Destinada a amarte -
Capítulo 76
Capítulo 76:
Pov Valeria.
“No te atrevas a desmerecer o poner por debajo a mi esposa, ella se ofreció a donar sin recibir nada a cambio, te agradezco por salvar la vida de mi hija, realmente nunca tendré cómo terminar de agradecerte, pero, eso no te da ni el mínimo derecho de dirigirle la palabra a Valeria”, deja en claro con dureza, poso mi mano en su brazo llamando su atención mientras que, Hannah se muestra furiosa por las palabras de Vlad.
“Deberías de ir a ver a Anastasia”, propongo, Vlad no tiene un buen rostro en este momento, está preocupado y consternado por la vida de su hija.
“Estaré bien”, reitero dándole una sonrisa.
Él deja salir un suspiro denso y acuna mi rostro para besar mis labios con intensidad.
“Vuelvo en un momento”, anuncia dándole una mirada con desdén a Hannah antes de irse y cruzar las puertas en movimiento. Me giro, encarando a Hannah.
“Detén lo que estás planeando”, digo y ella aprieta su entrecejo.
“¿Quién te crees tú?”.
“Soy la esposa de Vladimir Novikov y la madre de Anastasia, no es lo que me creo, es lo que soy y tienes dos malditas opciones; te alejas o te mantienes al margen, puedes ser amiga de mi esposo, pero no te atrevas subestimarme. Sé qué clase de mujer eres y también sé cómo deshacerme de ti”, advierto encarándola.
Sus fosas nasales se expanden de la rabia y frunce sus labios con molestia
“¿Entendiste? Responde si es así”.
Ella alza su mentón manteniendo su postura a la defensiva. Pero, una sonrisa aparece en sus comisuras.
“También sé cómo deshacerme de ti”, dice, sin entender lo que acabo de decir. Coloco los ojos en blanco.
“Bien, te alejarás, lo has decidido tú”, manifiesto con dureza,
“Valeria, no sabes con quién te metes”.
Doy un paso atrás, harta de su presencia. Inesperadamente, veo a la lejanía cómo la figura de Jade se abre paso en el pasillo caminando con muletas, está vestida con una bata de hospital y unos hombres con traje la siguen, pero no veo a Gideon cerca de ella. Me termino de alejar de Hannah y corro hacia Jade al verla. Cuando llego hasta ella, la envuelvo en mis brazos.
“No sabía que estabas en este hospital, estaba por llamar a Gideon…”.
“Él ya no trabaja… conmigo”, murmura y sus ojos están llorosos, me sorprende lo que dice. Veo su pie con una bota terapéutica.
“Sí, no podré usar tacones por un tiempo”, dice como si nada, esbozando una sonrisa y es que trata de ocultar lo que ha vivido tras un humor despreocupado. Acaricio su cabello.
“Casi muero del miedo”, digo.
“Lo sé, es que no podrías vivir sin mí”, comenta y mira a Hannah que se aleja de nosotras yéndose a algún lugar.
“¿Esa mujer quién era? ¿Dónde está Vladimir?”, pregunta arqueando su ceja.
“Es la… amiga de él y dueña de este hospital. Vladimir está con Anastasia, le harán un trasplante, ella consiguió un donante porque resulté no ser compatible”, explico y eso la confunde un poco por el gesto que coloca al mirarme.
“Val, me estaban siguiendo para sacarme los órganos y la persona que pagó por mí es una muy poderosa o con mucho dinero, mi padre ordenó una investigación a fondo sobre esto… es mucha casualidad”, manifiesta y mi cejo se arruga por lo que dice.
“Vladimir no, pero, sí alguien que quiere viva a la hija de tu esposo”, interrumpe dejándome atónita.
Nadie más suena en mi cabeza que… Hannah Taylor.
Jade sujeta mi mano llevándome a mirarla.
“Este hospital también fue el que te arrebató a tu bebé y donde ocurrió lo de la inseminación. No estoy diciendo que la persona que se te vino a la mente es la culpable o la responsable, pero, aquí hay gato encerrado y que esa mujer sea dueña me da mala espina”, dice con seriedad.
“Sé que dijiste que no seguirías buscando respuestas de lo que te sucedió… deberías, Val”, agrega y asiento con mi cabeza. Por más que me duela abrir esa herida.
“Señorita Harrison, tenemos que irnos”, dice uno de los hombres de seguridad.
“Estoy conversando con mi amiga”.
“Su padre quiere que sea tratada por un Doctor privado, aquí no está a salvo”, reitera el sujeto.
“Ve, Jade. Él tiene razón, tienes que estar a salvo”, menciono,
“¿Tú lo estarás?”, pregunta abrazándome con dificultad por su muleta.
“Sí, tengo a Vlad, estaré segura”, respondo a lo que ella asiente con su cabeza.
“Puedo caminar por mi cuenta, nadie me toca si no es Gideon”, dice ella en un gruñido hacia su escolta, besa mi mejilla y comienza a caminar con las muletas seguida por sus hombres de seguridad.
Dejo salir un resoplido, muchas preguntas que se posan en mi mente. Al girarme, me encuentro con el rostro de Vladimir caminando hacia mí, mis sentidos se alborotan por su sola presencia. Llega a mi distancia para atraerme a su cuerpo grande y caliente.
“Eres mi amuleto de la suerte”, manifiesta, aferro mis manos a su camisa aspirando el aroma de su perfume.
“Y tú el mío”, murmuro escuchando a su corazón. Quisiera que los misterios desaparecieran de una vez por todas y parece que tengo que comenzar por resolver los míos…
Nos quedamos esperando por horas a que Anastasia salga del quirófano, nuestros corazones se posan en la garganta por la ansiedad de que todo resulte bien.
Rezo que así sea y que no tengamos que regresar a este hospital por un buen tiempo por lo menos, no hasta saber qué tan seguro es. Vlad no suelta mi mano, mientras está sentado a mi lado. Admiro su perfil y se denota cansado.
“Deberías ir a descansar”, propongo. Él se voltea para darme esos océanos.
“No quiero descansar hasta saber que ella está bien y no podría dejarte sola aquí”, niega provocándome una sonrisa. Lleno mis pulmones de aire.
“¿Nunca conociste a la madre de Anastasia? Su familia debe de estar consciente de esto”, indago y su cejo se arruga ante mi pregunta.
“Ella falleció cuando dio a luz a Anastasia, nunca supe quién era…ocurrió un error y la inseminaron con mi esperma el cual estaba solo para estorbar y que mi madre estuviera tranquila, pues nunca quise que tener un heredero o alguien que llevara mi sucio linaje hasta que… llegó Anastasia”, explica con cierta dificultad, como si no le gustara hablar de eso.
“Espera, me estás diciendo que tú también…”.
“Sí, todos los Novikov varones congelaron su esperma en este lugar”.
Mi corazón late con fuerza.
“Cuando me dijiste que fuiste una de las mujeres que fueron inseminadas por error en el mismo hospital, a mí… quizá me dio alivio que sea de Dmitry, no tendrá mi linaje y no sufrirá lo mismo yo, he velado los sueños de Anastasia para verificar que no viva mí mismo infierno”, declara desconcertándome.
‘Esto es muchas casualidad, quizá Jade tenga razón’, pienso.
“Zayn no es de Dmitry, no digas eso”, espeto levantándome del asiento.
“No puede ser mío”, reitera.
“¿Por qué? Ni siquiera has querido contarme tu miedo, hasta este momento me acabo de enterar que tú podrías ser el padre biológico de Zayn”, digo con dureza. Mis ojos se escuecen.
“No lo soy, Valeria, no debo serlo”, dice con miedo acercándose a mí. Me aparto, negando con la cabeza.
“No seas cruel, no tú”, murmuro con la voz rota.
“Quiero protegerlos, por eso deseo que sea así… mi mayor miedo es que mi linaje podrido esté en unos pequeños niños y ellos sufran lo mismo que he sufrido desde niño”, reitera con dureza.
Le miro con sobresalto.
“¿Eso quiere decir que no querrás tener más hijos… conmigo?”, espeto encarándolo. Su mirada lo dice todo.
“¿Si sabes que hemos tenido mucho se%o sin protección?”.
“Lo sé, pero tú estás en control”.
“He faltado a mi última consulta para la inyección”, digo recordándolo. Su cejo se endurece.
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