Destinada a amarte -
Capítulo 82
Capítulo 82:
Pov Valeria.
El hombre que destruyó la vida de Vlad y de su madre está en libertad ¿Qué clase de justicia se vive aquí? Ese hombre debe de tener más poder del que uno llegó a pensar… el miedo yace en mí y no me quiero imaginar lo que debe de sentir Vlad en este momento.
Regreso a la habitación con los pequeños, escucharlos jugar me reconforta y ver a Anastasia con gran mejoría también, pero, la ansía por Vlad me causa ruido interno. Deseo verle bien pero su infierno está cobrando vida.
Las horas pasan y Vlad no ha regresado ni me contesta las llamadas, me despido de Anastasia ya que, aún sigue en monitoreo a que su nuevo riñón se adapte bien a su cuerpo sin rechazarlo.
“Volveremos, pequeña”, murmuro acariciándole su cabello.
“¿Y papá?”, pregunta somnolienta por los medicamentos.
“Está ocupado con algunos negocios”, digo sosteniendo su manita.
“Gracias mamá”, mi corazón se conmociona.
“Descansa, cariño, duerme con los angelitos”.
“Quiero soñar contigo y papá; son mis angelitos”, pronuncia y me sorprende la manera tan fluida con la que habla a su corta edad.
Zayn es igual de inteligente que ella, arrugo mi cejo sosteniendo la mano de mi pequeño para irnos finalmente de la habitación. Nos topamos con la sorpresa de que Dante nos esperaba a la salida.
“¿Vlad está bien?”, cuestiono preocupada subiendo a Zayn al auto. Dante niega con la cabeza y suelta un resoplido.
“Me obligó a venir a cuidarte, está ahogándose con alcohol en el club y espera a que el maldito lo busque para que Vlad acabe con él y sus propias manos… tuvo una recaída, tenía mucho tiempo sin verle así”, expresa y la preocupación se aumenta en mí.
“Lleva a Zayn a casa”, ordeno.
“Dime la dirección dónde está, lo buscaré en un taxi”, agrego y Dante abre los ojos.
“Por favor, Dante. Necesito buscar a mi esposo”, insisto.
Él toma una bocanada de aire y asiente. Me envía la dirección escrita y el nombre del bar que resulta ser el club ‘Sodoma’ de Vladimir. Asiento acercándome a Zayn.
“Dante te llevará a casa, amor. Iré en un rato junto con tu padre, hazle caso a Ofelia y a Dante menciono a lo que él mueve su cabecita asintiendo”.
“Gracias, Dante”, digo alejándome de ellos luego de darle un beso en la frente a Zayn.
Alzo mi brazo deteniendo un taxi, indico el lugar introduciéndome en el auto. Mi corazón bombea rápidamente con ansiedad sin saber qué me encontraré o qué faceta de Vlad será la que vea esta noche.
Veo las letras de neón ‘Sodoma’ y camino hacia el interior luego de pagar el taxi. Anuncio mi nombre al hombre grande que está cuidando la entrada, hay una gran fila de personas a las afueras.
“Valeria de Novikov”, anuncio y él me reconoce dejándome entrar.
Creo que no estoy muy bien vestida para un lugar como este, parezco una secretaria recatada en comparación a las mujeres con poca ropa que bailan en tarimas y con muchos hombres. Elevo mi vista viendo el área VIP y el recuerdo de nuestro encuentro me provoca una sonrisa en las comisuras y el cómo torpemente le vomité los zapatos.
Subo al área exclusiva buscándole entre las personas y detengo mis pies al verle sentando solo en uno de los sillones, sus piernas abiertas como el saco de su traje y sostiene un vaso con su trago a punto de acabar.
Noto cómo su semblante no se denota sobrio; al contrario, sus mejillas se encuentran ruborizadas y sus ojos un poco oscurecidos.
No puedo evitar sentir mil cosas en mi interior por este hombre, si voz sola puede provocarme un org%smo. Termino de acercarme llamando su atención, él me observa de abajo hacia arriba escaneando mi cuerpo.
“¿Quieres hacer lo de secretaria se%y y jefe?”, regunta con la voz ronca erizándome la piel.
“Siéntate en mi regazo y pídeme un aumento, cielo”, agrega de forma er%tica. Dejo salir un jadeo.
“Tenemos que irnos, Vlad”, digo negándome a su petición.
Él eleva un dedo disculpándose y termina su trago. Coloca el vaso de cristal vacío de golpe en la mesa y la mesera le deja otro nuevo, como si él hubiera pedido que siempre lo hiciera.
“No vienes a Sodoma y piensas irte sin pecar un poco”, pronuncia ebrio.
‘En definitiva es otro Vlad’, pienso recordando al que conocí, el que haría cualquier cosa para doblegarme y llevarme a su cama. Ahora no tiene la necesidad de doblegarme.
“Estás ebrio”, remojo mis labios.
“Y tú no, hay que ser justos, cielo”, llama a la mesera.
“Tráele una copa del mejor vino, deseo saber qué sucede cuando toma vino”, ordena.
“Vladimir…”.
“Es tan excitante cómo lo pronuncias, cielo”, interrumpe.
“No voy a beber y tú te irás conmigo a casa”.
Vlad se levanta imponente acercándose a mí y mis latidos me traicionan como todo mi cuerpo que parece más de él que mío.
“Tengo que estar aquí”, gruñe entre dientes.
“¿Por… qué?”, pregunto con voz suave cuando él, me acorrala contra la baranda del VIP.
Sus manos se posan a mis lados y su cuerpo grande me envuelve mientras que, su respiración palpa mi mejilla, huelo el alcohol costoso que destila y se une con el de su perfume que me embriaga.
“Lo mataré, no permitiré que le haga… lo mismo a Zayn”, espeta llamando mi atención.
“Protegerás a Zayn estando en casa, no asesinando a alguien. Podrías ir a la cárcel”, declaro con miedo a su manifestación.
Una sonrisa sardónica y lasciva aparece en su rostro, misma que me deja sin aliento.
“No supieron que fui quien mató a Akim, no sabrán de este”, manifiesta y mis ojos se abren como platos.
“Tú no fuiste…”.
“¿Qué te hace pensar que no? Soy capaz de hacer arder el mundo por ti, si tengo que destruir a alguien para evitar que te hagan daño; lo haré sin pensarlo… jalaré el gatillo por ti, cielo e incendiaré el p%to infierno por verte feliz”, interviene con intensidad, mis latidos golpean con fuerza mi esternón. Niego con la cabeza ante sus palabras.
“No necesito que hagas arder el mundo por mí, Vlad”, espeto aferrando mis manos a su camisa.
“Tienes razón, pero… te daré el cerillo para que tú lo hagas y verte como la Diosa de las cenizas será mi más preciado logro, además de excitante”, asegura en un gruñido.
Todo mi cuerpo arde por él.
“Estás delirando”, murmuro.
“Por ti, te has vuelto mi punto más grande de debilidad, junto con Zayn y Anastasia, no quiero nada más que protegerlos”.
“Vlad…”.
“Valeria; ardo, respiro, lato y vivo por ti, eres el amor… de mi vida, no pienso perderte”, confiesa y abro mis ojos con sobresalto. Un nudo se forma en mi garganta.
“Lo dices porque estás ebrio”, digo con una sonrisa.
“Quizá, pero, los borrachos suelen decir la verdad”.
Mi piel arde por sus palabras, deslizo mis manos hasta los vellos de su nuca y atraigo sus labios a los míos.
“Vamos a casa, cariño”, insisto, también deseo protegerlo de todo mal.
“Déjame protegerte”, acoto y me observa con asombro.
“Quiero primero… hacerte mía, no creo aguantarme hasta llegar a casa”, espeta en mis labios.
Trago con dificultad.
“No quiero abusar de ti, no estás del todo consciente”.
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