Destinada a amarte
Capítulo 48

Capítulo 48:

“Hola, hermanito”, anuncia con prepotencia.

Vlad no le deja entrar.

“¿Qué carajo haces aquí?”, gruñe entre dientes, notablemente molesto por la presencia de su hermano

Dmitry se inclina un poco para mirarme.

“Vine a hablar con Valeria Morat, sobre un asunto… familiar”, anuncia desconcertándome por completo sin saber sus intenciones, pero Vlad, me hace notar que no son nada buenas. La mirada de Vlad se coloca en mí, su cejo está arrugado, igual de desconcertado que el mío.

‘¿Qué querría hablar conmigo el hermano de Vlad?’, pienso.

“¿Me dejarán entrar o hay una palabra secreta?”, cuestiona sardónico Dmitry,

“Te voy a destruir si llegas a tocarla”, advierte imponente mi esposo mientras se coloca al frente de Dmitry.

“Vlad… está bien, será rápido, lo que tengas que decirme puede ser delante de mi esposo”, digo bajando los escalones que había subido.

““Es mejor que sea a solas, Valeria”, reitera Dmitry, le miro confundida.

Vlad gruñe con ganas de despachar de inmediato a su hermano. Me termino se acercar a mi esposo posando mis manos en su espalda, llamo su atención y sus océanos me observan dejándome sin aliento.

“Será rápido, confía en mí”, digo, acuno su rostro y me coloco de puntillas para alcanzar sus labios.

“Es tu hermano no un desconocido y sabes dónde vive por si quieres vengarte”, esbozo una sonrisa por mi comentario.

Él resopla, sello su boca con un beso que me saca un jadeo por la intensidad. Dmitry carraspea a propósito le miro entornando mis ojos luego de dar un paso atrás.

“Te atreves a…”.

“Lo sé, Vlad, ahórrate las amenazas para quiénes se caguen en los pantalones por eso”, interrumpe tajante Dmitry, ruedo los ojos caminando hacia el despacho. Escucho cómo me sigue y abro las puertas dobles.

Él entra cerrándolas detrás de él, paso saliva al no saber qué está por decirme.

“¿Qué quieres hablar conmigo?”, pregunto sin tapujos mirando sus ojos azabaches, tan oscuros que podrían dar miedo.

Una sonrisa sardónica se posa en sus comisuras, da unos pasos adelante deslizando su índice por una de las repisas del librero, observa su dedo y me mira luego de pasar su lengua por las comisuras, como si estuviera buscando en sus pensamientos las palabras o solo está disfrutando de esto.

“Supongo que mi hermanito no sabe cómo fue que quedaste embarazada ¿Cierto?”, dice y mis ojos se abren.

“¿Qu-qué tiene que ver? ¿Qué sabes de eso?”.

Suelta un suspiro fingido, coloca sus manos en la espalda para clavarme sus ojos.

“¿Crees en las casualidades? ¿O el destino?”, insinúa y mi corazón palpita con fuerza.

“Sé directo”, pido, molesta por su juego.

“Bueno… resulta que mi esp$rma estaba congelado en un hospital, los herederos de familias importantes como la nuestra, solemos hacerlo para preservar el linaje ante cualquier enfermedad o indisposición”.

“No estás diciéndome nada, ve al grano por favor”, insisto sintiendo las estocadas de mi corazón más rápidas mientras mi mente está atando cabos rememorando el pasado; hace más de cinco años… Dmitry se acerca más a mí y retrocedo.

“Mantén tu distancia”, ordeno, él detiene sus pasos.

“¿Me tienes miedo?”, pregunta sonriente.

“No, tengo miedo de mí”, arruga su cejo.

“¿Por qué lo dices?”.

“Porque me puedo defenderme y tengo miedo de hacerte mucho daño”, digo provocándole una carcajada.

“Oh, preciosa, no sabes con quién hablas”.

“Exactamente, ¿qué mi%rda quieres conmigo? Se te está acabando el tiempo y quiero irme a dormir con mi esposo”, espeto.

Dmitry relame sus labios.

“Creo que dejará de ser tu esposo cuando te diga la verdad”, aprieto más mi cejo.

“Como te decía… el esp$rma; muy bueno y de la mejor calidad, estaba en el Hospital Toronto General, donde fuiste inseminada con él por error o negligencia, ya ni me importa, Eso quiere decir que…”.

“No”, gruño con los ojos ardiéndome por el escozor. Niego con la cabeza.

“Sí, preciosa, soy el padre biológico del pequeño mocoso que anda por ahí”, señala con su dedo el alrededor del lugar y su rostro me muestra una sonrisa. Trago con dificultad.

“Eso no es cierto”, insisto caminando a un lado, no puedo creer que esto sea verdad. Mi hijo no es del hermano de Vlad.

“Sí lo es, créeme, tampoco es que estoy emocionado de que me hayan robado mi esperma y lo hayan colocado dentro de ti. Llegué a pensar que has sido tú quien ha hecho todo esto, para buscar una pensión millonaria y segura…”.

Le miro con asombro ante su insinuación.

“Nunca hubiera escogido eso o que sucediera de esa manera, el hospital cometió el error”, reitero.

“Entonces puedes compensarme por alejarme de mi hijo y robarme, pues si no sabes eso está penalizado, aunque te verías muy se%y en un traje naranja de la cárcel”.

“Prueba de ADN, haz una prueba”, propongo negándome a que esto sea cierto.

Él ríe abriéndose el saco, mete su mano y la saca sujetando un papel luego de hurgar.

“Sabía que pedirías algo como eso, eres tan predecible”, anuncia tendiéndome la hoja, que arrebato de sus dedos sin miramientos y mis manos tiemblan leyendo lo que indica el trozo de papel. Mis ojos se escuecen al leer ‘noventa y nueve por ciento de compatibilidad’. Niego con la cabeza encarándole.

“Esto no es cierto, ¿cómo conseguiste la prueba de sangre?”, pregunto confundida.

“Cuando el mocoso entró al jardín de infantes de elite, le hicieron un examen completo, la prueba de sangre solo me costó unos cuántos miles de dólares… extorsionar a la directora no es tan complicado como parece, puedes repetir la prueba si quieres, te dará el mismo p%to resultado; soy el padre de tu hijo, te guste o no”, manifiesta erizándome la piel.

Mis ojos se humedecen y bajo la vista a la hoja.

‘Esto no puede estar ocurriendo’, pienso.

“¿Qué quieres?”, pregunto entre dientes mirándole mientras las lágrimas se deslizan por mis mejillas.

“Dinero y que te divorcies de Vladimir, de lo contrario, te quitaré al pequeño Zayn e irás a la cárcel por alterar una muestra biológica. Haremos esto por las buenas, Valeria Morat”.

Trago con dificultad.

“Mi matrimonio no tiene nada que ver con esto, no me divorciaré”, espeto con dureza y con ganas de golpeare.

“Lo harás, aunque, él cuando sepa toda la verdad te dejará”.

“Eso no es cierto, Vlad no es así”.

“No conoces a Vladimir, él hará lo que sea para salvarse de problemas; de estar en los medios, de cualquier cosa que lo saque de su modo incognito y tú, querida… eres un problema”.

Me quedo perpleja ante lo que me dice.

“Le diré a Vladimir todo esto, de lo que intentas obtener. Él tarde o temprano se enteraría de cómo ocurrió mi embarazo”, advierto y él endurece su cejo.

“Si lo haces, solo me enojarás más y no quieres verme enojado, Valeria. Coopera, sé inteligente y no alejaré a Zayn de ti a menos que sea eso lo que…”.

“¿Cuánto quieres?”, interrumpo.

“Dios, que excitante sonó esa pregunta, lástima que seas la mujer de mi hermano, porque eres muy ardiente”, dice acercándose a mí y mantengo la distancia. Él truena su cuello al ser rechazado y resopla sacando su celular.

“Esa cantidad y a esa cuenta de banco”, indica tajante.

El celular suena dentro del pequeño bolso colgado en mi brazo y lo saco para leer la absurda cantidad que me está pidiendo.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar