Destinada a amarte -
Capítulo 96
Capítulo 96:
Pov Valeria.
“¡Da igual! Eres una z%rra, y quizá la culpable de la muerte de Akim, no debes de estar aquí”, gruñe enfurecida de solo verme. Dante se interpone ante Alice cuando ella hace ademán de acercarse a mí.
“¿Ahora tienes escolta? Z%rra astuta”, manifiesta llena de odio.
“No tengo tiempo para discusiones de niñas, menos pelearé por un muerto que no me interesó ni en vida. Vine a dejar mis condolencias porque él y yo tuvimos un pasado, todo lo contrario, contigo ¿Qué eres, una prometida forzada? Porque Akim me rogó que me casara con él ya que… el imaginarse casado contigo le aborrecía”, declaro encarándola.
“¡Maldita!”, exclama y levanto la mano cuando Dante saca su arma para apuntarle.
“Intenta hacerle daño a mi Señora y tengo el derecho de detenerla a la fuerza; cuidarla del peligro implica accionar mi arma contra dichos peligros”, advierte con dureza, Dante.
“Está bien, Dante. Alice no hará nada”, digo dándole la espalda para seguir mi camino.
“¡Seré la que ría de último! ¡Caerás Valeria!”, grita a mi espalda, trago con dificultad y mis pies se vuelven a detener cuando me encuentro con los rostros de mi padre y de mi madrastra. Que se sorprenden y se molestan al verme.
‘Demonios’, pienso.
“Que sorpresa ver a esta arrastrada, pensé que estaba siendo investigada por asesinato o quizá en otro funeral como el de su suegra”, declara Marla.
“No está muerta y no lo estará”, gruño.
“Qué lástima, ¿y tu esposo, tan pronto te abandonó con tu bastardo? Sabía que eso sucedería”, inquiere Marla mientras mi padre permanece en silencio.
Paso mi lengua por las encías ladeando la cabeza. Me giro para encarar a Alice que se acerca a su madre y arrugo mi cejo.
“¿Tú fuiste la que intercambió las planillas médicas? ¿Tú fuiste la que me enfermó?”, pregunto entre dientes ante lo que se me vino a la mente de lo sucedido hace cinco años atrás
‘¿Cómo pude ser tan ciega y tonta?’, me cuestiono. Alice sonríe.
“Y sí funcionó mi plan… tienes un bastardo, nunca sabrás de quién fue ese esp%rma, además de que te quité de mi camino y del de Akim”, manifiesta.
“Quería agradecerte”, digo desconcertándola.
“¿Por qué?”, su cejo se arruga.
“Porque el esperma era ni más ni menos de quien ahora es mi esposo, tengo un hijo legítimo Novikov, y no solo un hijo… tengo unos mellizos hermosos y sanos los cuales amo con locura. Porque si, la hija de Vladimir Novikov fue la que me fue arrebatada en el hospital, no estaba muerta”, digo.
“Por eso quiero darte las gracias, por quitarme a Akim del medio y ser tan maldita para enfermarme y hacerme todo lo que me hiciste ¡Pero ya no, se acabó!”, manifiesto, Marla posa su mano en el pecho y mi padre cambia el semblante a uno muy preocupado.
“Hija… podemos conversar…”.
“No, y dejé de ser tu hija. Pueden irse todos al demonio; si me empujan, me levantaré, una y otra vez”, le detengo encarándolo con frialdad.
“Tienes lo que tienes gracias a mi hija ¡Tú misma lo has dicho! Sé recíproca y humilde, baja la cabeza cuando hables con tu padre”, replica Marla. Sonrío por eso.
“Marla, púdrete”, espeto dejándole hablar solos.
“¡No te atrevas a…!”, las palabras de Marla se interrumpen abruptamente, giro para ver cómo Dante le apunta con su arma a quien tuvo la osadía de levantarme la mano.
“Hazlo, vuelve a intentar golpearme, Dante se encargará”, aliento, a lo que ella se aparta.
“Fer, haz algo, ella no puede hablarnos así ¡Nos quita la compañía y viene al funeral del ex prometido de nuestra hija a hablarnos así!”, replica Marla hacia mi padre.
“Ya déjalo, Marla”, gruñe mi padre, alejándose de su esposa.
“¡Fer!”, exclama ella siguiéndole.
“No cantes victoria, Valeria, los Morat tienen siempre un último golpe”, amenaza Alice con una sonrisa sardónica.
Decido no seguir perdiendo mi tiempo, deseo dejar mi sentido pésame e irme de una vez por todas. Hacer acto de presencia será suficiente para que los medios me fotografíen y nadie insinúe algo al respecto.
Tomo una rosa blanca y la lanzo en el ataúd. El cura dice las oraciones junto a las palabras de los padres de Akim; quiénes sollozan. Me acerco a ellos al finalizar la ceremonia.
“Mis sinceras condolencias”, menciono, ellos siempre me tuvieron buena estima.
“Oh. Valeria. Gracias y por venir, es lo que Akim hubiera querido… te amaba mucho”, menciona la madre de Akim.
“Si, siempre”, acota el padre.
“Lamento que todo haya acabado así para Akim”, digo con sinceridad.
“Gracias, Valeria… hemos visto las noticias, me alegra saber que estás bien, que horror lo del atentado”, comenta la Señora Baker.
Tomo una bocanada de aire y asiento.
“Solo vine por ustedes, es hora de que me vaya. No quiero volver a cruzarme con mi padre, su esposa y Alice”, menciono, ya que, ellos deben de saber sobre la relación terrible que tenemos.
“Por supuesto, cuídate, Valeria”, dicen al unísono. Me despido alejándome de ellos.
“Llévame a casa, por favor”, pido para Dante. Él asiente, siguiéndome.
De repente, unos oficiales bajan de una patrulla policial, aparece la detective Beltrán caminando hacia nosotros junto a los policías, logrando desconcertarme por completo.
“Señora Novikov”, anuncia ella con una sonrisa.
“’¿Acaso me está persiguiendo?”, cuestiono arrugando mi cejo. Le hace una seña a los oficiales para que se acerquen a mí, Dante reacciona haciendo ademán de sacar su arma.
“No, Dante”, le detengo.
“¿Qué quieren? No se acerquen a mí”, espeto encarando a la detective.
“Está arrestada, Señora Valeria Morat de Novikov, por malversación de fondos, fraude y estafa con la compañía de Grupo Birken, usted es la presidenta y ahora dueña total de las acciones”, manifiesta la detective. Niego con la cabeza ante tal locura, ya que, no tengo aún el poder de las finanzas de la compañía.
“¡Esto es una equivocación! Tengo un socio…”.
“Ya no. Usted ha comprado las acciones por una cantidad muy alta de dinero, quizá todo el que robó con la empresa”, interviene Beltrán, quien parece disfrutar de esto. Abro los ojos con sobresalto mirando a Dante.
“Me encargaré de esto”, dice entre dientes
“Dante, tienes que buscar a Vladimir”, digo en cuanto siento las esposas en mis muñecas.
“Leeré sus derechos, Señora Novikov… sabía que usted caería tarde o temprano”, menciona con un suspiro de alivio.
“Te equivocas”, gruño encarándola.
“Debe permanecer en silencio, porque todo lo que diga puede ser utilizado en su contra en una corte”.
Dejo de escucharla cuando terminan de esposarme, la prensa me captura con la policía, Dante toma mis cosas y comienzan a escoltarme, pero, puedo vislumbrar la sonrisa de Alice a lo lejos llena de satisfacción mientras mi corazón desconcertado está golpeando mi esternón.
Con las esposas, me guían hacia la patrulla, los flashes impactan en mí. Dante me sigue de cerca y detengo mis pasos para encararlo.
“Que mis hijos no vean las noticias, y comunícale a Ofelia que les diga que me fui de viaje, no quiero que…”.
“No te preocupes, no sabrán de esto. Pero, no será necesario mentir, porque tú no dormirás en una celda, Vladimir no permitirá que eso suceda”, interfiere Dante con dureza.
“Él se va a preocupar, suficiente tiene con el monstruo rondándole y Hannah buscando cómo separarnos”, expreso y niego con mi cabeza. Dante posa una mano en mi hombro llamando mi atención.
“Todo estará bien, Valeria”, pronuncia con seguridad.
“Gracias, Dante”, digo y la detective aclara su garganta.
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