Destinada a amarte
Capítulo 25

Capítulo 25:

“Ahora soy la dueña de Grupo Birken. Los papeles están hechos y firmados de manera legal y las acciones de Fer Morat se vendieron como él lo decidió. En cuanto a Marla…”, hago una pausa pensando en que solo nombrarla me da piquiña en la piel.

Alice posa las palmas del escritorio con fuerza, mirándome con sus ojos oscuros.

“¿Qué sucede con mi Madre?”, gruñe.

“Que no me importa ni un gramo, es una mujer horrible y codiciosa, agradezco no tener nada que ver con ella. Es tu Madre, no la mía”, respondo con frialdad.

Alice da un paso atrás mirándome con cierta sorpresa, quizá pensaba enfrentarse a la Valeria de antes, que pisotearon hasta que no pudieron más.

“¡Eres una p$rra desgraciada! ¡Mi mamá es tu madrastra!”, exclama colmándome la paciencia.

“Hace cinco años me expulsaron de la familia Morat, ¿ella es mi madrastra o mi opresora? Hazme el favor de salir de mi oficina o hablaré con seguridad, te recuerdo que también tengo el poder de quitarte tus cargos”, advierto con decisión, su mirada se oscurece más ante mis palabras.

Alice me señala de repente con su índice.

“¡Esperas y verás! Te haré pasar un mal rato… Y para entonces, no tendrás más remedio que devolver la compañía voluntariamente a mis padres y lo más importante ¡Recuperaré a Akim, ya verás!”, grita exasperada para ondear su bolso en el hombro, abre la puerta saliendo de la oficina azotándola con fuerza.

‘No me importa lo que haga con Akim’, pienso soltando un resoplido junto a una sonrisa.

Vuelvo mí vista a la pantalla de la computadora, para encontrarme con una no muy grata sorpresa, pues gracias a Alice, el Grupo Birken ha realizado varias asociaciones con marcas de renombre y patrocinadores importantes.

‘Si la despido, habrán pérdidas muy grandes de ingresos, es como lanzarme la soga al cuello y provocar que cumpla su amenaza’, pienso de repente.  No me puedo arriesgar, y no me queda de otra que conservarla con límites hasta encontrar un buen reemplazo.

Comienzo a sentir dolor de cabeza en el transcurso del día, al intentar meter la información de la compañía en mi cabeza, aparte de tener las reuniones con cada Departamento de la misma.

Decido irme lo más pronto para estar con Zayn. Ofelia me comunicó que me extrañaba y estaba preguntando por mí.

“Me iré, gracias por hoy Gisela”, anuncio tomando mis cosas.

“Hasta mañana, Señora Novikov”, dice con una sonrisa, me apresuro de tomar el ascensor apretando los folders contra mi pecho, ya que, me llevaré trabajo a casa.

Estas carpetas están por deslizarse por mis brazos y hago maniobras torpes de sostenerlas. Las puertas del ascensor se abren para mí, las cosas caen al suelo de manera aparatosa y un hombre se acerca a mí, inclinándose para ayudarme.

“No te preocupes, no todos los días se tiene el placer de ayudar a un ángel”, expresa llamando mi atención, levanto la mirada encontrándome con unos ojos grises, cabello castaño y barba a juego.

Aclaro mi garganta cuando él me entrega los folders con una sonrisa en sus comisuras.

“Gracias”, murmuro sin más, acercándome.

“Me llamo; Oliver Bonetti, ¿Tú…?”, dice a mi espalda, arrugo el cejo dándome la vuelta para verle.

“Valeria Morat de Novikov”, digo mostrándole el anillo en mi dedo junto a una sonrisa.

Él, se sorprende por eso.

“Sabía que un ángel no podría estar solo, ¿Quién es capaz de dejarte ir apenas con verte?”, suelta desconcertándome.

“Fue un gusto, Oliver, espero te reciban bien en el Grupo Birken”, expreso presionando el botón para cerrar las puertas metálicas.

“¡Espera…!”, exclama posando sus manos entre el cierre de las puertas, abro los ojos con sobresalto al ver que las detiene.

“¿Nos volveremos a ver? Me vas a dejar pensando en eso, no seas cruel”, dice.

‘¡Este conquistador de dónde salió!’ pienso, dejando salir un suspiro.

“Me aplastaran las puertas del ascensor y quedará en tu consciencia”, dice en un gruñido, deteniéndolas cada que se activa el cerrar.

“Posiblemente”, comento.

“¿Trabajas aquí?”, pregunta.

“Son muchas preguntas para lo poto que nos conocemos, Oliver”, digo presionando el botón.

“Conozcámonos”, insiste.

“Estoy casada y no me interesa”, reitero.

“Como amigos, lo prometo”, suelta y ruedo los ojos posando mi mano en su pecho para empujarle levemente.

“Si nos tropezamos de nuevo, aceptaré, solo como amigos”, declaro y una sonrisa aparece en sus comisuras dando unos pasos atrás.

“Deja de querer morir aplastado por las puertas”, comento viendo cómo se aparta dejando que las puertas comiencen a cerrarse.

“Hasta pronto, ángel”, dice y las puertas se terminan de cerrar.

‘¿Quién es ese hombre?’, me cuestiona, pero, dejo de pensar en él de inmediato.

Dante me esperaba en el auto, lo saludo con una sonrisa y me subo al auto.

“¿Cuánto tiempo llevas trabajando para Vladimir?”, inquiero y sus ojos se posan en el retrovisor mientras maneja.

“Muchos años; lo conozco desde pequeño, mi padre trabajaba para su familia”, comenta con sinceridad.

“Eso quiere decir, que lo conoces más que nadie ¡Cierto!”, cuestiono.

“Es correcto, es mi mejor amigo y una gran persona para mi familia”, explica, remojo mis labios.

“¿De qué trabaja realmente? No me como el cuento de que es un simple CEO de una empresa  pequeña”, suelto sin tapujos.

“Lo es, bueno… se ha desligado hace años de la familia Novikov, es CEO de su propia empresa. No es pequeña, ya que, comienza a ser reconocida y él trata de que no lo asocien con su apellido, su familia es… complicada, quizá ha escuchado de ella”, menciona creándome más curiosidades.

“No aparece nada sobre Vladimir”.

“Él se encargó de borrar todo rastro”, responde rápidamente.

“¿Por qué?”, insisto.

Dante se queda en silencio.

“Es mejor que eso se lo diga el Señor”, comenta cortando la conversación.

Quedo frustrada de información y tiro mi espalda al respaldar del asiento dejando salir un resoplo.

“El Señor realmente busca protegerla; a su familia”, acota y pestañeo

“¿Protegernos de quién o de qué?”.

El camino transcurre rápido y bajo del auto.

“Gracias, Dante”, menciono despidiéndome para entrar a la casa.

Unos pequeños pasos corren hacia mí, Zayn se lanza a mi cuerpo y lo envuelvo con mis brazos acariciando su cabello.

“Mi pequeño héroe”, murmuro besando sus mejillas.

“¿Dónde estabas mami?”, pregunta con sus ojos grandes.

“Trabajando, pero he vuelto temprano para estar contigo ¿Te parece si me doy un baño y jugamos con tus figuras de acción?”, cuestiono, él asiente con una sonrisa.

“¡Te mostraré mis nuevos juguetes, papá me los envió!”, suelta efusivo, lo coloco en el suelo y miro a Ofelia.

“El Señor lo envió con Dante, no ha llegado a la  casa”, comenta sabiendo lo que iba a preguntar.

Por un instante mi corazón se aceleró en demasía.

“Busca tus juguetes, cariño, iré a bañarme”, digo pasando por un costado de Ofelia.

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