Destinada a amarte
Capítulo 46

Capítulo 46:

“Siempre me sacabas en cara lo mala que era haciéndote un p%to oral, además de que insistías que era una frígida en todos los sentidos por no acostarme contigo… vete por donde viniste o llamaré a seguridad”, advierto esperando a que se vaya finalmente.

Él niega con la cabeza rompiendo de nuevo la distancia.

“Tú eres la que miente”, gruñe sujetándome con fuerza los brazos, mi corazón estalla en latidos por el miedo que me provoca.

“Suéltame, Akim”.

“¿En quién mi%rda te convertiste? Antes eras…”.

“¿Una idiota que todos usaban a su antojo? Sí, esa se murió en cuanto me fui lejos, no tienes ni el mínimo derecho de seguir atosigándome, eres mi pasado y te moriste junto con él”.

“Rompe tu matrimonio, es fácil hacerlo, tengo abogados buenos que lo harán por ti y seguido nos casaremos, te haré entrar en razón, amor”, verbaliza en un tono exacerbado.

Se nota la locura y la conmoción en su semblante mientras aprieta más el agarre de sus manos sobre mi piel, hago un mohín de dolor por eso y suelto un quejido.

“Akim, aléjate de mí, por favor”, pido, pero mi cuerpo siente el miedo ante lo que él es capaz de hacerme.

Todas las ocasiones en que me humilló de manera intima me invaden y comienzo a temblar, mis ojos se escuecen ya que, él no me libera, al contrario… acerca su rostro al mío respirando muy cerca de mi mejilla. Me causa repulsión lo que me está haciendo.

“Hay cámaras, Akim”, advierto señalándole a que las mire.

“Lo sé, las vi cuando entré. Soy bueno con las cámaras, por si no recuerdas y el día en el concierto, no te percataste de unas que nos apuntaban”, confiesa, mi corazón da unas estocadas de pánico y le miro con asombro.

“¿Qué estás insinuando?”, pregunto nerviosa. Él esboza una sonrisa acercándose a mis labios.

“Haré que te divorcies de ese hombre”, proclama conmocionándome ante la sombría voz que sale de él.

Súbitamente, la puerta se abre, giro mi rostro para encontrarme con Vladimir. Quien posa sus ojos oceánicos llenos de furia en Akim.

No puedo asimilar bien lo que ocurre en una fracción de segundos, pero la imponente figura de Vlad camina hacia nosotros y me quita a Akim de encima, para lanzarlo al suelo de un golpe que suena muy fuerte. Este cae al suelo contra la mesa de café rompiéndola.

Mi pecho sube y baja por lo que acaba de suceder. El cejo fruncido de Vlad se coloca en mí y luego vuelve a Akim quien intenta levantarse.

“¡Maldito! ¡¿Quién mi%rda te crees?! Te voy a

“Inténtalo, porque acabas de firmar tu sentencia al poner tus sucias manos sobre mi esposa”, manifiesta con intensidad Vladimir, dejándome atónita.

Observo a mi esposo; con un semblante tan atractivo, una respiración jadeante y un porte tan varonil que mis bragas comienzan a humedecerse…

Paso mi mirada a Akim, quien se muestra sorprendido por la amenaza de Vlad. Se termina de levantar sacudiéndose la ropa con un hilo de sangre en su labio por el golpe y veo la mesa destruida en el suelo.

“¿Acaso me estás amenazando? ¿No sabes quién soy? Soy Akim Baker…”.

“Sé quién eres y deberías de saber que a quien tienes al frente es el dueño de la disquera con la que buscas firmar a tu banda, eres representante ¿Cierto? Un pequeño heredero que no sabe lo que quiere. Vete de aquí y no te quiero ver cerca de mi esposa ni respirando su mismo aire o me encargaré… no de amenazarte, porque no hago eso, pero haré que supliques por tu p%ta vida, neschastnyy”.

[Traducción: Desgraciado].

La voz de Vladimir suena ronca y áspera, las fibras de mi cuerpo se alarman por eso y trago con dificultad.

Akim me observa con la respiración alterada.

“No te atreverías”, gruñe Akim.

“Ponme a prueba”, se interpone Vlad siendo más alto que Akim, siento que si vuelve a golpearle lo romperá en pedazos.

“Valeria, mírame, te amo. Haz que este hombre nos deje a solas, de todas maneras, te divorciarás de él”, arrugo mi entrecejo por sus palabras.

Escucho el gruñido de Vlad y se me eriza la piel.

“Vete, Akim. Él es mi esposo y lo del divorcio solo será en tus sueños”, digo finalmente abriendo la puerta de par en par.

Akim abre los ojos con asombro o quizá está perturbado al no tener el mínimo de poder sobre mí, mismo que le di hace unos años atrás.

“Lamentarás esto”, dice con ronquez en su voz mientras camina al frente de mí para cruzar la puerta de la salida, sus ojos verdes se posan en los míos con rabia y termina de desaparecer. Suelto un resoplido para mirar a mí esposo, quien me mira con intensidad.

“No tienes que agradecer, ese imbécil suplicará no haber nacido”, interrumpe tajante llamando mi atención.

“Esto no tiene que tornarse de un color rojo, odio la violencia, Vlad”, digo acercándome a él, sostengo su mano levantándola para vislumbrar sus nudillos enrojecidos.

“¿Te duele?”, pregunto con mi latido ardiendo en mi pecho.

“Me duele más el hecho de que él haya posado sus manos encima de ti”, aprieta sus dientes mostrándome su mandíbula y ojos oscurecidos.

“No me hizo daño”.

“Si no hubiera llegado él…”.

“No lo hizo, Vlad”, intervengo ante lo nublado que lo tiene el odio y la ofuscación.

“¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste dónde trabajo? No recuerdo haberte dicho”, pregunto dando un paso atrás mientras mi cruzo de brazos. Él resopla suavizando sus sienes.

“El auto tiene un dispositivo de rastreo y por si no recuerdas; soy tu esposo, tengo el derecho de saber dónde trabajas”, explica y descruzo mis brazos.

“¿Me rastreaste? ¿No era mejor que me preguntaras?”.

“Sí, pero… hago las cosas a mi manera”, dice con una sonrisa que me descojona por completo.

“Las cosas a tu manera me están volviendo loca”, digo y él se acerca a mí, posando sus manos en mi espalda baja para atraerme a su cuerpo, suelto un g!moteo cuando mis pechos se aprietan de su torso por el movimiento posesivo que hace conmigo. Sus ojos me empapan con su océano.

“Quien se atreva a volver a tocarte, tendrá que despedirse de por lo menos una mano y no preguntaré con cuál desean quedarse, porque tú eres mi cielo y solo yo, puedo tocarte”, manifiesta entre dientes enloqueciéndome más.

“No eres un mafioso y puedo cuidarme sola, pero, acepto que soy tu cielo, cariño”, digo mordiendo mi labio.

Sus ojos se abren por mis palabras y escucho el carraspeo de su garganta.

“¿Cómo me dijiste?”, pregunta de manera entrecortada. Recuerdo lo que dije y es primera vez que le llamo de esa manera, comienzo a cuestionarme el haberlo dicho.

‘Creo que no le gustó, ¿Hice mal?’.

“No, me fascinó. Puedes llamarme así de ahora en adelante”, dice y me deja atónita, mis mejillas se encienden por eso.

Apoyo mis manos sobre su pecho acariciando con la punta de mis uñas y relamo mis labios con descaro.

“Cariño, ¿A qué viniste?”, pregunto, él borra la sonrisa apartándose y desvía la mirada.

“No te vayas a enojar con Zayn”, comenta y comienzo a preocuparme. Aprieto mi cejo.

“¿Qué pasó con Zayn?”.

“Recibí una llamada de la directora, como tienen mi número directo, me han notificado que hubo una pelea; Zayn se peleó con otro de sus compañeros él…”.

“Vamos”, interrumpo sosteniendo mi bolso, estoy segura que Zayn no ha sido el culpable, mi pequeño no es así.

Él asiente invitándome a caminar hacia la salida de la oficina, estoy muy preocupada y ansiosa, mi corazón late con fuerza también porque Vlad está apoyando su mano en mi espalda baja. Me despido de Gisela y nos introducimos al ascensor, comienzo a ver los números en descenso.

“Hubieras empezado por eso”, gruño levantando mi mentón para mirarle enojada.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar