Destinada a amarte -
Capítulo 60
Capítulo 60:
“Vlad, siéntate, puedes tener una conmoción”, expresa Valeria.
“Entonces… a pesar de todo, sigues con ella. Veo que el del problema eres tú y no ella, ¿qué pensará cuando sepa lo que ocultas en el hospital?”, suelta de repente, Hannah con los ojos cristalinos al vernos en una situación comprometida.
Abro mis ojos con sobresalto y comienzo a gruñir por lo que insinúa.
“¿A qué te refieres? ¿Qué oculta?”, pregunta Valeria.
“¡No!”, grito respirando con dificultad.
“Lo siento, Vlad. Pero, tengo que hacerlo”, comenta Hannah.
Hago ademán de caminar hacia ella, pero Valeria me detiene encarándome.
“Cariño… calma”, pide con parsimonia, deja salir un suspiro, ahora mirando con dureza a Hannah.
“¿Qué oculta? ¡Habla!”, pregunta de nuevo.
Niego con mi cabeza hacia Hannah mientras aprieto mis puños.
“Una hija, se llama; Anastasia Novikov”, suelta sin más.
Paso saliva y Valeria se gira con desconcierto para encararme con sus ojos celestes.
“¿Eso es cierto, Vlad?”, pregunta.
Tomo una bocanada de aire.
“Lo siento, cielo…”, digo confirmándolo.
Valeria cubre su boca con la mano en asombro o quizá conmoción.
‘Ya no hay vuelta atrás, cuando Anastasia…’, mi maldita inseguridad acribilla mi mente, sé que nos terminará abandonando ¿Quién querría estar con un monstruo que podría hacerle daño en medio de la noche?
Pov Valeria.
Me quedo perpleja al escuchar lo que dice esta mujer. Tomo una bocanada de aire notando que tiene una mirada helada cual tempano de hielo
‘Es su hija, ¿Será por eso la conexión que sentí? ¿Por qué ocultarme que tiene una hija?’. Las preguntas me arremeten.
“Veo que no sabías, pero tranquila, conozco muy bien a Vladimir. Y lo acepto con todo y sus secretos porque sé que no aguantarás cuando sepas todo”, dice Hannah llamando mi atención, aprieto mi cejo esbozando una sonrisa sarcástica. Niego con la cabeza desconcertándola.
“¿De qué te ríes?”, pregunta entre dientes la rubia.
“Que no tienes que aceptar algo que nadie te está dando, Hannah y yo, no voy a pelear por algo que es mío, así que, puedes retirarte. Porque te recuerdo que, Vladimir es mi esposo y no el tuyo; su hija, es mi hija como lo es mi hijo hacia él”, declaro y ella da unos pasos atrás.
“Estás loca si piensas que me alejaré de Vlad, él es mi amigo…”.
“No solo de Vlad, también de mi hija. Te quiero lejos de mi familia, tus intenciones nunca han sido buenas, como la de entrar y decirme algo que mi iba a molestarme con Vlad por eso y lo dejaría. Es mejor que te bajes de esa nube porque soy el cielo de Vladimir”, espeto con los latidos de mi corazón golpeando mi esternón,
“¿No te alejarás?”, pregunta Vladimir a mi lado mirándome con sorpresa.
Sostengo su mano que tiene unos nudillos reventados y le doy una sonrisa. Niego con la cabeza y él deja salir un suspiro de alivio.
“Hannah, por tu bien, sal de aquí”, suelta Vladimir encarándola.
“¡No!”, replica ella enervada.
“No puedes botarme como si nada, soy tu mejor amiga, conozco todo de ti”, espeta hacia él.
“Una mejor amiga no hace lo tú haces, Hannah. Mi esposa fue directa ante su petición y debes de acatar porque lo que ella quiere, también yo”, expresa con dureza en su voz. Trago con dificultad admirando su semblante por cómo se denota tan excitante.
“Verás que te arrepentirás de haberla escogido a ella en vez de a mí”, dice en advertencia.
Ella suelta un sollozo dramático, se da la vuelta y se apresura en llegar a la puerta para salir dejándonos a solas de nuevo.
Sostengo su rostro colocándome de puntillas y me acerco a sus labios, él me termina de alzar con un brazo en mi espalda y nuestros labios se unen en un beso vehemente. Vlad hace un mohín de dolor por su golpe en el labio y me aparto preocupada.
“¿Estás bien?”, pregunto admirando sus océanos.
“Ahora sí”, responde abrazándome con fuerza contra su cuerpo.
Entierro mis dedos entre las hebras de su cabello sedoso y azabache, aspiro el aroma de su colonia masculina que me tiene embriagada por lo sugestivo que es hasta con su perfume. Me coloca de nuevo los tacones en el suelo y dejo salir un suspiro acariciando su cuello y vislumbrando su rostro.
“¿Por qué no me dijiste lo de tu hija?”.
“Aún no sabes lo que puedo llegar a afectarte, y cuando lo supieras, no quería que huyeras de nuestro lado”, expresa bajando la vista de una manera sumisa. Paso saliva, obligándole a que me mire.
“Te dije que te aceptaba con tu infierno, estaré preparada cuando desees que te escuche y no, no huiré…no soy de hacer eso; me enfrento y lucho”, manifiesto con algo molestia al saber que él me subestima de esa manera.
‘No soy una cobarde’, pienso.
La sorpresa en su rostro es sublime.
“Pareces muy sorprendido”, digo.
“Lo estoy”, arruga su entrecejo sin creérselo.
“Es lo que pasa por casarte conmigo, no me rindo rápido, Por algo acepté casarme con un desconocido misterioso que quería hacerme gritar su nombre en medio de un org%smo”, menciono con un tono jocoso y una sonrisa en mis comisuras.
“Aún quiero”, declara con la voz ronca, las fibras de mi cuerpo reaccionan a eso.
“Primero hay que curarte”, sostengo su mano llevándolo de nuevo al sillón y tomo más algodón
Él se queda en silencio mirándome curarle, luego de colocarle las banditas, recojo las cosas y dejo salir un suspiro. Vlad detiene mi alejamiento sosteniendo mi mano y atrayéndome de nuevo hacia él.
“Ya me curaste”, detalla.
“Sí, y debemos de volver a la fiesta, tu familia debe de estar esperándonos”, comento haciendo ademán de apartarme y él insiste en tenerme cerca, ahora me envuelve con sus brazos la parte trasera de mis muslos y presiona sus labios en mi vientre, mi v%gina se aprieta por la sensación que me produce.
“Necesito estar dentro de ti, cielo”, pide en un jadeo ronco. Mis mejillas arden igual que mí nuca ante
Él se aparta para mirarme a través de sus espesas pestañas. Se levanta como una montaña gigante e imponente que me revoluciona al millón.
“Mereces un org%smo intenso y que te deje temblando las piernas. El castigo lo podemos dejar para después”, comenta enloqueciéndome, sostiene mi mano llevándome al pequeño balcón que tiene el despacho y da la vista a un jardín trasero que está desolado, mientras la luz de la luna nos da la bienvenida.
Él se coloca detrás de mí acariciando mis curvas por encima de la tela del vestido. Mi corazón ya no tiene latidos, tiene un p%to tambor enloquecido.
“¿Me tomarás aquí?”, pregunto remojando mis labios.
Vlad pega sus labios de mi cuello, inflo mi pecho dejando salir un jadeo cuando aprieta en sus manos mis pechos, las magrea con posesión buscando bajarme el escote y liberarlas. Siento cómo mis p$zones se colocan erectos y sensibles por su poderío.
Empuja su pelvis a mi trasero, para hacerme sentir su p$ne endurecida y esperando a estar dentro de mí.
“Si, y que el cielo sea testigo de nuestro placer”, manifiesta entre dientes bajando de repente el escote de mi vestido; libera mis tetas que caen pesadas y turgentes en sus manos. Sus dedos
“Vlad… de verdad, alguien puede vernos”, digo un poco miedosa.
“Nadie te verá, no lo permitiré… te lo prometo”, gruñe en mi cuello y sus palabras suenan a otra cosa, pero decido no darle vuelta al asunto y me lanzo en el abismo de placer que este ruso enorme quiere darme.
Súbitamente, él me empuja contra la baranda del balcón, mis manos se afincan en ella y comienza a subirme el vestido por la parte trasera para meter dos de sus dedos en mi v%gina sin más, invadiendo mi canal con lujuria y salvajismo.
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