Destinada a amarte
Capítulo 45

Capítulo 45:

Pov Valeria.

“¿Con hambre?”, inquiere haciéndome parpadear.

“Me refiero al almuerzo, ángel”.

“Por supuesto”, digo sin más y él me invita a caminar a su lado mostrándome un auto lujoso que nos espera con la puerta abierta. Me subo y luego él a mi costado.

“Te llevaré a uno de los mejores lugares, tienen la mejor pasta italiana, te sentirás en Roma”, expresa llamando mi atención. Le observo y entorno mis ojos a él.

“Espero que sea así, también me darás las mejores pautas para el departamento de publicidad, recuerda que esta comida es de negocios”, reitero para que no se haga ilusiones, realmente no deseo malos entendidos, tengo claro que en este momento mis pensamientos le pertenecen a Vlad; es como si él me hubiera consumido por completo de una manera que me estremece y me gusta.

“Me quedó claro, ángel. Relájate un poco”, dice en un tono juguetón. Ruedo los ojos negando una sonrisa para colocar mi vista en el camino.

El acomodador nos coloca en nuestra mesa y el ambiente es algo romántico, a decir verdad, pues es como si estuviéramos en un pequeño lugar de la Toscana; luz tenue, rosas y mucho olor a comida deliciosa.

Tomo asiento en la silla que Oliver me apartó de manera caballerosa y coloco la servilleta de tela en mi regazo.

“¿Desean descorchar un buen vino a elección del chef?”, cuestiona el mesero. Oliver me mira por un segundo y sonríe.

“Solo para mí, la Señorita no bebe vino con su Gerente general”, expresa, el mesero asiente sirviendo su copa, él hace la cata y vuelve a pedir que se la llenen. El mesero recibe nuestros pedidos y se  aleja.

“Está delicioso, te lo pierdes”, deja la base de la copa en la mesa llamando mi atención.

Aclaro mi garganta.

“Bien por ti… ¿Cómo piensas reabrir el área de publicidad? Necesitamos por lo menos dos clientes seguros, estaba pensando en el área de las joyas; los diamantes”, digo.

“¿Diamantes?”.

“Sí, podemos intentar negociar con una de las joyerías que tengan su propia creación de diamantes o una minería pequeña, le ofreceremos la mejor publicidad y esto nos ayudará obtener otro cliente potencial”, explico ante mi idea.

Oliver tira su espalda de la silla mirándome con intensidad.

“Eres realmente impresionante, además de hermosa; eres inteligente”, adula y suelto un resoplido.

“Lo sé, tengo las de perder, estás casada y pude saber que con uno de los más poderosos empresarios y forma parte del Grupo Vedma, quien es tu socio accionista; el que me contrató para que no se arruinara la empresa por tener una presidenta inexperta en el área. No puedo competir con quien me da de comer, eso es obvio”, dice y abro los ojos con sobresalto

‘¿Vlad pertenece al Grupo Vedma? ¿Por qué no me dijo?’ me cuestiono mostrándome sorprendida.

“Parece que no conoces bien a tu esposo”, comenta con cierto tono burlón.

Aclaro mi garganta.

“Limítate a hablar de negocios, Oliver. Si no quieres morder la mano de quien te alimenta ¿Cierto?”, mis palabras le perturban por un momento pues su mirada cambia a una molesta.

“Ciertamente”, responde entre dientes, oscureciendo su mirada.

La comida llena la mesa y con unos pocos bocados aparto el plato, la tensión incómoda en la mesa no me deja comer por completo. Saco de mi bolso una carpeta donde tengo mis propuestas para el área de publicidad.

“Espero leas y me ayudes a hacerlo realidad. Aprecio tu inteligencia y agradezco que hayas salvado al Grupo Birken, pero es mejor que esta sea la última comida de negocios entre nosotros, a menos que sea realmente importante”, manifiesto llamando su atención, él esboza una sonrisa.

“Que suerte tiene Vladimir Novikov”, menciona con desgano resoplando y arrastra la carpeta hacia él.

“La suerte la tengo yo”, reitero levantándome. Dejo la tarjeta de Grupo Birken sobre la mesa.

“La compañía paga la cuenta”, indico, él se levanta deteniendo mi ida, sujeta mi mano llevándome a mirarle.

“Tu esposo no es un santo, ha arruinado a muchas personas con su poder, tiene más enemigos que amigos, tú no pareces una mujer para él…”.

“No, Oliver. No te permito que hables mal de mi esposo”, interrumpo apartándome de su agarre mientras clavo mis ojos en él.

“Solo quiero que sepas que no perteneces a su mundo de maldad, no quiero que un ángel como tú, se corrompa”, dice desorientándome por su insinuación.

“¿Qué te hace pensar que él me corrompe? Quizá es al revés”, espeto dándole la espalda para caminar hacia la salida del restaurante, el estómago se me revuelve por mis pensamientos que ahora están más desconcertados que antes.  Tomo una bocanada de aire buscando un auto para que me lleve de regreso a la compañía.

Muevo mi lapicero pensando en lo que me ha dicho Oliver, sé que mi esposo no es un santo, pero no parece el hombre que haga mal a las personas para colocarse encima de todos. El golpeteo de la puerta me saca de trance, me acomodo en la silla mirando hacia la entrada.

“El Señor Akim Baker está aquí”, anuncia y arrugo mi cejo por eso.

“Déjalo pasar, gracias”, a los segundos, aparece un gran ramo de rosas rojas en las manos de Akim quien se oculta detrás de él. Asoma su rostro con una sonrisa.

Me levanto recibiéndolo, estoy desconcertada por su visita de improviso, pues pensé que nunca le volvería a ver, no luego de nuestro encuentro desagradable.

“Hola, Val”, dice sin más. Me entrega el ramo de rosas y las sostengo en mis manos.

“Pensé que te gustarían unas rosas para adornar tu oficina, supe que ahora eres la presidenta de la compañía de tu familia”, acota, dejo el ramo encima del asiento.

“Si, gracias… ¿A qué viniste, Akim? Pensé que todo había quedado claro, además, no quiero que la odiosa de Alice me siga intentando joder”, mi pregunta le toma de sorpresa.

Flexiona su brazo rascándose la nuca, dejándome ver sus ojos verdes.

“Dejé a Alice, nuestro compromiso se terminó de desligar… vine a recapitular lo que estábamos hablando, si deseas casarte conmigo, estoy dispuesto a todo por ti”, dice y abro los ojos.

Akim se acerca a mí sujetando mis manos, me alerto por eso.

“Lo digo en serio, Val, daré todo por ti… fui un idiota que te dejó ir y no quiero perder esta oportunidad, de que hayas aparecido de nuevo en mi camino”, suelto una carcajada irónica por sus palabras cosa que él no toma de buena manera.

Aparto mis manos de las de él.

“No hay ninguna oportunidad, Akim, la única que tenías la perdiste de nuevo. Estoy casada”, manifiesto y sus ojos se abren.

“¿Q-qué, pero… con quién?”, pregunta sorprendido.

“Vladimir Novikov”, respondo sin más.

Él mira a los lados restregándose la mano por el rostro pareciendo consternado.

“Lo siento, Akim, pero es mejor que te vayas…”.

“¿Cuándo te casaste con él?”.

“Eso no importa”.

“¡Te dije que te amaba!”, exclama sobresaltándome.

“Yo no, y Alice me dejó en claro que es mejor que no estemos hablando, ella sigue a cargo de uno  de los departamentos de esta empresa, quiero evitar que me intente arruinar de nuevo, suficiente tengo ya”, comento alejándome de él.

Akim niega con la cabeza, sus ojos se notan brillosos pero su semblante parece enojado.

“Eres el amor de mi vida, Val, siempre fuiste tú… puedes divorciarte, estaremos juntos, no me hagas esto Val ¡Le dije a mis padres que me casaré contigo! Ahora que tienes la compañía de la familia podremos hacer de nuestro convenio algo muy grande, como el principio, tú y yo, ¿recuerdas esa noche del concierto? Ese org%smo que te hice sentir…”.

“Deberías de dejar de mentir, Akim”, interrumpo.

“Ese org%smo lo tuve pensando en quien es ahora mi esposo, tú no me haces sentir ni lo  más mínimo. Agradezco que me hayas rechazado esa noche, porque mi desespero me iba a hacer cometer un gran error, tú nunca me hiciste sentir sensual o adorada”, dije.

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