Destinada a amarte -
Capítulo 71
Capítulo 71:
“Ya los escuchaste”, dice Vlad. Ruedo los ojos acercándome a él.
“Esos ojos merecen un castigo”, musita con ronquez en mis labios para tomar mi nuca y presionar mis labios con los suyos… me derrito con sus besos.
Se separa y me deja acalorada con solo un beso, aclaro mi garganta para beber de mi jugo.
“¿Traeremos a Vaca?”, pregunta Anastasia.
“No”, responde sin más, Vlad.
“¡Quiero a Vaca!”, replica la pequeña con el carácter similar a su padre.
“Está bien, tendr…”, sus palabras se detienen cuando ella de manera inesperada, se desmaya.
“¡Anastasia!”, exclama asustado, me levanto de un salto y ambos corremos hacia ella.
“Mami… ¿Qué le pasa a Ana?”, pregunta asustado Zayn.
“¡Ofelia una ambulancia!”, grita Vlad erizándome la piel por cómo carga en sus brazos a Anastasia. Mi corazón palpita con rapidez.
“¡También al Doctor Gray!”, agrega, tomo las llaves del auto.
“Una ambulancia tardará”, digo recordando cuando iba a dar a luz.
“El hospital queda cerca”, agrego, él asiente con los ojos rojos y me sigue.
“¡Mami!”, llama Zayn.
“Amor, quédate con Teodora y Ofelia, regresaremos con Anastasia rápidamente, ¿Está bien?”, Hablo con él, quien asiente aún asustado.
“Te amo un billón”, digo corriendo al auto para abrir la puerta trasera. Entramos y hago rugir el auto manejando con velocidad.
“Por favor… pequeña, no me dejes”, escucho a Vlad en la parte trasera y mis ojos se llenan de lágrimas.
Una hora después…
Esperamos ansiosos en la sala de espera, caminando de un lado a otro.
“Tom, dime que está bien”, dice de repente Vlad al ver a un Doctor acercarse.
“Vlad, Anastasia necesita el trasplante; sus riñones están fallando… lo que te voy a decir, espero lo tomes de la manera más madura. Pero, Hannah ha movido sus hilos y el poder en el hospital, consiguió un riñón de un paciente que desconectarán hoy mismo y resultó ser compatible. Necesito que decidas de inmediato, pienses en Anastasia…”.
“Hazlo, maldición. Salva a Anastasia”, gruñe Vlad desesperado. Inesperadamente, recibo una llamada de Jade. Me disculpo tomando la llamada.
“Jade, disculpa, no te avisé que…”.
“¡Auxi… lio!”, grita con dificultad. Abro mis ojos con sobresalto y un escalofrío recorre mi columna.
Pov Jade.
Un día antes…
Miro al frente para vislumbrar el semblante de Oliver Brunertti, es un hombre notablemente atractivo; de ojos grises, piel oliva, alto, elegante y de cabello corto. Sigo desconcertada al saber que él me ha invitado a comer y que nuestras familias se conocen. Arrugo mi cejo dándole un sorbo a mi vino.
“Eres diferente a Valeria”, comenta y suelto un resoplido.
“¿Qué quieres, Oliver? Si pretendes llegar a Valeria a través de mí, es un caso perdido”, dejo en claro antes de que se haga ilusiones.
Desvio mi mirada a Gideon; quien llama mi atención, pues su mirada parece molesta mirándonos.
“Nada de eso, querida Jade. Solo, quería proponerte invertir en mi nuevo negocio”, dice, arrugo mi entrecejo.
“¿De qué negocio hablas? Tienes mucha seguridad para pensar que yo podría invertir en tu negocio, Brunetti”, espeto colocando ahora mi vista en Oliver.
Él abre su saco y sostiene una tarjeta plateada que desliza sobre la mesa. La sostengo en mi mano leyendo que se trata de un Spa.
“Está en funcionamiento, si deseas vivir la vida. Fueron traídos del extranjero, luego podrás decirme si deseas invertir”, comenta,
“¿Para qué necesitas la inversión si está en funcionamiento? Además, parece muy completo”.
“Deseo abrir una sucursal, más grande y para la elite”, responde rápidamente y con seguridad.
Tomo una bocanada de aire viendo la tarjetita en mi mano.
“Me pasaré por allí”, anuncio levantándome de la mesa.
“Gracias por la comida”, agrego haciendo ademán de irme. Oliver me toma del brazo deteniéndome, le miro con desconcierto por su atrevimiento.
“¿Segura irás? Es muy importante…”. Sin dejar que pasen unos minutos; Gideon se acerca y empuja a Oliver apartándolo de mí.
“Si intenta volver a tocarla, siquiera un pelo, me encargaré de romperte cada uno de tus dedos. Mantenga sus p%tas manos alejadas de Jade”, espeta el moreno alto que se interpone al frente de mí.
“Solo estaba deteniéndola, Jade, controla a tu perro”, gruñe Oliver ofendido. Gideon se relame los labios respirando con enojo.
‘Nunca le había visto actuar así’, pienso sorprendida por eso.
“Gideon, basta, no es para tanto”, digo tratando de que se calme.
“No, Jade. Este idiota se atreve a tocarte y cree que no tendrá consecuencia. Mantente alejado de mi chica”, manifiesta y abro los ojos con sobresalto.
‘No, no lo dijo’, pienso.
Oliver suelta una carcajada.
“El guardaespaldas se enamoró de su jefa… esto sí es un espectáculo. Lástima que nunca vas a pertenecer a su mundo, eres un simple pelele arrastrado al que le pagan para espantar a los hombres de la heredera, solo que, ella nunca podrá fijarse en uno de tu clase…”.
Sus palabras se detienen por el golpe que le propina Gideon tumbándolo al suelo. Las personas en el restaurante se alarman al verlo tirado.
“¡Gideon!”, reclamo molesta por su actitud. Él me encara con sus ojos oscuros y enojados, alborotando mis hormonas.
“Lo siento, Brunetti”, espeto, un poco avergonzada, lo menos que quiero es que se corra el rumor de lo que sucede con mi guardaespaldas, mi padre se enojaría conmigo y despediría a Gideon apartándolo de mi lado. Oliver escupe en el suelo la sangre de su boca.
“Hamilton, si no quieres que le diga a tu familia de esta situación, concédeme la oportunidad de que visites el Spa”, suelta levantándose, Gideon no baja la guardia ni un segundo, apretando sus puños y su mandíbula. Asiento hacia Oliver.
“¿Te atreves a amenazarla?”, gruñe Gideon, quien sería capaz de terminar lo que empezó.
“En serio, controla a tu perro con celos”, declara Oliver estirando su saco para irse. Suelto un resoplido. Girando hacia Gideon para que me mire.
“Vámonos”, espeto con enojo.
Camino a la salida del restaurante vislumbrando a Gideon. Suelto un resoplido.
“Gideon, ¿Eso fue una escena de celos? Y no lo niegues”, pregunto con dureza.
“No, no pienso hacerlo… parece que no sé compartir”, afirma acercándose a mi. Él sin duda me encanta, y sus labios me desconcentran. Paso saliva sonriendo.
“También tengo ese complejo de ser hijo único, porque no pienso compartirte con nadie”, digo llamando su atención. Él se aguanta de besarme pues noto sus ganas, ya que, son las mismas que tengo.
“Vámonos, tengo un estúpido Spa que visitar para que Oliver no diga cosas que no debe sobre nosotros”.
Camino hacia el auto con el corazón palpitando con fuerza. Él abre la puerta para mí y muerdo mi labio recordando nuestras noches en Paris.
“Necesito besarte”, dice entre dientes.
Admiro su rostro unos segundos deteniéndome en la puerta abierta del auto.
“Lo harás donde nadie nos vea”, declaro terminando de entrar al auto. Aclaro mi garganta mientras sonrío y veo cómo se sube al auto para comenzar a manejar.
“Lamento haberme comportado así”, dice.
“Me gustó que lo hicieras, me sentí protegida… contigo me siento asi”.
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