Destinada a amarte
Capítulo 59

Capítulo 59:

“Genoveva, que seguridad lo saque”, demanda y su ama de llaves asiente, luego, aparecen sus guardaespaldas acercándose a mí.

“Quiero que sepas que luego de que Valeria te abandone, estaré para ti, te daré otra oportunidad, Vladi”, menciona y suelto un resoplido.

“Al demonio tu oportunidad”, declaro apartándome de los hombres, estiro el saco de mi traje y salgo de la casa escoltado por sus hombres.

Bajo los escalones de la entrada y camino hacia mi auto, giro mi rostro vislumbrando la figura de Hannah en la puerta, mirándome con prepotencia. Entro a mi auto para irme de una vez por todas.

Unas pocas horas después…

Sostengo mi cabello con fuerza, luego de recibir la llamada de mi madre anunciándome que Valeria estará en la fiesta de la temporada.

Mi corazón se acelera con fuerza, y es que estaba evitándola por completo, así era más fácil estar lejos de ella y no querer tomar un avión para volver a Manhattan. Tengo mi corazón en Seattle por Anastasia y mi mente está en Manhattan pensando una y otra vez en levantándome para cambiarme de traje.

Estrello mi puño contra el rostro de Dmitry, su insolencia estalló lo que venía acumulando dentro de mí y veo a Akim en su rostro, mientras escucho las amenazas de Hannah y la noticia de Tom sobre Anastasia; todo explota y mi hermano se ganó el resultado.

“¡Deténganse en este instante!”, exclama Tania.

Esto hace que Dmitry se me venga encima golpeándome. La boca me sabe al hierro de la sangre por mi labio roto, gruño tomando impulso para patearlo lejos de mí, me levanto pasando mi antebrazo por mi boca dejándolo manchado de sangre. Coloco mis manos en puños viendo cómo se levanta también. Ambos no nos detendremos hasta vernos muertos.

“Ven, hermanito, y termina lo que empezaste”, dice sardónico.

“Basta, Dmitry! ¡Están haciendo un espectáculo!”.

Corro hacia él empujándolo de nuevo al suelo entre golpes, no dejo que se levante de nuevo, estoy poseso encima de él estrellando mi puño en su rostro, viendo cómo el rojo se hace presente.

“ Vladimir!”, escucho el llamado de Valeria que me desorienta un instante, sacándome del trance de aprieta con fuerza intenta cortarme el flujo de aire, veo sus ojos oscuros llenos de rabia que nadie escuche la rata inmunda que es él.

De repente, lo apartan de mí unos sujetos, que son de seguridad. Toso volviendo a retomar mi respiración.

“Vlad, cariño, mírame”, pide la voz de Valeria, elevo mi rostro observando a un ángel de ojos color cielo. Trago con dificultad, ella me mira con preocupación o quizá decepción.

“Esto no lo permito, son hermanos. Dmitry, Juan te llevará a casa para que te curen”, dice Tania acercándose a su hijo. Él niega con la cabeza, zafándose del agarre de los de seguridad.

“Me iré a un lugar más divertido que este, de todas maneras, tengo medio millón de dólares en mi cuenta, gracias a Valeria. Esto te da una ventaja de un mes, puede que te pida un poco más, si no quieres que me lleve al mocoso”, advierte sin importarle la presencia de la familia y las personas. Se va empujando y gruñendo. Giro mi rostro para ver a Valeria.

‘Cielo, que inocente eres, al caer en el juego de este imbécil’, pienso.

“Disculpa, Valeria, ellos…”.

“No tienes que mentir, madre. Sí somos así, Dmitry siempre me ha odiado y está buscando arruinarme”, intervengo, Tania se denota avergonzada y lastimada como madre, al ver a dos de sus hijos a punto de matarse. Suspira y sostiene la mano de Valeria.

“Es mejor que vayan a un hospital”, comenta. Niego con la cabeza.

“No quiero”, declaro.

“No es necesario, Cielo…”.

“Lo es, ¿o tienes miedo de que te duela? Seré suave contigo, grandote”, su sonrisa mientras habla; enciende los latidos de mi corazón.

“Claro, los llevaré a un lugar más tranquilo, Juan, busca el botiquín por favor y que la fiesta siga, la beneficencia no tiene la culpa”, pide Tania a uno de sus hombres.

Veo la mirada juzgante de mi padre quien no se atreve a decir ni una palabra, pues no le escucharía. ¿Qué sabe él de cuidar de su familia? Si me abandonó con mi madre. Valeria sostiene mi mano caminando hacia el lugar que despejó mi madre; un despacho.

“Es un lindo lugar, ¿es de la familia?”, pregunta Valeria hacia mi madre.

“Era nuestra casa, y nos mudamos a un lugar más grande y moderno cuando la familia se amplió… cambien para estar cerca de Vladimir”, responde mirándome.

Recuerdo cuando compré la casa que está conjunta a la que ahora es de ellos, decidieron estar muy cerca de mí. Acaricia mi cabello inclinándose para darme un beso en la coronilla.

“Es mi pequeño, siempre será así”, agrega y aprieto mis dientes por las palabras maternales que salen de ella y tocan mis fibras. Tania deja salir un resoplido, limpiándose las lágrimas.

“L.es dejaré a solas, sé que tienen cosas de qué hablar. Si nos necesitan; estaremos fuera… Gracias, Valeria”, comenta entregándole el botiquín a mi esposa quien asiente recibiéndolo.

Tania sale junto con Juan y nos dejan a solas. Veo a que acercaba a mi rostro un algodón con antiséptico.

“No te dolerá, lo prometo”, murmura.

“¿Por qué le pagaste a Dmitry? Te dije que no le daríamos ni un centavo, estás buscándote otro castigo”, pregunto sin tapujos. Ella resopla mirándome con sus ojos celestes.

“Tú no me respondías, el tiempo transcurría, quería tiempo para saber qué haré, me dejaste sola y sabías que te necesitaba a mi lado”, dice y me siento un idiota. Al resguardarme a mí y mi secreto; la estoy jodiendo a ella.

“Ya no importa, tú escuchaste, seguirá buscando razón para arruinarme y quitarme a mi hijo”, gruñe con nostalgia apartando su mano de la mía.

“Nuestro hijo”, reitero.

“No dejaré que eso suceda, haremos otra prueba de ADN, buscaremos las pruebas posibles. Él nunca debió chantajearte, y no me interesa que sea un Novikov, viste lo que es capaz de hacerme”, digo llamando su atención.

“¿Por qué te odia tanto?”, cuestiona.

Dejo salir un suspiro, ella levanta mi rostro con sus dedos, invitándome a mirarle.

“Vine por explicaciones y las voy a obtener, cariño. Este lugar resguarda muchos secretos tuyos y no me iré hasta saberlos”, dice con intensidad, comienza a presionar el algodón contra mi piel a toquecitos, me arde, pero no reacciono.

“Primero te curaré, eres muy hermoso para tener unas heridas”, agrega con una sonrisa que me la pone dura.

Remojo mis labios viendo su escote apretarse y muy cerca de mi vista. Levanto mi mano, acariciando respira con dificultad, dejando salir un jadeo.

“Tienes que ser un paciente obediente”, murmura jocosa.

“No soy nada obediente”, declaro pasando mis manos a sus piernas, y comienzo a subirlas introduciéndome debajo de su vestido para encontrarme con su v%gina caliente sin ropa interior.

Valeria reprime un g$mido cuando una de mis manos separa sus nalgas para meter la otra entre sus pliegues y comienzo a estimular su cl!toris que se coloca duro con mí tacto.

“Vlad… puede entrar alguien”, dice jadeando.

“Que te escuchen cómo gritas mi nombre en medio de un org%smo y sepan que eres mía”, declaro sin desinhibiciones.

Sus manos se apartan de mi rostro y se posan en mis hombros para mantenerse de pie y estable mientras introduzco mis dedos en su húmedo v%gina.

‘No pienso cansarme de esto’, maquino al sentirla tan bien y mi p$ne se engrosa de inmediato esponjándose dentro de mi pantalón.

“Tengo que terminar de… curarte”, g!me apretando sus labios, observo sus mejillas colocarse rojizas.

“Vlad, estás evitando conversar con el se%o”, declara.

Es lo que suelo hacer, pero, no deseo hablar de mi pasado, solo me traen las mismas asquerosas sensaciones, prefiero hundirme dentro de ella; alejarme del infierno mientras me cul%o al cielo.

La puerta se abre sin previo aviso, giramos nuestros rostros y Valeria se aparta rápidamente de mí, sacando mis dedos de ella. Aprieto mi mandíbula y clavo mis ojos en el rostro de Hannah.

Valeria coloca sus palmas en mi pecho deteniéndome.

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