Destinada a amarte -
Capítulo 62
Capítulo 62:
“Él no importa”, gruñe con dureza. Vlad. El auto se coloca en movimiento.
“Es tu papá, Vlad”.
“¿Acaso me quieres presentar al tuyo? Creo que no tienes una buena relación con él”, arrugo el cejo por su cambio de actitud.
“No me hables así, porque mi castigo puede cambiar y que no sea nada placentero”, replico encarándole. Vlad resopla, sosteniendo mi mano.
“Lo siento… ha sido un día muy acontecido”, dice y en su rostro puedo ver que sí.
“Dormiremos juntos, ¿cierto?”, pregunto.
Él traga con dificultad.
“Valeria, es mejor que no sea así”, declara.
“Dormirás en la casa de mis padres mientras que yo, me quedaré en la mía”, agrega y arrugo mi cejo.
“¿Luego de todo, sigues insistiendo que no duerma contigo?”, suelto enojada.
“Sí, y no habrá discusión sobre eso, cielo”. Aprieto mis dientes tomando una bocanada de aire.
“¿Será así entonces?”, pregunto en un gruñido.
“Me c%ges, damos un paso más en la relación y que me vaya al demonio”, espeto con enervación. Él me observa con dureza.
“Mientras lo diga, sí. Te dije que haré lo que sea para mantenerte a salvo y sí tengo que sacrificar el dormir contigo, así será”, declara con seriedad, cerrándose de nuevo ante mí. Lanzo mi espalda al asiento cruzándome de brazos y ruedo los ojos.
“Tu rezongaría solo hará que quiera castigarte de nuevo”, advierte y mis sentidos se colocan alerta.
“Deseo que lo hagas”, le reto, provocándole una sonrisa er%tica que me moja por completo.
“Así no funciona, cielo”, dice y vuelvo a resoplar.
“Contigo es vivir en una montaña rusa, lo más irónico es que eres ruso”, murmuro, él se queda en silencio durante todo el trayecto hasta llegar a la casa de sus padres donde dejé mis cosas.
Al bajarnos del auto, hago ademán de alejarme sin despedirme. Él me lo impide atrayéndome a su cuerpo y acariciando con su mano mi mejilla,
“No seas enojona”, dice en mis labios.
“Tú no te cierres a mí”, replico.
“Lo entenderás cuando lo sepas todo.
“¿Y cuándo será eso?”, pregunto ansiosa, casi desesperante.
Vlad besa mis labios con una intensidad que derrite mi cuerpo,
“Hoy no, eso es seguro”, declara, me separo de él viendo cómo vuelve al auto.
“Descansa, cielo”, menciona subiéndose. Muerdo mi labio caminando a la entrada de la casa donde me espera la ama de llaves.
“¡Suéñame!”, exclamo con una sensación terrible en mi pecho al ver cómo se aleja,
A la mañana siguiente…
El sonido de mi celular resuena en toda la habitación, abro los ojos con sobresalto buscándolo. Pienso en lo peor, pienso en Zayn. Con desespero lo encuentro y veo las llamadas perdidas de Gisela; mi asistente y de Oliver. Le devuelvo la llamada a Gisela.
“¿Qué sucedió…?”, digo somnolienta mientras me restriego el rostro con la mano.
“Alice nos robó al cliente de publicidad llevándoselo a la nueva compañía que está formando con su padre… el evento de esta noche se quedó sin la empresa de joyería. ¿Qué haremos, Valeria? Todos están invitados y la publicidad está paga, será un fiasco si no encontramos algo así de bueno”, dice rápidamente, maldigo por mis adentros ante el nuevo ataque de mi hermanastra quien busca joderme a toca costa y que falle como presidenta de Grupo Birken.
Termino de empacar y bajo las escaleras; quien me recibe es Tania, con una sonrisa que se le borra de inmediato al ver la maleta en mi mano.
“¿Tan pronto te marchas?”, pregunta con nostalgia. Bajo las escaleras llegando hasta ella y suelto el asa de la maleta.
“Ocurrió algo en la compañía que manejo, tengo que volver de emergencia”, comento sosteniendo sus manos.
“Esperaba que te fueras con Vladimir, él anunció que se iría en la tarde”.
“¿Dónde se encuentra? Le avisaré que me iré primero”, digo con apresuro. Ella lo piensa un momento.
“Supe que Anastasia es su hija, fue muy dulce que ayudaras a tu hijo a cubrir la verdad hasta que estuviera listo para contarme”, llamo su atención y sus ojos se abren con sorpresa.
“¿Te lo dijo…? Eso es muy emocionante, quiere decir que, mi hijo está abriéndose”.
Muerdo mi labio inferior en un gesto de negativa.
“Oh… entiendo, ¿Cómo te enteraste? No te molestes con él, no suele tener a alguien en su vida más que a Anastasia, siempre le costó socializar, integrarse y lo de Anastasia fue una sorpresa a decir verdad”, sostiene una de mis manos para que hablemos en un lugar más privado, baja la voz y me observa.
“Hannah Taylor me lo dijo”, comento, Tania chasquea su lengua.
“Esa arpía”, gruñe decepcionada.
“Lo siento”, menciona apenada provocándome una sonrisa. Niego con la cabeza.
“Pensé lo mismo, realmente lo hizo con una mala intención, ella tiene una fijación por Vladimir”.
“Si, pero últimamente se ha pasado de la raya ¿No estás molesta con Vladi?”.
“No podría, por más que me haya subestimado”, declaro, ella se conmociona airando sus ojos con las manos. Arrugo mi entrecejo.
“Me pongo sentimental, amo mucho a Vladimir, como si hubiera salido de mi vientre. Quiero que sea feliz y tú, eres la mujer que esperaba estuviera a su lado, pero, preciosa… lo que viene no será fácil, tienen que permanecer juntos y pelear con los demonios del pasado que viven en su cabeza, muchas personas le hicieron daño”, dice tragando con dificultad y sus ojos se colocan llorosos. Mi corazón late con fuerza.
“No podría imaginar no estar a su lado, ya no”, digo y ella suelta un sollozo abrazándome con fuerza.
“Dejaré de llorar, te estoy atrasando con tu vuelo, ven, te llevaré a su casa. Anastasia estará feliz”, anuncia apartándose luego de resoplar, acaricia mi mejilla apretando sus labios y doy un asentimiento para seguirla.
Al salir de la casa, un carrito de golf nos espera, colocan la maleta en el peculiar transporte y la ayudan a subirse, me mira con una sonrisa.
“Vivimos tan cerca que esto se volvió practico”, comenta haciéndome reír para subirme al carrito de golf.
“Sujétate bien”, dice guiñándome un ojo.
Ella maneja con gran velocidad por el inmenso terreno que une a ambas mansiones, cruzamos la división y detiene el carrito al frente de las escaleras inmensas. Es de una fachada hermosa, una casa que puede traer muchos recuerdos. Bajo del carrito con la maleta y Tania se despide de mí con un abrazo.
“Gracias, Tania”, digo.
“No pierdas la fe en Vladimir”, murmura al separarse y sube al carrito.
“¡Buen viaje!”, agrega colocándolo en marcha.
Sostengo mi maleta subiendo los cortos escalones y toco el timbre de la puerta. Una Señora que al parecer es la ama de llaves, abre la puerta.
“¡Cielo!”, corta mis palabras, Vladimir.
La Señora se aparta abriendo más la puerta para dejarme ver a mi esposo vestido de manera casual con una camisa y un pantalón que aprieta su hermoso trasero redondo, que me da ganas de hincar mis dedos en la suavidad de su piel, comienzo a delirar por cómo se ve.
Sus brazos sobresalen por sus músculos en las mangas, viajo mi vista a su rostro y todo se incendia en mi interior; intenso, atractivo, sensual y un adonis de primera.
“Teodora, ella es Valeria de Novikov; mi esposa”, acota caminando hacia mí.
“Es un gusto, Señora Novikov, estoy a su servicio”, menciona amablemente.
“El gusto es mío… solo ‘Valeria’ por favor, no estamos en la realeza o algo por el estilo”, digo, ella asiente para dejarnos a solas.
Vlad llega hacia mí, sujeta mi rostro con sus manos grandes y calientes para presionar sus labios en los míos, alborotando mi corazón.
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