Destinada a amarte
Capítulo 3

Capítulo 3:

“Señorita Valeria, es una decisión apresurada”, menciona Santino sosteniendo un paraguas.

“Mi padre tomó la decisión, él solo quiere a esta nueva familia. Gracias por todo, Santino”, digo haciendo ademán de meterme al auto.

“Espere, ¿Dónde estará?”.

Le doy una sonrisa nostálgica.

“Donde sí me quieren”, declaro encendiendo el auto.

“Tienes mi número, Santino”, agrego y él asiente apartándose del auto.

Lo coloco en curso para alejarme de la mansión, las rejas se abren para mí y me dispongo a manejar hasta la casa de mi mejor amiga, Jade Harrison; una rubia platinada de ojos avellanados, abre la gran puerta viéndome a mí empapada con una maleta en la mano y los ojos llenos de lágrimas que se disimulan por la lluvia.

“Valeria…”, pronuncia abriéndome sus brazos para recibirme en un abrazo.

“Tranquila, tontuela, aquí estarás bien”, agrega y suelto el sollozo desgarrador desde mis adentros.

Meses después.

Las contracciones estallaron a media noche, el sudor me invade la frente y la fuente se revienta por el charco que hay debajo de mí.

Suelto un grito desgarrador que provoca el despertar de las personas dentro de la mansión Harrison, lugar donde me han albergado con mucho cariño.

Fui totalmente desterrada de mi familia, al darme cuenta que no les importo ni un poco…

“¡Jade!”, grito desesperada por los dolores.

‘Los mellizos ya vienen’

Tuve la sorpresa de enterarme que serán dos y por más asustada que esté, mi felicidad es que estarán conmigo finalmente.

Aparece en pijamas mi amiga y me mira asustada.

“¿Ya vienen?”, pregunta.

“Ya vienen, ¡Aah!”, exclamo en un gruñido encorvándome, sosteniendo mi brazo.

“El… bolso”, digo, ella me suelta corriendo hacia el bolso preparado y lo sostiene para ayudarme a bajar. Su Nana nos alcanza.

“Te tengo que llevar al hospital más cercano”, anuncia Jade.

“¡No! Ya tengo programado en otro”, me retracto, negando con dificultad.

“Valeria… no quiero que les ocurra algo en el camino, tengo que llevarte al más cercano”, reitera subiéndome a la parte trasera de su auto.

Su chofer y guardaespaldas se sube para manejar mientras ella me ayuda a respirar.

“Gideon, llévanos de prisa al hospital Toronto General”, pide y trago con dificultad.

Niego con la cabeza y el auto avanza.

“No… ese hospital no, ahí es donde ocurrió… ¡Ah!”, las contracciones son cada minuto.

“No te preocupes, es uno de los mejores, ese error está en proceso de demanda”, dice y aun así no puedo calmarme.

“Estarás bien, respira conmigo”, menciona y admiro sus ojos avellana.

“Eres fuerte y valiente”, agrega

“Y muy se%y, puede que un Doctor se enamore de ti y tu pelvis”, espeta, me carcajeo y el dolor me invade.

El carro se detiene abruptamente en emergencia, los enfermeros me traen una silla de ruedas colocándome en ella. No quiero despegarme de mi amiga, pero la dejan atrás al meterme en un quirófano ya que, me harán una cesárea por la posición en la que vienen los mellizos.

“¡Está saliendo el primero!”, exclama la Doctora alentándome.

No puedo ver lo que ocurre gracias a una lona y que mis brazos están tendidos a los lados con vías para medir mis pulsaciones. Las lágrimas se me brotan de inmediato. Pero, no escucho un llanto, no escucho nada. De repente pasa a mi lado una enfermera con mi bebé.

“Espera ¿A dónde se lo lleva? ¡Déjeme verlo! ¿Por qué no llora?”, pregunto desesperada, sintiendo cómo mi corazón palpita desesperado.

La enfermera niega con la cabeza y me rompo en mil pedazos.

“No sobrevivió”, suelta sin más. Llevándoselo lejos de mí.

“¡No!”, grito sollozando.

“Valeria, aún tenemos que traer al otro bebé, tu tensión no puede subir”, acota la Doctora pero, niego con la cabeza con rehúso.

‘Mi bebé no sobrevivió. Solo me imagino las dos cunas que me esperaban’.

“¡Lo estoy sacando!”, exclama y mi corazón bombea con más rapidez.

Escucho de repente el llanto y la enfermera piensa llevárselo lejos de mí nuevamente.

“¡Déjame verlo, te lo suplico!”, pido desesperada.

Ella parece compadecerse conmigo y me lo reposa en el pecho.

“Es un hermoso varón”, menciona.

‘La hembra murió’ pienso rompiendo en llanto de nuevo.

“Lo colocaré aquí mismo”, acota al verme tan alterada.

Procede a limpiarlo mientras me terminan de realizar todo el trabajo.

Las horas pasan y tengo la necesidad de irme de una vez por todas de este hospital. No me quieren dejar ver a mi bebé fallecido y no quiero despegarme ni un momento de mi pequeño Zayn Morat Ferrara.

Jade entra apresurada con una cuna portátil y se ha vestido como de agente secreto, la miro con desconcierto.

“¿Qué? Así se siente que estoy haciendo una misión o algo prohibido”, espeta haciéndome reír levemente, aún me duele la cesárea.

“No cometes ningún crimen, me estoy llevando a mi bebé lejos de este lugar antes de que me lo intenten quitar”, declaro sin poder sopesar lo que ha ocurrido. Ella asiente, abrazándome.

“Descubriremos todo tarde o temprano… pero esto no se puede quedar impune”, manifiesta como una promesa de vida.

Cinco años después…

La depresión no fue fácil, llorar cada noche por la pérdida de mi otro bebé, la demanda agotante sobre la falta de respuestas del Hospital… decidí rendirme con eso, sé que Jade no lo ha hecho… he luchado por ser la mejor Madre y la más cariñosa para el pequeño Zayn.

Logré graduarme de publicista y he estado trabajando como ayudante en una empresa importante de publicidad. Jade ha sido mi mejor amiga, tía y madrina todo este tiempo, apoyándome en todo, mi vida tomó un rumbo mejorado gracias a la perseverancia que yacía en mi interior.

Tengo que velar por un pequeño, soy una madre soltera que solo ha tenido parejas esporádicas durante los cinco años anteriores; ninguno me hizo sentir protegida y amada. Me satisfago de ellos y los dejo con la excusa de que ‘quiero concentrarme en mi hijo, pero eres muy bueno, mereces alguien mejor’ de inmediato se van.

Después de tomar un largo vuelo a otra ciudad, específicamente Seattle, bajamos del taxi que nos deja en el hotel donde nos hospedaremos. Jade me informó que anunciaron en los noticiaros que mi padre vendería el Grupo Berkin que heredó mi difunta Madre y que siempre deseó que manejara.

Pero, mi padre quedó como CEO principal de la empresa, este quiere vender lo que me corresponde de nacimiento para realizar una nueva y que su esposa Marla sea la representante legal… no puedo permitir que eso suceda, que la empresa de mi abuelo se venda sin más y que las Dubois obtengan una parte de ella.

Recibo un mensaje alentador de jade cuando nos registramos en el Hotel.

[Jade Harrison: ¡Destrúyelos y toma lo que es tuyo, nena!].

Celebraremos con muchos Cosmopolitan. Tienes mi apoyo si deseas arrancarle las extensiones a la Marla desgraciada. Esbozo una sonrisa, inclinándome hacia Zayn.

“Estarás en guardería mientras mami hace negocios ¿Está bien, cariño?”, pregunto acariciando su cabello azabache para admirar sus ojos enormes y azules como los míos, pero, tan diferentes al mismo tiempo.

También tiene unos labios que seguramente son del ADN de su padre, el cual desconozco por completo. Zayn levanta el mentón orgulloso.

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