Destinada a amarte -
Capítulo 90
Capítulo 90:
“¡No! ¡Que él se atreva a sacarme!”, grita poseso Dmitry.
“Bien”, gruñe Vlad, se termina de acercar a Dmitry sujetándolo del cuello para arrastrarlo a la salida, mi corazón late con fuerza. Persigo a Vlad para intentar detenerle a que cometa algún error y los invitados se desconciertan.
Cuando salgo del hotel, Vlad lo lanza al suelo. Dmitry me sonríe señalándome a lo que bajo la vista a mi pecho y veo un punto rojo como de un infrarrojo de una mira. Infla mi pecho y Vlad me observa con los ojos en sobresalto.
“Valeria es mejor que…”, la voz de Tania se corta cuando ella se interpone al frente de mí, una detonación nos desploma a ambas en el suelo.
Mi corazón bombea con fuerza y el cuerpo de Tania que cayó encima de mí me inmoviliza. Dante termina de salir del hotel con su arma apuntando hacia unos edificios.
“Corroboraré, he llamado a la policía”, anuncia Dante ante un asentimiento de Vlad y corre lejos.
“¡Madre!”, suelta Dmitry en un grito desgarrador.
Estoy desorientada, no sé lo que ha sucedido ¿Me han disparado? Giro mi rostro a cómo puedo para ver a Dmitry correr hacia nosotras y sostener a su madre que al parecer está inconsciente. Al apartarla de mí tomo una bocanada de aire pues se me estaba aprisionando el aire.
“¿Cielo…?”, pregunta de repente Vlad, perplejo o en estado de Shock. Bajo la vista a mi torso y el vestido está lleno de sangre, poso mis manos encima de él.
“¡Cielo!”, exclama reaccionando y se lanza hacia mí desesperado por ver si estoy herida.
“No, por favor, no”, suplica y ve a su madre.
“Una p%ta ambulancia!”, solloza Dmitry.
“¡¿Qué pasó?!”, pregunta Mikhail al salir del hotel.
“¡Madre!”, grita Katia al ver a Tania en los brazos de Dmitry quien la mese inconsciente. Las manos temblorosas de Vlad tantean mi abdomen mientras sus ojos se abren humedecidos.
“No… no es mi sangre”, digo al percatarme.
“Vlad, no es mía”, reitero a lo que él no reacciona aún. De repente me mira con los ojos muy abiertos y respira con dificultad.
Luego gira su rostro a su madre, y noto cómo pasa saliva. Sostengo su muñeca y él se sobresalta.
“Estoy bien, y ella lo estará”, menciono sin saberlo a ciencia cierta, pero, necesito que él salga de su estado de perturbación.
“Esto… no debió de ocurrir así ¡No debió de ocurrir así!”, manifiesta Dmitry. Vlad se levanta y hace ademán de alzarme en sus brazos, niego con la cabeza.
“Puedo hacerlo”, murmuro.
Él asiente y la sirena de la ambulancia llega al lugar junto a una patrulla policial. Atienden de inmediato a Tania, apartando a toda su familia de su alrededor que no querían despegarse de ella.
Le colocan un respirador y eso solo me indica que aún sigue con vida. Sin percatarme, mis mejillas están húmedas por las lágrimas, quizá he quedado igual que Vladimir.
Simón y las demás personas han salido ante el ruido de las sirenas, se crea una escena del crimen en el lugar y las personas me observan desconcertadas por la sangre encima de mí. Dmitry se queda desplomado en el suelo en cuanto se llevan a Tania. Me acerco a Mikhail.
“Iremos detrás de ustedes”, digo hacia el padre de Vlad quien me asiente entre lágrimas. Se sube a la ambulancia junto con sus hijos menores.
“¡Tengo que ir con ella!”, grita Dmitry.
“No”, interviene de repente Vladimir. Se acerca a su hermano y le sujeta del cuello levantándolo del suelo.
“¡¿Qué mi%rda hiciste?! ¡Contéstame!”, exclama Vlad. La ambulancia se va rápidamente y veo que la policía se acerca a los hermanos Novikov.
“No tenía… que suceder esto…”, murmura Dmitry con los ojos rojos.
“¿Y qué tenía que suceder?”, el mayor de los Novikov me observa con la mirada vacía.
“Esta bala no era… para mi madre”, balbucea, me recorre un escalofrío en el cuerpo y doy un paso atrás posando mi mano en el pecho por la impresión de sus palabras.
“¡Maldito!”, exclama desorbitado Vlad, para golpear a su hermano con fuerza.
La policía se apresura a separarlos y Vlad no deja de forcejear para que lo suelten y acabar lo que comenzó. Sus nudillos están reventados igual que la ceja y el labio de Dmitry, que brota sangre de las heridas.
“¡Suéltenme!”, insiste mi esposo.
“¿Papá?”, pregunta la voz de Zayn. Abro los ojos volteando a mirarle cómo sujeta la manita de su hermana.
“Zayn…”, reacciona Vlad deteniéndose para mirar a sus hijos.
“¡Ofelia, sácalos de aquí!”, grito y ella asiente rápidamente corriendo al interior del lugar con los mellizos.
“Señor ¿Usted sabe lo que ocurrió aquí?”, pregunta uno de los oficiales a Dmitry. Este, suelta un bufido.
“Un maldito error”, responde con prepotencia observándome con rabia, sueltan a Vladimir quien se acerca a mí, acunando mi rostro y hace que mire sus océanos.
“¿Estás bien?”, pregunta y arrugo mi cejo en confusión. Vladimir reacciona muy diferente, no llora, pareciera que le hubieran borrado la memoria.
“Acaban de herir a Tania, tu madre… no estoy bien, tampoco deberías de estarlo. Cariño, está bien sentir dolor”, manifiesto a lo que él me observa con desconcierto luego de pestañear.
“¿Señor Dmitry Novikov?”, pregunta uno de los oficiales al mayor de los Novikov, llamando mi atención. Él se deja esposar sin quitar la mirada de nosotros
‘¿Él quiso matarme acaso o a su hermano?’.
“Le leeremos los derechos… debe permanecer en silencio, porque todo lo que diga puede ser utilizado en su contra en un tribunal, puede tener un abogado presente, y si no puede costearlo, se le proporcionará asistencia legal pública, antes de que la policía le haga preguntas”.
“Según los hechos y los testigos usted está implicado en un atentado, la persona herida estará luchando por su vida en este momento”, anuncia el oficial luego de hacer unas preguntas a las personas presentes.
“Señor Vladimir Novikov, necesitamos que ambos respondan unas preguntas”, anuncia uno de ellos.
Mientras hacen ademán de llevarse a Dmitry. Vlad ignora al oficial apartándolo de su camino para llegar a su hermano sujetándolo de las solapas de su traje y lo encara con impotencia.
“Dime qué mi%rda planeaste ¡¿Por qué hiciste esto?!”, gruñe entre dientes.
“¡No, no se lo llevarán hasta que me conteste!”, Dmitry remoja sus labios y hace una mueca para mirarme.
“Ella debía de morir”, espeta sin más, el oficial lo empuja apartándolo de Vlad para meter a Dmitry al auto.
Me quedo perpleja ante su contestación y mi pecho sube y baja. Alzo la vista al edificio abandonado donde hay unas ventanas que dan la vista hacia este lugar. Recuerdo el infrarrojo apoyarse en mi pecho… iba directo a mi corazón, si no fuera por Tania… estaría muerta.
Llegan dos patrullas más a movilizar el bullicio de personas y la prensa que busca tomar una primicia de los hechos. Un oficial nos avisa que es seguro, pero deberíamos de irnos de inmediato, y que ellos puedan buscar bien de dónde provino el ataque y a qué distancia.
“Tenemos que irnos”, anuncio viendo cómo la patrulla se aleja con Dmitry y el oficial me deja su tarjeta para que nos hagan las preguntas debidas.
La mano de Vlad se posa en mi brazo deteniéndome, mis ojos se humedecen de nuevo y él me atrae a su cuerpo envolviéndome con sus brazos, pego mi mejilla de su pecho para escuchar sus latidos y suelto los sollozos.
“Estás a salvo, no permitiré que te hagan daño”, murmura acariciando mi cabello.
“Tienes que llorar, Vlad, tienes que soltarlo”, digo apartándome para mirar su rostro, puedo notar cómo está tragándose el nudo doloroso. Él niega con la cabeza.
“No voy a perder una madre de nuevo, no vale la pena llorar… lo hice mucho con mi madre biológica y ella no volvió a la vida y el tiempo no retrocedió. Tania tiene que vivir”, manifiesta con seguridad y la ronquez característica de su voz.
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