una persona que actuó con maldad, egoísmo y alevosía”, dice.

“Pudiste llegar a mí de manera diferente, te hubiera visto, con un corazón puro que no busca hacerle daño a los demás para escalar u obtener lo que quiere a toda costa, pudiste hacer las cosas de forma diferente, Hannah, pero, tomaste muy malas decisiones y esas decisiones tienen consecuencias muy graves”, declara a lo que ella, abre los ojos con sobresalto por mis palabras sin entender del todo lo que está ocurriendo.

Nerviosa, de repente, mete su mano en su bolso y lo lanza al suelo luego de sacar una Glock plateada para apuntarme con ella y sus manos temblorosas.

“¡Nos vamos ahora, basta de charlas!”, exclama, remojo mis labios.

“Yo me iré, pero, tú te quedarás”, reitero confundiéndola.

“Vladi, déjate de tonterías. Nos vamos o dispararé”, advierte,

“No, no vas a disparar”, suelta la voz de Brendan Harrison resonando en el lugar. Hannah mira detrás de mí, giro mi rostro para observar las figuras de los hombres armados de Brendan salir de la oscuridad junto con él.

“Hola, Hannah Taylor, finalmente nos conocemos ¿Te gustó mi presente o fui muy grotesco con tus padres?”, manifiesta en una voz gutural que pone a temblar a Hannah.

“¡Voy a disparar!”, grita Hannah, dando unos pasos atrás para que no se acerquen a ella.

“Baja el arma, Hannah”, ordeno.

“¡Baja la p%ta arma!”, gruño.

“¿Por qué me mentiste?”, solloza bajando el arma. Los hombres se acercan a ella desarmándola y me quedo perplejo mirando cómo la sujetan de las muñecas y en una base la cuelgan con los brazos alzados imposibilitando que se mueva.

“¿No la matarán, cierto?”, pregunto mirando a Brendan quien se posa a mi lado. Él me observa con una sonrisa fría.

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