Destinada a amarte
Capítulo 39

Capítulo 39:

Pov Valeria.

Le doy una mirada rápida a Jade quien encoje sus hombros. Los aplausos estallan en el lugar y los acompañamos con los nuestros, Dmitry esboza una sonrisa.

“Creo que sabes más de mí de lo que sé de ti, eso me tiene en desventaja, pero es un gusto siempre conocer a la familia de mi esposo”, digo ofreciéndole mi mano de cortesía.

Él la sostiene llevándosela a sus labios para besar mis nudillos, arrugo mi cejo por su acción.

“El gusto es mío, ansío que nos visites y conozcas al resto de la familia Novikov, quizá Vladimir ve ha hablado de nosotros y de su pasado… él no siempre perteneció a la familia”, comenta y alejo mi mano de él.

La figura de Vladimir camina imponente entre las personas acercándose a nosotros y su presencia me roba la atención. Lleva un porte oscuro como si estuviera enojado, Dmitry se gira para encontrárselo.

“Ahí está mi hermanito; el incomparable Vladimir Novikov”, menciona Dmitry con cierta ironía, Vlad se termina de acercar a mí, posa su mano detrás de mi espalda con posesión atrayéndome a su cuerpo.

“Dmitry, ¿Qué mi%rda haces aquí? Aléjate de mi esposa”, espeta Vlad, y abro los ojos por eso.

“Oh, no seas amargado, Vlad. Estábamos conociéndonos… es hermosa tu esposa”, expresa el hermano de ojos azabaches y barba a juego.

‘El atractivo está en los genes’, pienso, al notar que los Novikov tienen buena presencia, pero mi esposo es el único con ojos oceánicos.

“No te permito que te acerques a ella, mantén tu p%ta nariz fuera de mis asuntos”, gruñe Vlad notablemente molesto encarando a su hermano mayor. Ambos son muy altos y grandes.

“Tus asuntos me competen, eres quien tomará las riendas del imperio Novikov un claro error de nuestro padre, cuando sabemos a quién le pertenecen”, manifiesta y comienzo a entender por qué la presencia de él en este lugar; solo vino a provocar a Vlad.

Mi esposo aprieta sus manos con impotencia mientras encara a su hermano, presiento que va  comenzar una terrible pelea y poso mis palmas en su pecho, acariciándolo.

“Si terminaste, es mejor que nos vayamos”, digo apresurándome a evitar alguna pelea familiar.

Los ojos oceánicos se colocan en mí y suelta un resoplido al visualizarme.

“Nos vemos, hermanito”, dice Dmitry ondeando sus dedos en el aire con una sonrisa mientras nos alejamos de él. Jade se despide de nosotros abrazándome.

“Si ocurre algo extraño, llámame… no me gustó lo que presencié”, murmura mi amiga y asiento apretando una sonrisa.

Gideon la escolta y caminamos a la salida del lugar.

“Vladi!”, llama de repente a nuestra espalda la madre de Vlad.

Nos detenemos y ella termina de llegar a él para abrazarlo.

“Lo has hecho muy bien, cariño. Estoy orgullosa de verte de nuevo en eventos como estos, y veo que una de las buenas razones es Valeria ¿Cierto?”, comenta su madre con los ojos llorosos para dirigirse a mí.

“Gracias, Valeria… deberían de visitarnos, tenemos una hermosa casa de campo en Seattle y…”.

“Madre, gracias. Pero sabes que eso no ocurrirá”, interrumpe fríamente, Vlad.

Ella suspira con nostalgia.

“Espero que eso cambie, Vladi. Somos tu familia y te queremos de vuelta, ya no hay peligro… solo, no descartes tan rápido mi invitación”, reitera su madre, con una sonrisa hacia mí.

Me abraza y arrugo mi cejo sintiendo cierto amor maternal de su parte, se aparta para acariciar el rostro de su hijo con cariño, le lanza un beso y se sube a un auto lujoso.

Katia; su hermana en silencio se despide de Vlad.

“¿Sabías que Dmitry estaba aquí?”, pregunta en un gruñido Vlad hacia su hermana.

“Lo vimos llegar, pero esperábamos que no te tropezaras con él”, comenta la chica.

“Cuida a mamá”, ordena sin más mi esposo.

Ella asiente dándome un beso en la mejilla para seguir a su madre subiéndose al auto. La limusina se aparca al frente de nosotros y me giro para encararlo.

“Tengo tantas preguntas”, digo llamando su atención.

“Y voy a necesitar que me contestes muchas de ellas si vamos a queres que este matrimonio funcione”, agrega casi como una petición.

Él arieta los dientes dejándome ver su mandíbula marcada, sostiene mis manos acariciando con sus dedos mis nudillos y su semblante se suaviza asintiendo.

“Todo lo que mi cielo desee”, manifiesta con intensidad invitándome a entrar al auto, eso hago, luego él se coloca a mi lado.

“Llévanos a casa, Dante, por favor”, ordena subiendo la ventanilla que divide las áreas, dejándonos privacidad.

“¿Qué es lo que intentas conseguir de mí, Novikov? Manteniéndome con secretos no lo lograrás”, digo llamando su atención. Sus ojos se intensifican en mí.

“Todo, cielo”; responde sin más haciéndome pasar saliva. Mi corazón palpita con fuerza y la limusina solo me recuerda a nosotros proclamando nuestro placer de manera intensa.

“Puedes tenerme, Vlad, pero a partir de ahora seremos transparentes, sabrás todo de mí y sabré todo de ti, no me importa si es un infierno, si tengo que hacerlo me quemaré en las brasas o me haré amiga de tus demonios”, declaro, él abre los ojos por mis palabras.

“Quiero protegerte…”.

“Lo harás si estoy consciente sobre de qué me estás protegiendo, a ciegas no puedo seguir a tu lado”, interrumpo, él traga con dificultad.

“Solo… inténtalo, de a poco quiero saber qué está ocurriendo, soy tu esposa, ahora somos una familia”, agrego y él me mira con cierta conmoción.

“Maldición, cielo… me tienes en tus anos, no sé qué has hecho conmigo”, dice dejándome atónita sin saber lo que realmente he hecho.

“Tú provocaste esto, Vlad”,  digo acercándome a él, poso mi mano n su mejilla para acariciar sus labios con los míos. Su aliento caliente palpa mi boca y una de sus manos se posa en mi cadera mientras la otra está en mi espalda baja atrayéndome a su cuerpo.

“¿Quieres repetir la sesión en la limusina?”, inquiere alzando su ceja en un tono sugestivo.

“El se%o contigo es maravilloso, Vlad, pero quiero esta intimidad, besos y caricias”, digo casi en un hilo de mi voz, puedo estar pidiendo algo mientras que mi cuerpo suplica otra cosa completamente distinta.

“Eso es nuevo para mí…”, aprieta su cejo.

“Nunca he experimentado una relación y lo que conlleva, pues no creí que me fuera posible. Y ahora, quiero tenerla, tengo que tenerte a ti”, menciona casi sorprendido por lo que dice.

“Imposible”, suelto.

“¿Por qué?”, cuestiona él con una sonrisa que me humedece más de lo que debería.

“Mírate, eres muy atractivo, pareces un hombre que tuvo como veinte relaciones”, digo y me muevo colocándome encima de su regazo. Él muerde su labio y mi corazón palpita.

“¿Tuviste solo se%o exclusivo?”, pregunto y él aprieta sus manos en mi trasero restregándose su er%cción endurecida debajo de mí.

“Solo se%o. Siempre había un contrato de por medio”, explica dejándome atónita.

“¿Qué decían esos contratos? ¿Zurradas obligatorias?”, pregunto de manera juguetona, me estoy prendiendo mucha.

Él suelta un jadeo en mis labios ya que no le permito que me bese, quiero hablar, si me besa terminaré embestida nuevamente contra el asiento, cosa que no me molesta en lo absoluto.

“Me daban el consentimiento de se%o rudo, ataduras er%ticas, muchas nalgadas hasta escocer la piel y silencio en cuanto a lo que hacíamos, demasiado se%o de por medio, era lo único”, comenta como si nada. Muerdo mi labio al recordar la soga.

“Esto de las ataduras… me gustó”, murmuro y sus ojos se oscurecen de forma er%tica.

“¿Sí?”, pregunta sorprendido.

Asiento con mi cabeza perdiendo el control de mi cuerpo que comienza a moverse encima de él.

“Lo estás iniciando de nuevo, cielo… comenta con la voz en un gruñido excitante.

“Te dije que no puedo contenerme”, declaro y él me sujeta de la nuca llevando mis labios a los suyos, toma mi boca con poderío introduciendo su lengua en una danza lasciva con la mía. Mi piel se caliente y mi corazón no deja de golpear con fuerza mi esternón.

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