Destinada a amarte
Capítulo 81

Capítulo 81:

Pov Gideon.

“Es mejor que nos vayamos”, menciona y le sigo.

Solo pienso en que deseo volver a ver a Jade, y si tengo que convertirme en un sicario de la mafia irlandesa para estar con ella; lo haré.

Pov Valeria.

Luego de terminar la jornada de trabajo, salgo para encontrarme con Dante quien me ha pasado a buscar para ir al hospital.

“Señora Novikov”, menciona.

“Valeria, dime solo Valeria”“, insisto dándole una sonrisa.

“Valeria”, pronuncia y subo al auto. Él comienza a manejar y veo el camino que comienza a parecerme diferente. Arrugo mi cejo.

“¿A dónde vamos?”, pregunto.

“El Señor Vladimir indicó que la llevara a una clínica ginecológica”, explica desconcertándome.

“¿Por qué?”.

Dante se queda en silencio, tiro mi espalda al asiento con un resoplido. Decido enviarle un mensaje a Vlad.

[Valeria: ¿Esto acaso es una emboscada? Dile de inmediato a Dante que me lleve contigo].

Me encuentro furiosa.

[Vladimir: No es una emboscada, tenemos que ser responsables, cielo. Un monstruo no puede jugar a la suerte y que mi linaje esta vez joda la vida de un pequeño. No seas desobediente, mis castigos te esperarán].

Tomo una bocanada de aire leyendo su mensaje, me duele que piense asi de él.

[Valeria: La que te terminará castigando soy yo. TSDYLE].

Resoplo mirando al frente, pero, mi celular suena rápidamente con su respuesta.

[Vladimir: ¿TSDYLE? ¿Estás bien? ¿Significa algo malo?].

Esbozo una sonrisa por su preocupación.

[Valeria: Tu Siempre Dispuesta Y Lujuriosa Esposa]

Muerdo mi labio al recordar mis palabras de anoche y las suyas.

[Vladimir: Cielo, me tienes de rodillas ante ti].

Mis mejillas se encienden por su mensaje y mi corazón late con fuerza. Decido guardar mi celular.

“Dante, pasemos primero al jardín de infantes a buscar a Zayn, por favor”, pido.

“Valeria, él…”.

“Luego conversaré con él de esto, no deseo asistir a ninguna clínica. Quiero estar con mi familia”, insisto, él me observa por el retrovisor y asiente cambiando de rumbo.

Bajo del auto para recibir con los brazos abiertos al pequeño Zayn, beso sus mejillas y la maestra se despide de nosotros.

“¿Cómo te fue hoy?”, pregunto entrando al auto junto con él.

“Hice este dibujo para Anastasia”, responde a su manera.

Sostengo la hoja en mi mano y nos veo a nosotros, esbozo una sonrisa porque a Vlad siempre lo dibuja con una capa de superhéroe y eso me conmueve el corazón.

“Está hermoso”, Zayn menciono y él me sonríe.

“Al amigo de papá también le gustó”, arrugo mi cejo por lo que dice.

“¿Qué amigo, amor?”.

“Fue hoy al jardín… me dio este peluche, dijo que papá tenía uno así”, explica, él abre su bolsito y saca un oso de felpa marrón que parece viejo y remendado ya que tiene unos cosidos. Mi corazón late con fuerza

‘¿Quién es este sujeto, será el mismo que me interceptó temprano?’, me cuestiono con cierto miedo.

“Se llama ‘Señor Oso’”, expresa y trago con dificultad.

“Amor… te dije que no hablaras con desconocidos”, menciono. Sus ojos azules me miran.

“Lo siento mami”, murmura nostálgico. Abrazo a Zayn acariciando su nuca.

“Tranquilo, amor. Pero, última vez que hablas con ese sujeto, si lo ves, tienes que informarle a la maestra y no te acerques a él”, digo y él asiente con su cabecita.

“Investigaré sobre eso, Valeria”, anuncia Dante, al escucharnos.

“Gracias”, digo preocupada. Tengo miedo de que sea el mismo sujeto que le hizo daño a Vlad, pero… él está en la cárcel o eso pensamos.

Al llegar al hospital y caminar hacia la puerta de la habitación de Anastasia, Zayn se adelanta corriendo con el peluche en su mano y el dibujo en la otra, abro la puerta para encontrarme con la mirada oceánica de Vlad y la sonrisa de la pequeña Ana.

“Ahí está mi hermosa esposa”, manifiesta con su voz imponente levantándose.

“Oh, sí que eres hermosa, perfecta e incomparable”, dice llegando a mi distancia, posa sus manos en mis caderas para atraerme a él.

“Noto que no fuiste obediente”, el conjunto de sus palabras con su rostro y voz, revolucionan mi interior.

“¿Cuándo lo he sido? Adoro tus castigos”, digo remojando mis labios.

Él me besa con vehemencia e intensidad. Me separo de él aclarando mi garganta cuando escucho las risitas de los pequeños.

“Les estamos dando un espectáculo”, pronuncio acariciando su pecho.

Él los ve, pero su cejo se arruga y su semblante se ensombrece rápidamente. Llego hasta Anastasia llenándole el rostro de besos y la abrazo.

“¿Cómo está mi pequeña?”, pregunto con dulzura y sus ojitos brillan.

“Bien, mamá”, responde, acaricio su cabello.

“Eres una guerrera”.

“¿Lo soy?”, el asombro se muestra en sus ojos.

“Por supuesto; una princesa guerrera”, afirmo para hacerle sonreír.

“Papá, ¿Por qué miras a Zayn así?”, cuestiona Ana. Giro mi rostro para ver a Vlad quien se ha quedado paralizado observando a Zayn jugar con el peluche de felpa.

“¿Dónde… consiguió ese peluche?”, Vlad pregunta con la voz ronca. Me coloco erguida, para responder, pero, Vlad le arranca el peluche de la mano a Zayn.

“¡No, dame a Señor Oso!”, exclama Zayn.

Los ojos de Vlad se abren más, casi mostrando miedo y pánico.

“¿Señor Oso?”, pronuncia con dificultad.

“Vlad… ¿Estás bien?”, hago ademán de acercarme a él a lo que él reacciona alejándose. Sus ojos se colocan brillosos y rojos, como si se estuviera aguantando las ganas de llorar.

“Lo siento, tengo que… irme”, dice entregándole el peluche a Zayn y camina hacia la puerta.

“¡Espera!”, exclamo a su espalda, pero sale sin más ni escucharme.

“Zayn, cuida a tu hermanita, ya vuelvo”, beso su frente y salgo de la habitación del hospital.

Noto cómo la espalda grande de Vlad se va alejando y caminando entre las personas. Dante se acerca a mí, interponiéndose en mi camino, le miro con desconcierto.

“No deberías de seguirle”, dice.

“¿Por qué? ¿Qué está ocurriendo, Dante?”.

Él saca su celular junto a un resoplo para mostrarme la pantalla. Arrugo mi cejo bajando la vista a lo que parece ser una noticia.

“El ex Doctor y terapeuta Cassian Montgomery en reclusión, ha salido de la cárcel sentencia por secuestro, sorprendiendo a todos. Su sentencia ha sido absuelta por el juez sin más… esperemos esto no traiga consecuencias y no le permitan ejercer, es un peligro para la sociedad”, dice el policía siendo entrevistado. Mi corazón late con fuerza.

“Deberías de seguirlo tú, no puede estar solo… no ahora”, declaro hacia Dante quien asiente.

“No permitiré que ese maldito se le acerque a Vladimir”, comenta y asiento abrazándome a mí misma para ver cómo él camina con apresuro por donde se ha ido Vlad.

‘No puede ser que esté ocurriendo esto’, pienso.

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