Destinada a amarte -
Capítulo 93
Capítulo 93:
“Estoy comenzando a pensarlo”, interviene dejándome atónita.
“Aún estoy aprendiendo sobre el ‘amor’ tenme paciencia, cielo”, pide casi en súplica.
“Toda la que quieras, además, no te irás a ningún lado. Eres para mí, el cielo te lo acaba de confirmar”.
Vlad esboza una sonrisa que me pone a delirar de amor, sostiene mi mano y caminamos de regreso al auto donde nos esperaba Dante.
Luego de besar las coronillas de los mellizos, un baño de burbujas en la tina nos envolvió mientras una cosa llevó a la otra y terminamos desbordando el agua de la tina en medio de las embestidas intensas y los g$midos que provenían de ambos.
Me muevo en la cama, escuchando la voz de Vlad. Abro los ojos para mirarle a mi lado; otra vez sudando frío y murmurando.
“¡Mamá!”, exclama sobresaltándome.
“No… ¡Él la mató!”, agrega y mis latidos se encienden. Levanto mi mano para acercarla a su mejilla con lentitud.
“Vlad…”, susurro acariciando su piel caliente.
“¡Fue Cassian!”, grita y abre los ojos como platos, mostrándome el pánico. Su cuerpo se sube encima de mí dejándome perpleja y con la respiración acelerada.
‘El Doctor que le hizo daño’, pienso.
“Cariño, soy yo, tu cielo”, digo, él arruga su cejo y pestañea.
“¡¿Cielo?!”, pregunta y sujeto su rostro.
“Sí, aquí estoy”. Lo atraigo a mí y Vlad suelta un suspiro de alivio al darse cuenta que ha sido una pesadilla.
“Fue una pesadilla, nadie te hará daño”, profeso pasando mis dedos por su cabello humedecido por el sudor.
“Te adoro, Vladimir”, murmuro con el nudo en la garganta, me duele que él tenga que sufrir cada noche de esta manera.
Nos quedamos dormidos luego de un rato intentando que se calmara, Mi sueño se interrumpe nuevamente por la voz de Vladimir, pero, esta vez es diferente.
“Necesito hacértelo duro”, gruñe de forma excitante a mi oído, abro los ojos para verle encima de mí magreando mis tetas y presionando su p$ne endurecida contra mí vientre, sus ojos se encuentran cerrados como siempre.
Poso mis manos en su rostro y él sostiene con fuerza mis muñecas para alzar mis brazos encima de mi cabeza entrecruzados y con posesión. Suelto un g!moteo por su acción, separo mis piernas al sentir el ardor en mi vientre por la excitación.
‘Me estoy volviendo adicta a estos despertares’, pienso enloquecida de alguna manera.
Él, con una sola mano sostiene mis ambas manos, mientras que la otra la usa para terminar de alzar la bata de satín y sacar su p$ne engrosado y palpitante de su pantalón de chándal donde se apretaba por su gran tamaño.
Tomo una bocanada de aire cuando Vlad sin previo aviso… entra en mí, abriéndose paso entre mis pliegues que se van humedeciendo con él.
“Ah…”, g!mo y él me embiste con dureza.
Lo siento tan dentro de mí, que podría jurar que ha llegado a mi ombligo. Curveo mi espalda para sentirlo por completo hasta su tallo y el golpe lascivo de sus p%lotas contra la cara de mis nalgas.
Su boca se posa en mis pechos, mordisqueando, chupando y lamiendo mis p$zones con brusquedad para hacerme g$mir con más fuerza. Va subiendo hasta mi cuello, para hacer lo mismo hasta el lóbulo de mis orejas.
“Mi p$rra sedienta”, gruñe con palabras sucias y er%ticas. Abro la boca privándome del placer tan intenso que me desorbita.
“¡Vlad!”, grito para correrme en medio de sus embestidas, él no para, en cambio… las intensifica queriendo partirme en dos o fundirse conmigo en medio del clímax.
Los espasmos me tensan todos los músculos y el no poder tocarle o clavar mis uñas en él me desespera, aun así, siento cómo la segunda oleada viene a mí en medio de los jadeos y sus gruñidos er%ticos.
Ambos desfallecemos del cansancio, cierro mis ojos para ser abrazada por él en medio del sueño donde pude haberlo imaginado, pero él decía que me amaba… fue un lindo sueño.
Despierto y él no está a mi lado, resoplo quitándome las sábanas de encima para detener mis pies antes de llegar a la puerta para encontrarle terminando de colocarse su traje, sus ojos intensos me atrapan igual que una sonrisa que se le borra de inmediato al ver mi pecho.
“Superman, estuvo un poco agresivo”, murmuro cubriéndome lo más que da avergüenza el que me haya encantado lo de anoche.
“Esto tiene que parar, Valeria, no te puedo seguir lastimando así”, espeta con dureza.
“¿Cómo puede parar? Y no me digas de opción el que deje de dormir contigo, me rehúso a volver a eso”, reitero encarándole.
“Cielo, esto es grave”.
“Lo sé, tan grave como que no puedo dejar de dormir a tu lado y que me encanta que me despiertes con org%smos ¡Sé lo grave que es! Pero lo asimilo y sigo adelante porque si vivir contigo es enfrentarme a un infierno todas las noches; lo haré”, manifiesto con dureza apretando mis dientes,
“A tu lado ya no existe tal infierno, solo soy yo, el enfermo de los Novikov”, declara y dejo mis brazos lánguidos a mis costados para soltar un resoplo. Rompo la distancia que nos quedaba y llego hasta él, acaricio su pecho con mis dedos.
“Déjame ayudarte”, pido, a lo que él le lleva a arrugar el cejo.
“¿Cómo? He intentado todo”.
“No todo, nunca se agotarán las opciones para nosotros”, sentencio con positivismo, me coloco de puntillas para acercarme a sus labios y besarle con vehemencia. En medio del beso, sale un jadeo y la temperatura aumenta con potencia entre nosotros.
El golpeteo de la puerta nos alerta, separándonos de lo que iba a terminar en la cama, en el suelo, contra la pared o en el baño. Acomodo la bata cubriéndome igual que mi cabello para cubrir mis pechos y abro la puerta, encontrándome con Ofelia.
“Señora Novikov, la detective y el oficial de la última vez, están aquí”, anuncia, maldigo por mis adentros. Pues había olvidado el caso de Akim. Miro a Vlad.
“Me encargo”, anuncia pasando por un lado de mí, pero, no sin antes dejarme un beso casto en los labios. Desaparece de nuestras vistas y dejo salir un suspiro.
“¿Los niños estás despiertos?”, pregunto hacia Ofelia.
“Si, les serviré el desayuno a todos”.
“Gracias, Ofelia”, digo, mordiendo mi labio en cuanto se va.
Salgo de la habitación oscura para ir a la otra habitación y darme un baño con agua fría, así quizá se me quite lo caliente que estoy; otro efecto secundario de Vladimir Novikov.
Cuando bajo la escalera ya vestida con un conjunto ejecutivo de los muchos que tengo en mi armario y que cubre las marcas de pasión; escucho las voces alteradas de las dos personas que no viven en esta casa. Arrugo mi cejo y me acerco al lugar de donde provienen, están en el salón de la chimenea.
“¡El caso se cerró mágicamente! ¡¿Qué cree que hace pensar eso?! Usted tiene poder y dinero”, insinúa la mujer de manera ofuscada.
“No tengo nada que ver en eso”, declara calmado Vlad.
“Estamos seguros de que no fue un suicidio”, replica la detective Beltrán.
“Le repito que no hablaré sin mis abogados presentes”.
“¡Lo sabemos!”, exclama ella.
Termino de entrar cruzándome de brazos y llamo la atención de todos.
“Beltrán, le dije que no era buena idea, es mejor que nos vayamos. El caso ya se archivó”, espeta el oficial Spencer.
“¿Qué sucede aquí? Tienes la osadía de seguir señalando a mi esposo que es inocente, en vez de hacer bien tu trabajo”, digo enojada con esa mujer que me mira con odio.
“Lo dice la ex pareja de Akim Baker, nos enviaron otro video… donde aparece usted con él, en un, como decirlo… una situación muy íntima”, manifiesta y abro los ojos con sobresalto.
“No te atrevas a amenazar a mi esposa”, gruñe entre dientes Vladimir al entender lo que dijo la detective.
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