Destinada a amarte
Capítulo 88

Capítulo 88:

“No fui yo”, dice finalmente luego de una pausa larga. Dejo salir el aire retenido en mis pulmones.

“Lo sabía”, anuncio.

“Nadie te va a alejar de mi lado”, afirmo embelesada por sus ojos azules oscuros.

“Nadie”, repite abrazándome con sus enormes y fuertes brazos.

Aspiro el aroma su perfume y escucho los latidos de su corazón. No sé cómo permaneceremos juntos con tanta maldad rodeándonos, pero, haremos lo posible de ser fuertes o que lo que sentimos sea más arrasador que el odio.

Llego con Zayn a casa, quien ha decidido traerse a unos amiguitos con él, estos corren emocionados dentro de la casa. Saludo a Ofelia con una sonrisa.

“Hoy traje a un batallón”, anuncio.

“Haré unas galletas”, responde efusiva guiñándome el ojo.

“Gracias, Ofelia ¿Vladimir ha llegado?”, cuestiono, aún está mi preocupación, no hemos tocado el tema sobre el peluche de oso y el Doctor que ha salido de prisión.

“Si, está en su despacho”, responde y asiento dirigiéndome al lugar. Escucho la voz de Zayn y los pequeños dentro del despacho.

“Dijiste que nos dejarías abrazar a Superman, él no es Superman ¿Dónde está su traje?”, pregunta uno de los niños, arrugo mi cejo.

“Zayn ¿Qué sucede?”, cuestiona Vlad.

“Tú dijiste que al abrazar a Superman me darías más juguetes, negociar y… ellos quieren abrazar a Superman, me darán juguetes por eso”, murmura mi pequeño. Me quedo pegada a la puerta escuchando sin que me vean. Vladimir resopla.

“Era un negocio entre tú y yo, no los demás niños”, espeta algo ofuscado.

“¡Eres un mentiroso, Zayn!”, exclama uno de los niños.

“¡No lo soy!”, solloza Zayn. Hago ademán de entrar, pero la voz de Vlad me detiene.

“Zayn no es un mentiroso y se los demostraré, denme un momento”, anuncia y escucho sus pasos pesados, abre las puertas y me ve deteniéndose.

“¿Qué está sucediendo?”, digo desconcertada.

“¡Nada!”, responde persuasivo para seguir su  camino, le sigo.

“Eso no sonó a ‘nada’ ¿En serio negociaste con Zayn? Él se detiene encarándome.

“¡Quería que vieras que él no se enojó conmigo por el pijama, que podía… resolverlo como su padre, creí en la conexión que tenemos, pero, me equivoqué en la manera desesperada en el que hice que me abrazara y me dijera que ‘soy el mejor’”, expresa y sonrío por la ternura que me provoca cosa que, a él le desconcierta.

“Si eres el mejor, y no tienes que negociar con Zayn para que te abrace y te lo diga. Yo lo sé… cariño has tenido suerte con Anastasia, a ella le das todo lo que pide. Somos sus padres no siempre tiene que ser así ¿Qué será de ellos en el futuro cuando no obtengan lo que quieren?”, digo llamando su atención.

“Solo quiero… ser el mejor, el padre que no tuve y las cosas que me faltaron en mi infancia no les faltarán a ellos”, reitera sin más, se acerca a mí y me besa dejándome atónita.

“Tendrás castigo por escuchar detrás de la puerta”, acota pasando de tierno a lujurioso en fracción de segundos.

Me esboza una sonrisa que me eriza la piel y sigue su camino a quién sabe dónde. Trago con dificultad pasando una mano por mi cabello y muerdo mi labio para sonreír y negar con mi cabeza. Los minutos pasan y los niños se han reunido en la escalera, ignorando a mi pequeño. Acaricio el cabello de Zayn.

“Mami ¿Y si papá no es Superman?”, pregunta mirándome con sus enormes ojos azules.

“Lo que importa es que sea tu Superman, no el de los demás, amor”, digo y él asiente suspirando.

“Ya esperamos mucho, que mi mamá me busque”, pide uno de los niños.

De repente, la puerta principal se abre dándole paso a Dante quien carga una sonrisa en sus comisuras.

“¿¡Preparados niños?!”, pregunta efusivo.

Ofelia y Teodora salen a la entrada, los niños se emocionan saltando y Zayn abre sus ojos con asombro en cuanto Vlad cruza la puerta; vestido de… Superman. Nunca en mi vida había fantaseado con un superhéroe hasta este momento.

“ Superman!”, exclaman todos al mismo tiempo, menos Zayn que se queda perplejo mirando a su padre. Sus amiguitos corren a abrazar a Vlad quien los alza para hacerles reír.

“¿Mi hijo no me va a abrazar?”, pregunta Vlad y mi sonrisa se ensancha mientras mi corazón late con fuerza.

‘¿Qué es esto que estoy sintiendo?’, me cuestiono desconcertada. Zayn corre hacia su padre, abrazándolo.

“¡Papá es Superman!”, grita efusivo mi pequeño.

“Soy tu superhéroe y siempre lo seré”, dice Vlad y mis ojos se escuecen.

“¿Volverán a decirle mentiroso a mi hijo?”, pregunta a los demás niños, quienes niegan con su cabeza rápidamente.

“Lo sentimos Zayn”, dicen.

“No importa, mi papá es el mejor”, murmura mi pequeño aferrándose en un abrazo al cuello de Vlad quien me mira conmocionado.

Asiento afirmando lo que dijo Zayn y lloro como una tonta al ver esta escena que me ha hecho sentir algo intenso en mi corazón. ¿Será esto amor? ¿Estoy enamorada de Vladimir? Me cuestiono perpleja observando cómo juega con los niños, y todo lo que hizo para ver una sonrisa en el rostro de su hijo.

Tres días después…

Miro a Nando Hilton quien está sentado al frente de mí. Cruzo mis brazos luego de escuchar su propuesta absurda.

“Señora Novikov, insisto, mi jefe no desea menos que eso”, reitera.

“Usted me había dicho que me daría las acciones por debajo del precio, además, me las está vendiendo muy por encima del precio original”, digo levantándome, él también lo hace.

“Dígale a Dmitry Novikov que no le daré un centavo más del que le ofrezco por las acciones, también que, el más de medio millón que le di, lo puede restar del precio. Él ya no tiene con qué chantajearme”, declaro firme.

“Entendido, Señora Novikov, se lo haré saber”, anuncia tomando su maletín con la propuesta de compra para las acciones y sale de la oficina, lanzo mi cuerpo en la silla y suavizo mis sienes.

He tenido mucho estrés últimamente, no saben nada de Hannah Taylor y los detectives siguen insinuando a Vladimir como sospechoso de la muerte de Akim.

‘¿Cuándo estaremos en paz?’ pienso, Gisela golpea el marco de la muerta llamando mi atención.

“Valeria, su esposo está aquí”, anuncia, levanto la cabeza mirándole con asombro y ella sonríe emocionada.

Se aparta y un ramo gigante de rosas rojas se asoma, junto con un gran ruso excitante.

“Gracias, Gisela… que nadie nos moleste por favor”, pido a lo que ella sale cerrando la puerta. Me levanto acercándome a él quien aparta el ramo para dejarme ver su hermoso rostro.

“Hola, grandote”, pronuncio colocándome de puntillas en mis tacones para alcanzar sus labios, él se termina de inclinar y nuestros labios se unen en un beso vehemente.

Aclaro mi garganta apartándome al sentir cómo el calor me invadía sin aviso.

“¿Qué te trae por aquí? ¿Todo bien con los pequeños?”, pregunto desconcertada.

“Vine a traerle rosas a mi esposa, hacerle el amor y anunciarle que nuestra hija ha sido dada de alta”, anuncia y pego un saltito de emoción.

“¿Eso fue por lo de hacerte el amor? No sabía que mi esposa estaba tan mal atendida”, comenta juguetón.

“Eso jamás, Superman me atiende en las noches luego de que tú lo haces”, declaro y él me observa con intensidad. Tomo las rosas de sus manos olisqueándolas para colocarlas encima de mi escritorio.

“Que celos tengo de ese sujeto”, espeta a mi cuello erizándome la piel. Suelto un g!moteo cuando sus manos acarician mis muslos cubiertos por las pantimedias.

“Debería de enseñarle cómo es que se toma a mi mujer”, agrega subiendo sus manos junto con la falda ejecutiva, para descubrir mi liguero y mi ropa interior de encaje azabache.

“Me escucharán”, digo en un jadeo.

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