Destinada a amarte -
Capítulo 2
Capítulo 2:
“Doctora, dígame, ¿Me voy a morir?”, digo con la voz rota.
“Señorita… usted está embarazada”, manifiesta de repente, abro los ojos con sobresalto, y mi corazón palpita con fuerza.
Niego con la cabeza, es imposible,
“No… ¡Soy virgen, es una locura!”, exclamo, sin vergüenza de tener veintiún años, y guardarme para el matrimonio por el qué dirán, ser una frustrada se%ual es un trabajo arduo, mi consolador está cansado de mí igual que los libros er%ticos.
“Disculpe. Me sorprende su respuesta, al parecer el anterior Doctor se ha equivocado en el historial clínico, justo ese día tenía una inseminación artificial y un examen, ambos pacientes exclusivos… había estado mal por la muerte de su esposa… quizá los intercambió”, suelta sin más.
Mi corazón late con fuerza, al punto de que no puedo respirar bien, me levanto con sobresalto y mis ojos se escuecen.
“¡¿Ahora cómo haré?!”, exclamo, pensando en las alternativas.
Mi familia me desterrará y la familia de Akim romperá el compromiso.
“Señorita, su embarazo es de alto riesgo, no podría realizarse una terminación”, expresa, nerviosa.
“Es raro que haya resultado, la inseminación sin una preparación”.
“¡Cállese!”, exclamo temblando de pavor.
“Discúlpeme, si quiere demandar al hospital está en su derecho y se harán responsable de esto”, suelta de repente.
“Doctora… no me interesa nada de eso ¡Estoy embarazada de un desconocido y no lo planeé!”, exploto encarándola.
“Por lo menos ¿Sabe de quién es?”, pregunto a punto de colapsar en el suelo.
Ella, niega con la cabeza.
“Los registros desaparecieron, la persona que tenía el esperma congelado en el hospital pidió anonimato, al parecer era un cliente exclusivo y la mujer quien la pidió parecía tampoco querer que nadie lo supiera”, expresa y me encuentro en un callejón sin salida.
Camino de un lado a otro con el pecho subiendo y bajando.
“Me voy a desma…”, mis palabras se cortan y todo se vuelve oscuro.
Camino de un lado a otro con el corazón bombeando con fuerza, trago con dificultad y levanto mi mirada para ver a mi padre junto a mi madrastra; Marta Dubois. Ellos se sientan en el sillón al frente de mí, es la hora del té y remojo mis labios.
Santino posa una tarta de fresas al frente de mí dándome una sonrisa, asiento y se retira del salón de té.
“¿Para qué nos citaste aquí, Valeria?”, cuestiona mi padre sin tapujos. Juego con mis dedos y las ganas de llorar se me acumulan en la garganta.
“Tengo algo qué decirles…”.
“Sin rodeos, Valeria, no seas torpe y habla bien”, espeta Marla. Aprieto mis manos contra el vestido aguantándome el enojo.
“Valeria, hija, habla”, alienta mi padre.
De repente, entra Alice al salón cruzándose de brazos.
“Llegaron los análisis, Valeria está embarazada”, suelta sin anestesia, abro mis ojos con sobre salto.
‘Hija de p$rra’, pienso.
“¿Es de Akim? ¡Un heredero!”, exclama mi padre saltando desde el sillón.
No podía mentirles, Akim lo negaría pues nunca hemos tenido relaciones. Niego con la cabeza y Marla se levanta acercándose a mí.
“¿Qué estás insinuando?”.
“No es de él, pero hay una explicación para…”.
“¡Es una z%rra infeliz! ¡¿Acaso no sabes lo que significa eso?! ¡Los Baker no querrán que su hijo se case contigo!”, grita enfurecida alterándose. Me levanto del sillón alejándome de ella antes de que intente tocarme.
“¡Una descarada! ¿Cómo pudiste hacernos esto? Estoy completamente decepcionado de ti”, grita enfurecido mi padre mientras me señala con su índice, clavándome sus ojos como estaca de hielo.
“¡Has arruinado la reputación de la familia!”, exclama Marla levantando sus manos al aire en frustración.
Mi pecho sube y baja, pero por la rabia que mi propia familia me trate de esta manera tan feroz.
“Los Baker quieren fortalecer nuestro vínculo comercial a través del matrimonio con los herederos de ambas familias, tu padre te eligió a ti, Valeria, pero… eres una deshonra y una…”, detiene sus palabras, pero sé que no eran halagos ni nada por el estilo.
“Papá…”, murmuro, él niega con la cabeza silenciándome cuando levanta la mano.
“Valeria no se lo merece, Alice ahora representará a la familia, casándose con Akim Baker” suelta y abro los ojos.
Frunzo mis labios pensando que no vale la pena seguir insistiendo que no ha sido mi culpa, que fue un maldito error y fui la estúpida que se ganó el sorteo de las desgracias. Mis ojos se cristalizan al ver que a mi familia le importa más el negocio, el estatus y el qué dirán antes de mí.
Alice, salta con una sonrisa en sus comisuras al escuchar la gran nueva noticia.
“No les defraudaré”, manifiesta clavándome sus ojos.
“Ni te atrevas Valeria Morat Ferrara, tú Madre estaría revolcándose en su tumba en este momento. Estoy tan decepcionado de ti ¿Y qué harás con ese bebé? Supongo que te desharás de él”, interrumpe mi padre, pestañeo ante su insinuación.
“Tendré a mi bebé, les guste o no”, declaro firme encarándolos.
“¿Qué le pasó a esta arrastrada? Papá, que no se atreva a hablar así”, dice Alice.
“No es tu padre, estúpida. Pero, para mi mala suerte si es el mío”, gruño encarándola, ella se aleja victimizándose mientras que abraza a su Madre.
“Todos ustedes son una cuerda de imbéciles ¡Pensé como una tonta que me apoyarían!”, suelto junto a una carcajada sardónica, niego con la cabeza y mis lágrimas se deslizan por mis mejillas.
“Mi Madre solo se ha revolcado en su tumba cuando metiste a esta mujer a la casa, ¡la mansión que ella heredó! La del dinero siempre ha sido mi querida Madre, y tú… fuiste el primero en deshonrarla ¡Las Dubois se pueden ir a la mi%rda!”, grito, exploto finalmente y dejo salir un suspiro por eso.
“No me interesa ningún compromiso matrimonial solo me importa este bebé”, espeto sin más.
“¡Vete de aquí!”, grita Marla.
“Tú no tienes el derecho de…”.
“Vete, Valeria, fue suficiente…ve a tu p%ta alcoba”, demanda con frialdad mi padre.
No me sorprende en lo absoluto que coloque por encima a las víboras de mí, barro con mis dedos el rastro de lágrimas.
“Se arrepentirán de esto, se los prometo”, advierto saliendo del salón.
“¡Y no te acerques a mi prometido! ¡Z%rra embarazada!”, grita Alice a mi espalda.
La rabia me consume pero más la tristeza, suelto el sollozo a penas me encierro en la habitación. Corro por una maleta metiendo lo que puedo en ella, prácticamente me desterraron de la familia y no viviré aquí para recibir humillaciones. Mi madre no parió a una cobarde.
Sostengo la maleta en mi mano arrastrándola y salgo de la alcoba que me vio crecer, tropezarme y enamorarme por primera vez. Santino; el mayordomo, me observa sorprendido al verme con la maleta en la mano.
“Señorita Valeria… ¿A dónde va?”, cuestiona.
“¡Si, vete, huye como la rata que eres! A tu padre se le acaba de subir la tensión por tu culpa, te juro que, si le sucede algo, te voy a…”.
“Ni te molestes, Marla. Vete al infierno con tu p%ta hija”, interrumpo arrastrando mi maleta salgo de la mansión Ferrara, donde mi madre creció y mis abuelos se la heredaron, para mi poca suerte comienza a llover con relámpagos lanzo la maleta en el maletero de mí auto y lo rodeo para subirme en él.
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