Destinada a amarte -
Capítulo 29
Capítulo 29:
“Vlad… ¿Qué…?”.
“Lo sé, es una locura. No sabría cómo explicarlo, cielo, pero tengo que hacer que te corras. Llevo días pensándolo de manera constante”, interrumpe con la voz ronca y en jadeos.
“Confía en mí, no te haré daño”, agrega y trago con dificultad.
Él se pone detrás de mí, apoyando mi espalda de su pecho, mis piernas están abiertas y expuestas, sin poder moverme. Puedo ver cómo mi cl!toris sobresale hinchado de mi v%gina y mi lubricación está humedeciendo la cama.
Vlad desliza una de sus manos por mi vientre halando de las sogas que me producen un g$mido por la sensación apretada sobre mi piel, no llega a dolerme; al contrario, comienza a frustrarme.
Sus dedos se tropiezan con mi v%gina expuesto y g!mo por la sensación de arrebato, comienza a estimular mi perta hinchada y rojiza, mientras magrea mis pechos con la otra mano, poniéndomelos duros e insoportablemente sensibles.
Me siento arrebatada y desesperada por las palpitaciones de mi pecho.
“Maldición, te has puesto tan húmeda”, murmura mirando sobre mi hombro lo que está haciendo con sus dedos.
“Es tan hermosa; aterciopelada, rosa y muy suave”, gruñe excitado introduciendo uno de sus dedos en mi cavidad, provocando que me retuerza de placer en medio de jadeos desesperantes.
“Y tan acogedora, demonios”, jadea introduciendo otro dedo, no puedo reprimir el g$mido agudizado por sus embestidas.
Vlad tiene unas manos muy dotadas, seguras y expertas… coge lo que quiere con ellas.
Siento de repente como su er%cción se clava en mi espalda baja, mientras él la empuja cada tanto hacía mí, llevándome a sentir también su excitación. Comienzo a apreciar la sensación de que arderé espontáneamente si él no lo hace. Retuerzo los dedos de mis pies y los de mis manos apresadas en mi espalda con mis brazos entrecruzados.
‘Muero por un org%smo’, pienso.
La respiración entre cortada de Vlad se posa en mi cuello, ayudando a que mi org%smo se acerque más. Él no deja de embestirme y estimularme con sus dedos, sus embates provocan un sonido pecaminoso del chapoteo de mis fluidos con la entrada y salida de sus dedos, esto, unido a sus jadeos me está llevando al desquicio.
“Quiero que sientas mi s%men dentro de ti y quiero que escuches los sonidos que hago cuando lo bombee dentro de ti… mientras pienses en ello, estarás deseando que vuelva a hacerlo una y otra vez”, suelta sobresaltándome.
“Entra en mí… Vlad”, pido casi en súplicas.
“Aún no, cielo. Primero quiero verte correr mientras me suplicas a gritos que esté dentro ded ti”, gruñe casi en una amenaza para mí poca resistencia en este momento.
“El se%o entre nosotros será explosivo, lujurioso, sin limitaciones, lo sabes ¿Verdad? Sé que intuyes cómo será, cielo… lo puedo sentir por cómo me tienes empapados los dedos”, agrega y giro mi rostro mirando sus ojos.
“Si…”, g!mo para sentir cómo me aprieta más los pechos y me embiste con más rapidez con sus dedos.
“Por favor…”, comienzo a suplicar, no aguanto más.
“Mírame a los ojos cuando te corras, quiero ver el cielo lleno de placer”, gruñe empujando sus dedos dentro de mí, aumentando la tensión que crece en desmedida lo hace con un ritmo constante y sin prisas.
“Cielo, ríndete a mí”, ordena con ronquez.
Me retuerzo g!miendo con desespero para sentir cómo estalla el clímax con un tenue grito de mi parte. Muerdo mi labio intentando juntar mis piernas, pero él no me deja, la sensación es tan potente que mis ojos se escuecen por la frustración; la timidez y la vergüenza desaparecieron de mi cuerpo a penas Vlad me tocó.
Sus ojos oceánicos me están torturando y puedo ver en ellos el triunfo de lo que ha logrado en mí, pienso que estoy poseída y que haría lo que él quisiera y él lo sabe.
El intenso placer me atraviesa, siento el latido incesante de la sangre en mis oídos y estoy perdida en sus gruñidos que me ponen la piel erizada.
De repente, saca sus dedos de mí desconcertándome. Me coloca la espalda en la cama y suelto un g!moteo por presionar mis brazos, de inmediato mi pelvis se alza dejándome ver cómo Vlad se coloca en medio de mis piernas, mirándome con una intensidad desbordante, esboza una sonrisa er%tica empujándome en su abismo.
Estoy demasiado inflamada, muy sensible y él solo proclama mi locura. Roza mi cl!toris con su lengua, agitándola sobre él, para potenciar de nuevo el deseo. Bordea mi palpitante abertura; provocándome, atormentándome con la insistencia de otro orgasmo avasallante… pensaba que no podría tener otro tan pronto.
“Vlad… ¡Dios!”, g!mo cuando introduce su lengua, tiro mi cabeza hacia atrás mordiendo con desespero mi labio, corriéndome por segunda vez.
Mi cuerpo se estremece violentamente, se tensan mis músculos con potencia alrededor de sus impetuosos lametones, él suelta un bramido que me hace vibrar y cada que intento tocarlo o hago fuerza con mis brazos las sogas se tensan más, excitándome y me desespero por completo.
“Se apretarán más si intentas zafarte, cielo, procura no hacerte daño… sé que lo deseas, pero, no te he escuchado suplicar lo suficiente”, suelta retándome. Todo mi cuerpo arde de placer.
“Quiero… ¡Lo quiero!”, exclamo retorciéndome cuando su lengua comienza a estimular mi cl!toris otra vez, mientras me introduce dos de sus dedos, quiero llorar.
Siento de repente otro org%smo avallasarme sin premura, mi cuerpo está agotado y sigo ofuscada porque él no me embiste con su p$ene.
Se separa de mi v%gina saboreándose con descaro los labios brillosos por mi eyaculación, y comienza a besar mis muslos, abdomen y sube hasta mis pechos besándolos y apretándolos con brusquedad mientras me chupa los p%zones, mi pelvis se mueve queriendo rozar su miembro.
Giro mi rostro viendo las imágenes de las mujeres embestidas con su enorme p$ne, siento envidia, celos y rabia.
‘Quiero eso’, pienso.
Trago el nudo que se me forma en la garganta y él llega hasta mis labios tomándome la boca con violencia reprimida, magullándome los labios con vehemencia mientras sigue apretando mis tetas en sus manos.
“Eres mi cielo lujurioso”, gruñe en mis labios y con la parte blanda de sus dedos frota mis p$zones endurecidos y dolorosos de placer.
“Métemelo, hazme el amor, Vlad…”, suelto con la voz entrecortada.
Él me empapa con sus luceros, acariciando mi rostro.
“Suplica”, gruñe. Tomo una bocanada de aire.
“¿Acaso ellas suplicaron antes?”, inquiero molesta, mirando las fotografías.
Vlad me mira sorprendido, como si hubiera dicho algo fuera de lugar, se queda en silencio mirándome y arruga su ceja.
“Es diferente, tú eres diferente. No debí de obligarte a hacer eso… es mi maldito inferno ensuciando todo lo bueno”, reitera en un gruñido, y suelto un jadeo.
“Pero… yo quiero que lo hagas… por favor”, suplico tragando con dificultad.
Vlad, besa mis labios suavemente y se aleja de repente de mí. Aprieto el entrecejo, aún estoy queriendo más, los org%smos me dejaron más sedienta de él. Pasa una mano por su cabello frustrado y camina de un lado a otro.
Se acerca a mí y comienza a desatarme.
“¿Qué… haces?”, pregunto desconcertada.
Él mantiene su semblante serio y me desata, coloco mis manos adelante para ver las marcas que la soga dejó en mi piel. Sus ojos se fijan en eso.
“Lo siento… es hora de que te vayas a dormir”, suelta con frialdad. Arrugo mi cejo sin entender que ocurrió en solo un instante.
“Hice lo que me pediste, tu condición era que suplicara y lo hice ¿Ahora me lo niegas?”, inquiero levantándome de la cama que está mojada con mis fluidos, camino con las piernas temblorosas hacia él encarándolo y presiono mi índice en su pecho duro.
“¿Qué sucedió, Vlad? ¿Qué cambió?”, pregunto, necesito respuestas no más misterios. Él desvía su rostro de mí.
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