Destinada a amarte
Capítulo 83

Capítulo 83:

“Lo estoy, mi amor, si no fuera así ¿Esto estaría así?”, manifiesta empujando su er%cción contra mí vientre, dejo salir un g!moteo por eso y mi v%gina palpita excitado.

“Aquí no, hay muchas personas”, digo mirando a nuestro alrededor, hay poca luz, pero puedo notar sus figuras.

“Ellos están disfrutando de Sodoma, observa bien”, menciona sosteniendo mi mentón y abro los ojos vislumbrando cómo están teniendo se%o entre sí sin importarles nada.

“No permitiré que nadie vea lo que es mío, pero, necesito tus g$midos exclamando mi nombre”, se aparta de mí y me siento desorientada o hechizada por este hombre.

Sostiene mi mano llevándonos a un área más privada donde se encuentra un sillón curveado de color rojo, telas trasparentes que cubren el lugar dándole mayor privacidad, quizá solo vean nuestras sombras del otro lado. Él comienza a quitarse la corbata llamando mi atención.

“Vlad, vine a buscarte…”.

“Y me encontraste, cielo”, sujeta mis manos y comienza a atarlas con fuerza detrás de mí, provocándome un jadeo.

“¿Qué me harás?”, pregunto con la respiración alterada.

“Proclamarte, hacerte el amor, tomarte; hacerte mía”, dice y sus manos desabotonan los botones de mi blusa.

“Tienes unos lindos pechos, no deberías de cubrirlos, no al frente de mí”, en un movimiento rompe los botones al no poder coordinar bien en desatarlos, estos rebotan por el suelo dejándome con mis pechos al aire cubiertas por el corpiño de encaje.

“Mucho mejor”, pronuncia con ronquez, y procede a meter sus manos debajo de mi falda ejecutiva, muerdo mi labio por su arrebato y él solo me baja la tanga que cubría mi se%o. Levanto mis pies para que él termine de sacarla, la aprieta en su mano guardándola.

“Cielo, puedes g$mir, gritar, jadear y decir mi nombre. Si quieres que me detenga, lo haré”, explica y mis latidos quieren hacer estallar a mi corazón. Asiento, desorbitada por la lujuria que desborda Vlad.

“Sí, Señor Novikov”, pronuncio remojando mis labios. Eso le provoca a él un jadeo.

“Maldición, me vuelves loco”.

Él me empuja hacia el asiento levantándome las piernas, la falda se arruga en mi cintura dejando al aire mi v%gina sediento.

Se arrodilla ante mí colocando mis pantorrillas en sus hombros, la escena es más que lasciva; es ardiente como el fuego. Trago con dificultad moviendo mis manos atadas detrás de mi espalda, su aliento palpa mi humedad y muevo mi pelvis de manera instintiva.

“Vlad…”, jadeo, muy excitada.

“Quiero probarte”, gruñe para sacar su lengua larga y ancha deslizándola muy húmeda sobre mi cl!toris hinchado.

G!mo por eso, retorciéndome por sus lametones que son seguidos. Mi respiración se convierte en jadeo y de repente, dos de sus dedos invaden mi v%gina sin apartar su lengua de mi cl!toris.

“¡Ah!”, g!mo moviendo mis caderas al ritmo de sus lametones. Él chupa, lame y embiste. Todo al mismo tiempo enloqueciéndome por completo.

¡Vladimir!”, exclamo entre dientes corriéndome en su boca, por mi desespero.

Se hace presente el sonido del chapoteo con mis fluidos junto a sus dedos entrando y saliendo de mí con velocidad y fuerza. Tiro mi cabeza hacia atrás arqueando mi espalda sin poder sujetar su cabeza con mis manos o apartarle en medio de mi placer, es asfixiante tanta lujuria que me vuelve posesa de él.

“¡C%geme, necesito que me c%jas duro!”, grito extasiada, la música del lugar se une con mis g$midos.

Él se detiene para sonreírme provocando que mi clímax me invada. Saca sus dedos de mi v%gina y los pasa por mi muy sensible e hinchado cl!toris, da círculos jugueteando conmigo.

“¿Quién te hace tener esa boca tan sucia, cielo?”, pregunta imitándome, abro los ojos con sobresalto.

“Tú… grandote”, espeto con seguridad.

“Respuesta correcta”, declara levantándose y apartándose de mí.

Sin dejar la conexión de su mirada con la mía, comienza a bajarse el pantalón para sacar su enorme, venoso, grueso y pesado p$ne que me provoca un g!moteo por lo majestuosa que se denota en cuanto la sostiene en su mano. Él arquea su ceja de manera sugestiva.

“Está tan dura ¿Quieres tenerla dentro de ti?”, pregunta y se me hace agua la boca de solo verla.

“¡Sí!”, suplico abierta para él.

Vlad rompe la distancia sosteniendo mis caderas para alzarla y acomodarse de rodillas para rozar su glande en mis pliegues abriéndose paso, veo la imagen de cómo su p$ne me embiste sin piedad alguna. Me retuerzo g!miendo y sus embestidas comienzan enloquecidas.

“¿De quién es ese v%gina jugosa?”, gruñe p$netrándome con fuerza.

“¡Tuya!”, exclamo ahogada en g$midos agudizados por el placer.

Él aumenta su potencia y de vez en vez magrea mis pechos que están sensibles y mis p$zones endurecidos. Cierro los ojos para sentir cómo me avasalla el org%smo que él me provoca con intensidad.

Mis músculos se tensan y la presión de mi vientre estalla con mis espasmos, muerdo con fuerza mi labio retorciéndome de placer mientras Vlad sigue dentro de mí en búsqueda de su org%smo.

“¡Ah, Valeria!”, exclama gutural para darme unos empollones fuertes que me hacen sentirlo tan dentro de mí que es sorprendente. Y siento de repente su caliente semen invadirme.

Su cuerpo cae yaciendo sobre mí, él se desespera en desatarme y al hacerlo dejo salir un suspiro suavizando mis muñecas que se escocieron por la fuerza de la atadura y de los movimientos rústicos de mis manos.

Vlad mira las marcas y arruga el cejo con molestia. Sostengo su rostro apartando su vista de ellas, que me mire con sus océanos.

“Vamos a casa”, digo en sus labios, besándole  con vehemencia.

Cubierta por el saco de su traje ya que ha decidido romper mi blusa, caminamos hacia las afueras del Club. Dante nos esperaba fuera y le doy una sonrisa avergonzada.

“Deja de acosarme”, espeta enojado Vlad hacia Dante.

“Me pagas por hacerlo”, declara él y Vlad resopla entrando al auto aún alcoholizado.

“¿Se encuentra bien, Valeria?”, pregunta hacia mí.

“Sí… gracias por venir por nosotros”, comento pues no sabría cómo manejar a un hombre tan grande como Vlad si se le complicaba caminar.

Él me da un asentimiento y subo al auto colocándome a un lado de Vlad, quien se recuesta de mi regazo para acariciar su cabello azabache y admirar su perfil.

Unas horas después…

Escucho unos gruñidos de miedo a mi lado, abro los ojos con sobresalto pensando que es Vlad luchando con la soga que se colocó insistiendo que debía de hacerlo. Miro a mi lado y es él retorciéndose mientras suda mucho.

“¡No, no me toques!”, exclama erizándome la piel. Con suavidad coloco mi mano en su hombro.

“Vlad…”.

“¡No, por favor, no quiero!”, grita y mi corazón se arruga por el dolor que estoy viendo. Inesperadamente, Vlad abre los ojos con pánico, para encontrarse con los míos.

“Cielo…”, murmura y un sollozo desgarrador explota de él.

Busco desatarlo de la soga y cuando lo hago; su cuerpo se viene contra mí, lo envuelvo en mis brazos y mis ojos arden al escucharle llorar. Un hombre tan grande, imponente y fuerte; derrumbado en mis brazos. Ahora veo al pequeño Vlad, el que sufrió tanto y no fue protegido del monstruo.

Acaricio su cabello meciéndolo conmigo.

“Tranquilo, cariño… estás a salvo conmigo, ese monstruo no te tocará de nuevo. Tu cielo te va a cuidar”, digo con la voz rota esperando a que él pueda entender que de verdad deseo cuidarlo y que deje de tener este miedo cuando cierra los ojos.

Despierto antes de que Vlad, y lo veo dormir plácidamente, me envuelvo en una bata y bajo la escalera al escuchar el timbre sonar. Arrugo mi cejo al ver a Gideon hablando con Ofelia.

“Gideon ¿Qué haces aquí?”, pregunto desconcertada ante su presencia.

“Tengo algo importante que decirte, sé quién te arrebató a tu bebé, al principio solo tuve que llegar a la responsable del intento de secuestro de Jade y todos los cabos fueron atándose”, manifiesta y mis latidos se aceleran su declaración.

‘Al fin lo sabré’, pienso.

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