Destinada a amarte -
Capítulo 75
Capítulo 75:
Pov Hannah.
“Noa, ella tiene mucha vigilancia, hablo de uno que esté con muerte cerebral… solo necesitamos que hables con el Doctor, busca alguno compatible y que lo desconecte, eres prácticamente dueña de ese hospital, puedes jugar con los pacientes a tu antojo”, dice, abro mis ojos con sobresalto por su maravillosa idea, no me deshice del ángel guardián de Valeria, pero… esto me sirve para obtener lo que busco.
Esbozo una sonrisa levantándome el vestido. Él aparta la tela de mi ropa interior e introduce su mano para encontrarse con mi v%gina humedecido.
“Estás tan buena”, gruñe en mi cuello.
“Te voy a hacer el amor duro”, agrega.
“Basta de hablar y tómame”, espeto, súbitamente sin darme cuenta.
Él saca su p$ne para embestirme sin previo aviso, comienza a darme embates fuertes mientras trato de sostenerme del escritorio. G!mo con descontrol, porque se siente mejor de lo que pensé, pero… me imagino es a Vladimir, al que pronto tendré a mi lado.
Más tarde ese día llego al hospital vestida de enfermera colándome por la parte de atrás, entro a la oficina del Doctor Gray y espero a que él entre. La puerta se abre y salgo de la oscuridad quitándome el tapabocas. Los ojos de él se abren con asombro.
“Hannah… ¿Qué haces aquí?”, pregunta con desconcierto.
“Necesito que me hagas otro favor”, digo.
“No, ni lo pienses. Ya hice lo que me pediste, no funcionó, así que, olvídalo. Anastasia ya tiene un donante”, manifiesta. Aprieto mi cejo.
“¿Quién?”, pregunto entre dientes.
“Valeria; la esposa de Vladimir, se ofreció a…”.
“¡No!”, interrumpo enervada.
“No pude evitarlo, Hannah, Vladimir estaba presente y la vida de Anastasia corre peligro.
“¡¿Sabes bien qué significa eso?!”, digo ya que us palabras me terminan de sacar de quicio, me acerco a él encarándolo.
“Tengo un nuevo donante, vas a entrar a esta habitación, le harás la prueba rápida y lo llevarás al quirófano, la familia de este donante está recibiendo en este momento una gran suma de dinero por su silencio y un agradecimiento por salvar la vida de otras personas, ya que, siete personas recibirán sus donaciones de inmediato, solo por una persona”, espeto presionándole el en pecho el papel con la información, él abre sus ojos con desconcierto mirándome.
“Hannah, ¿por qué estás haciendo esto? No es necesario, tienes que detenerte con la obsesión hacia Vladimir, él está casado y feliz”, expresa provocándome dolor de cabeza.
“¡No lo está! Hago esto, porque si resulta ser compatible, y él indaga igual que ella, encontrará la verdad y ambos caeremos ¡Tú caerás también!”, manifiesto alterada con las estocadas de mi corazón. Él traga con dificultad.
“Mientras no le hagas daño a nadie”, dice, suelto una risa sardónica.
“Nunca le haría daño a Vlad o a Anastasia”, reitero.
“Hablo de Valeria y su hijo, que bien sabes de quién es hijo…”.
“¡Cállate! Haz tu p%to trabajo si quieres seguir ejerciendo como Doctor, o perderás todo”, exclamo interrumpiéndole, clavo mis ojos en él.
“Por eso, nunca se va enterar de nada”, digo palmeando su hombro.
“Saldré y daré mi mejor actuación”, comento caminando hacia la puerta.
“Tú haz tu mejor trabajo, Doctor Gray”, abro la puerta saliendo finalmente.
Entro a una de las habitaciones vacías y me cambio de ropa con una enfermera que trabaja para mí.
“¿Ya no me necesita, Señorita Taylor?”, pregunta.
“No, gracias por tu silencio”, comento entregándole un fajo de billetes. Ella se mira sorprendida.
Salgo del hospital por la parte trasera y vuelvo a entrar ahora por la principal, llego hasta donde se encuentra la figura grande de Vladimir. Tomo una bocanada de aire imaginándome una vida con él.
“¡Vladimir!”, exclamo llamándolo.
Él se gira para encararme, me sorprende no ver a su escolta aquí. Esos ojos que me ponen loca me observan y mi corazón se acelera.
“Hay otro donante, le conseguí un riñón a Anastasia”, digo esbozando una sonrisa. Él me observa con desconcierto descruzando sus brazos.
“No, al parecer no es necesario”, interrumpo.
‘Valeria se está volviendo una molestia’, pensé que nunca más sabría de esa mujer, no desde que huyó con su bebé ¿Cómo es que logró casarse con Vladimir? ¿Cómo pudo llegar a él? Me sigo cuestionando, sorprendida del p%to destino que no está de mi lado… pero, no por mucho tiempo.
Pov Valeria.
Voy de un lado a otro, estoy muy ansiosa y mi corazón palpita con fuerza. Una enfermera se acerca a mí, entregándome los resultados.
“Gracias”, murmuro con las manos temblando y al abrir el sobre me encuentro con el desconcierto.
El Doctor carraspea acercándose.
“¿Cómo salió?”, pregunta llamando mi atención, el ‘negativo’ me deja atónita, pues mi corazonada no fue del todo acertada. Le entrego el resultado y él al revisarlo rápidamente; hace una mueca.
“Lo siento, Valeria, sé que querías ayudar”, agrega y asiento con mi cabeza. Mis ojos arden al sentirme inútil.
“No tengo la voluntad de salir y ver la cara de mi esposo cuando se entere de que su hija podría morir”, digo con el nudo en mi garganta.
“¡Doctor Gray!”, llama la misma enfermera con efusividad.
“¡Tenemos donante, hay que llevarla rápidamente al quirófano!”, exclama ella misma, abro los ojos.
“Si, Valeria. Anastasia obtuvo un donante, podrás decirle la noticia a Vladimir, prepararé a la paciente”, dice rápidamente y cubro mi boca con mis manos por el asombro y asiento para ver cómo se va corriendo con la enfermera. Mis ojos se humedecen, decido ir a darle la buena noticia a mi esposo.
Cuando cruzo las puertas movibles, detengo mis pies de golpe al notar a Vladimir hablando con Hannah, misma que parece ensimismada por mi esposo. Tomo una bocanada de aire aguantándome las ganas de gritarle a esa arpía a los cuatro vientos que se aleje de él.
Aclaro mi garganta avisando mi llegada. Vladimir se gira para vislumbrarme con asombro.
“Cielo”, pronuncia y corta nuestra distancia envolviéndome en sus brazos.
“Vlad… no”, murmuro negando con mi cabeza a lo que él arruga el entrecejo, da un paso atrás y veo cómo su rostro se transforma.
“Pero, se consiguió un donante, Anastasia estará bien, cariño”, me apresuro en decir. Vlad sostiene su cadera y deja salir un gran suspiro como si hubiera dejado de respirar por un instante.
“Pero, ¿Cómo?”, pregunta desconcertado aún sin asimilarlo.
Encojo mis hombros mordiendo mi labio.
“Solo sé eso, el Doctor está preparando el quirófano”, comento, él vuelve a abrazarme, pero esta vez presiona sus labios en mi coronilla para besarme.
“Gracias, cielo”, dice erizándome la piel.
“Vlad, creo que deberías de agradecerme a mí”, suelta de repente, Hannah. Me aparto de él para encararla.
“¿No te dije que te alejaras de mi esposo y de mi familia?”, digo encarándola. Ella sonríe.
“Acabo de salvar la vida de Anastasia, ten más consideración”, dice con ínfulas.
“¡¿Cómo lo lograste?!”, pregunto con gran desconcierto.
“Hannah es la hija de los dueños de este hospital y las sucursales”, responde de manera seria Vlad, impidiendo que ella lo haga.
“Así es, y si puedo ayudar a mi buen amigo y a su hija, moveré los hilos que pueda para hacerlo, en…”.
“No”, espeta Vlad con frialdad encarándola.
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