Destinada a amarte
Capítulo 74

Capítulo 74:

“Llegaré al fondo de esto, y aumentará tu seguridad, es lo único que te diré”, dice con seriedad.

“Por favor, no le digas a mi padre esto”, pido.

La puerta de la habitación de hospital se abre llamando la atención de ambos, pues quien la cruza es mi padre con su rostro serio y ton dos hombres más detrás de él. Sus ojos taciturnos e inexpresivos me observan.

“Padre…”.

“Tu p%to deber era protegerla”, interfiere hablándole con dureza a Gideon.

“Y mírala en el estado que está, en un hospital ¡Pudo haber muerto mi única heredera!”, suelta exasperado acercándose.

“Papá, el me salvó”.

“¡Silencio, Jade!”, exclama.

“En vez de mantener el margen con tu escolta, lo has vuelto débil jugando a que él te cargue las bolsas y cumpla todos tus caprichos, cuando tenía que protegerte evitando estuvieras en peligro”, agrega, abro los ojos pestañeando, mi corazón da estocadas dolorosas.

Gideon me suelta la mano con frialdad. Me quedo  perpleja.

“Lo siento, Señor, asumo toda responsabilidad”, dice Gideon con la cabeza agacha.

“Bien… quedas despedido, alguien más asumirá tu cargo. Y tú, jovencita, te casarás con el príncipe de Austria de inmediato, sin reproches. Cumplirás con tu deber como heredera de la dinastía Hamilton, casi le das un infarto a tu madre, pensamos lo peor…”, dice y dejo de escucharle luego de sus palabras. Niego con mi cabeza.

“¡No!”, gruño viendo cómo Gideon entrega su arma reglamentaria y la tarjeta de crédito.

“Adiós, jade”, menciona, el nudo en mi garganta es doloroso.

“¡Gideon Ford!”, espeto enfurecida por su sumisión.

“¡Dijiste que lucharías por mí”, murmuro.

“No pertenezco a tu mundo”, manifiesta  rompiéndome el corazón.

Él arrastra su mirada de mí para caminar hacia la salida.

“¡Te odio!”, grito deteniendo sus pasos, pero no me vuelve a mirar, termina de desaparecer de mi vista y las lágrimas salen fugitivas.

“No pensé que te doliera el despido de un simple escolta”, manifiesta mi padre.

“No lo entenderías, padre”.

“Quiero tu bien, hija, casi muero al enterarme que estabas en el hospital”, declara sosteniendo mi mano. Dejo salir un suspiro.

‘Gideon se fue’, pienso solo en eso.

Pov Valeria.

Logro calmarme luego de la noticia de que Jade está a salvo.Vlad acaricia mi espalda llamando mi atención.

“No necesitaremos a la DEA ni a nadie”.

“Por ti, hubiera llamado al mismísimo Papa”, declara llamando mi atención.

El Doctor se acerca de nuevo a nosotros.

“El donante que habían resguardado falleció de un paro respiratorio, no tendremos el riñón para Anastasia”, anuncia y el día parece nunca terminar

“Tom, ¡Sálvala!”, exclama, Vlad. Sujeta la bata del Doctor con fuerza para encararlo. Paso saliva sin saber qué hacer, pienso en muchas cosas.

“Háganme la prueba a mí, quizá soy compatible”, digo sin más, llamando la atención de ambos. Vlad lo suelta mirándome con su cejo arrugado.

“No… es muy arriesgado, no quiero perderlas a las dos”, dice negándose.

“Eso no sucederá, si llego a salir compatible… estaremos bien”, insisto.

“Vlad, lo que dice es cierto. Tú no eres compatible, pero hubieras dado tu riñón sin pensarlo y no te hubiera detenido”, menciona el Doctor.

Vlad sujeta mis manos clavándome sus océanos entristecidos.

“¿¡Estás segura de esto, cielo?!”, pregunta preocupado.

“Si… déjame hacerlo”, reitero.

“Si puedo salvar a Anastasia, lo haré. Es mi hija también”, digo y sus ojos muestran conmoción.

Vladimir sostiene mi mano alejándonos del Doctor. Mi corazón está latiendo fuerte, pues nunca llegué a pensar que alguien más necesitaría una parte de mí y Anastasia es la persona a quien deseo darle esa parte.

“Puedo salvar su vida”, insisto, ya nadie puede sacarme la idea o el pensamiento de la cabeza ni siquiera Vladimir.

“Tú también quieres que Anastasia sobreviva ¿Cierto? Entonces, déjame ser parte de esto”, sus océanos me observan con sorpresa.

“Tengo miedo, cielo”, manifiesta de repente. Arrugo mi cejo posando mi mano en su mejilla.

“No nos pasará nada malo, te lo prometo”, digo acercándome a sus labios.

“Disculpen que los interrumpa, pero hay que acelerar el proceso”, menciona el Doctor.

“Promete que saldrán vivas, ambas del quirófano”, espeta Vladimir encarando al Doctor.

“Si Valeria resulta ser compatible; por supuesto. Te lo prometo”, responde finalmente.

Vlad deja salir un suspiro sujetando mi rostro.

“No sé cómo agradecerte…”

“No tienes que hacerlo ni sentirte en deuda conmigo sé que, harías lo mismo por Zayn”, reitero, él asiente con su cabeza junto a un resoplido.

“¿Estás lista?”, pregunta el Doctor.

“Primero verificaremos que seas compatible”, agrega. Paso saliva para besar los labios de Vlad, él me abraza con fuerza contra él, llevando a mi corazón a latir con fuerza. Me separo de él por más que no quería y le doy una curvatura de mis comisuras.

“Roguemos que sí”, digo cruzando mis dedos ensanchando mi sonrisa. Vlad no se mira muy convencido, pero hay una corazonada en mi pecho que dice que soy compatible y daré una parte de mí.

Me alejo de Vlad para caminar junto con el Doctor y realizarme el examen.

Pov Hannah.

Unas pocas horas antes…

Lanzo el vaso de cristal contra la pared estrellándolo

‘No pudieron conseguir el riñón para Anastasia’, pienso de nuevo encarando a Oliver con molestia.

“Hice mi parte, no es mi culpa que la chica también tenga un sicario cuidándola, ahora por su culpa tengo a los malditos mafiosos preguntando por su gente”, dice entre dientes pareciendo asustado. Suelto un bufido.

“Ya les pagué, que no molesten, ¡ellos no cumplieron con su parte del trato! ¡Necesito un p%to riñón compatible!”, grito exasperada, de solo pensar que he quedado mal con Vladimir me da urticaria. Además de que Valeria querrá tomar ventaja de esto.

“¿Cómo lo conseguirás?”, pregunta Oliver encarándolo.

“Tengo que ir al hospital y decir que, gracias a mí, ella tendrá un riñón nuevo”, agrego, él me mira con dureza.

“Harás que me maten ¡¿Estás loca?!”, dice levantándose para pararse al frente de mi, levanto el mentón para llegar a su altura.

“No lo harán, el dinero te salvará”, recalco arqueando mi ceja. Oliver sostiene mi mentón acariciando con su pulgar mi labio.

“Tu desquicio me la está poniendo muy dura”, menciona, me aparto de él pues no me interesa él, sino Vladimir.

“Haz lo que te pido, se nos acaba el tiempo”, insisto golpeando mis manos del escritorio.

Siento cómo él se coloca desde mi espalda, presionando su er%cción a mi trasero mientras acaricia mis muslos, su aliento caliente se siente en mi cuello. Dejo mi vista fija en un punto.

“Creo que tengo una idea en mente, será más fácil de lo que esperábamos… una persona del mismo hospital”, comenta llamando mi atención.

“¿La amiga de Valeria?”, pregunto.

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