Destinada a amarte
Capítulo 27

Capítulo 27:

Pov Vladimir.

“Hannah, eso no ocurrirá”, recalco fríamente.

“Tú no quieres ser mi amiga”.

“ Te amo, Vlad! Y sí, no quiero ser tu amiga, quiero ser tu esposa, la Madre de Anastasia”, suelta acercándose a mí, posa sus manos en mi pecho mientras se acerca a mis labios, sostengo con fuerza sus muñecas mientras arrugo mi cejo.

“Papá… ¿Hannah será mi mami?”, cuestiona de repente la vocecita de mi pequeña, apareciendo en la entrada de la casa. Miro con odio a Hannah.

“No, Hannah ya se tiene que ir a su casa ¿Cierto?”, oigo apartándola de mí, sus ojos se colocan llorosos y suspira acercándose a Anastasia, se inclina abrazándola.

“Soy algo mejor tu amiga ¿Está bien, Ana?”.

Se despide de ella.

“Lo que dije fue cierto, Vlad, espero lo pienses”, murmura antes de irse.

Cruza la puerta y me quedo viéndola.

“¡Despídete de Vaca!”, exclama efusiva Anastasia sosteniendo mi mano para ‘arrastrarme’ con su poca fuerza, esbozo una sonrisa, siguiéndola.

Luego de despedirme de Anastasia y de Vaca, recibo una llamada de mi Madre. Lleno mis pulmones de aire para contestar.

“Madre”, digo.

“Sí, eso soy y es lo que dicen los papeles, pero pareciera que ya no me quieres ni a tu familia, después de lo sucedido…”.

“Madre, ve al grano, y no. No he dejado de querer a mi familia, solo necesito que no intenten matarme de nuevo gracias al apellido, tengo que proteger a Anastasia y a…”, corto mis palabras y maldigo en mis adentros.

“Sé que está en la cárcel, pero no puedo arriesgarme”, agrego suspirando.

“¿A quién, hay algo que no sepamos?”, cuestiona.

“Quiero que estés bien y veas al terapeuta, el Doctor dice que no has asistido de nuevo, los episodios pueden ser peores, mi querido Vlad”, habla y recuerdo mi recelo hacia los terapeutas, pues uno, es cómplice de convertirme en lo que soy ahora; un monstruo.

“No quiero hablar de eso”, gruño apretando el celular en mi mano y desvío la mirada a la ventanilla del auto que me lleva al hangar.

“¿Cuándo nos visitarás? Extrañamos las navidades contigo, eres mi pequeño, Vlad… te quiero mucho y quiero que sepas que no eres malo, nunca lo has sido, eres brillante, tienes un hermoso corazón que merece ser amado. Tienes que abrirlo para que alguien lo ame”, dice y algo doloroso se me forma en la garganta, odio tener que ser cruel con quien me salvó de la oscuridad cuando solo era un pequeño y me hizo sentir que tenía una madre de verdad.

“También te quiero, madre”, digo con la voz rasposa.

Mis ojos arden al recordar todo el maldito inferno que sigue plasmado en mi mente y es el culpable de mi p%to trastorno insano.

“Te esperamos pronto, cariño, con los brazos abiertos… prepararé el pastel de fresas que te encanta, recuerda que tenemos un pequeño huerto, y siempre me robabas las fresas, cuando Martha iba a recolectar, te habías comido todas. Mi travieso, Vlad”, comenta y mi%rda, ese recuerdo de mi infancia nubla por un instante los malos.

“Tengo que irme, madre”, acoto con frialdad.

“Cuídate mucho, te quiero, tu papá y hermanos también”, comenta asiento dejando salir un resoplido.

“Te quiero”, digo colgando la llamada.

Golpeo con mis puños las puertas del auto lleno de frustración. En mi mente veo los ojos de aquel monstruo, obligándome a mirar…

Pov Valeria.

Actualidad.

Vlad, suelta la manilla de la maleta para acercarse a mí, tropiezo mi cadera con la isla al dar un paso atrás por su inmensa presencia, levanta su mano con lentitud para juguetear con la tira de mi bata deslizándola de mi hombro. Mi pecho sube y baja admirando sus ojos intensos que me miran con deseo.

Poso mis manos en su pecho sintiéndolo duro y caliente, separo mis labios dejando salir un jadeo.

“¿Tú me extrañaste? Porque vi tus llamadas”, expresa juguetón. Remojo mis labios ante su pregunta alzando una ceja.

“Te llamaba porque desapareciste sin decirme nada más”, comento con las mejillas ardiendo.

“¿Estabas preocupada por mí?”, pregunta demasiado coqueto que mi vientre arde.

‘Demonios’, pienso.

“Me comporté como una adolescente y lo siento”, digo tragando con dificultad.

Vlad arruga su cejo.

“¿No recuerdas nada más?”, cuestiona con un tinte de sorpresa.

Encojo los hombros pensando sobre eso, y no recuerdo muy bien. Niego con la cabeza.

“Bien, cielo y no estoy enojado contigo”, agrega acercándose a mis labios.

“Te deseo como nunca manifiesta arropando mi nuca con su mano para atraer su boca a la mía, respirando con su aliento cadente en la piel suave de mis labios.

“Quiero hacerlo”, digo de repente, llamando su atención.

“Consumamos el matrimonio, Vlad”, agrego casi como una gata en celo aferrándome a su cuello para que me bese.

“¿Segura que quieres hacer esto?”, pregunta ahora desconcertándome, mi cuerpo ya no aguanta más, le desea.

“Porque una vez esté dentro de ti serás oficialmente mía, cielo”, agrega con intensidad.

“Que así sea”, jadeo en sus labios, el gruñe por mis palabras.

De repente, sus labios se presionan contra los míos, moviéndose con vehemencia, dureza y de manera posesiva, me levanta colocándome encima de la isla, abro mis piernas mientras él levanta la bata de satín acariciando la piel de mis pernas desnudas. Jadeo de vez en vez por la intensidad del beso.

Mi se%o ardiente por querer tenerle dentro, nunca había sentido algo así por un hombre… un deseo tan avallasador que no me deje pensar bien y su misterio me está enloqueciendo, quiero saber todo de él y también tengo miedo a descubrir algo que siempre debió de estar oculto.

“Siente lo que haces, cielo”, menciona empujando su p$ne er$cto en v%gina cubierto por mi calzón. G!mo por eso y entierro mis manos en sus brazos gruesos y grandes.

‘¿Acaso este hombre es proporcionalmente correcto? Es grande, excitante y al tacto se siente tan bien’, pienso embelesada por sus labios haciendo arder los míos por sus besos salvajes que me están lubricando a cada tramo.

“Aquí… no”, digo deteniéndole un instante para sentir sus jadeos en mi boca.

“Llévame a tu habitación”, pido de repente empapándome de sus ojos, que se oscurecen por la lujuria.

“No estás lista para eso…”.

“Lo estoy, llévame”, reitero.

“Zayn está dormido en mi habitación y quiero estar en la tuya, sé lo que ocultas ahí, lo que no sé es el motivo”, agrego, él arruga su cejo apartándose de mí.

“¿Qué?”, pregunta con cierta ronquez de molestia en su voz.

“Fue un accidente, la puerta estaba abierta, quiero saber qué son esas fotografías y que me tomes en ese lugar”, pido sosteniendo su rostro.

Noto cómo se tensa y aprieta sus dientes dejándome sentir su mandíbula.

““No debiste de ver eso”, gruñe molesto.

“Tenía, Vlad, eres mi esposo y tienes una habitación ‘secreta’ si esperamos que este matrimonio funcione, tengo que saber qué mi%rda ocurre aquí”, espeto con el mismo tono que él, me bajo de la encimera acomodando mi vestido.

“¿Qué son esas fotografías?”, pregunto insistiendo”.

“Si no me lo dices, lo averiguaré a mi manera…”.

“¿Me estás amenazando? Te voy a turrar por eso”, dice, ahora respirando con molestia, pero con un tinte de er%tismo.

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