Destinada a amarte -
Capítulo 23
Capítulo 23:
Pov Vladimir.
“Te llevaré al baño”, acoto y ella obediente es dirigida por mí.
“Hay todo lo que necesites”, menciono indicando el cajón donde se encuentra el dentífrico.
Ella sostiene un cepillo de dientes abriendo el grifo y cierro la puerta para darle privacidad, procedo a cambiarme los zapatos embarrados de vómito, colocándome otros que había dejado de reserva.
Me sirvo un trago de Fernet dejando salir un suspiro y espero a que salga del baño. Los minutos transcurren y no escucho el grifo. Arrugo mi cejo dejando el vaso de cristal en el bar.
“¡Ah!”, escucho que grita y de inmediato me preocupo corriendo al baño.
Empujo la puerta con sobresalto para encontrarla sonriente en la tina vacía, sus tacones quedan en el aire y la sonrisa que tiene es tan hermosa que me eriza la piel.
“Me caí”, dice con simpleza pareciendo tan dulce; un dulce que quisiera morder y saborear.
Me acerco a la tina, mirándola con mis manos en los bolsillos. Realmente me estoy aguantando.
“¿Me vas a azotar?”, pregunta de repente.
“Valeria deja de tentarme”, advierto con dureza.
“¿Por qué? ¿Eres un amo? ¿Qué tienes en ese cuarto… fustas y cadenas?”, pregunta insistente, me enloquece de una manera irremediable.
“No soy un ‘amo’ y no, no tengo nada de eso en la habitación, solo antifaces y unas cuantas cuerdas de atadura er%ticas”, menciono con simpleza. No suelo llevar mujeres a ese lugar, realmente es para fantasear y dormir sin hacerle daño a nadie.
“¿Te gusta… que te aten?”, cuestiona sentándose mientras posa sus manos en la orillas de la tina, sus ojos son lascivos en este momento.
“No quiero hablar de eso”, espeto al tener ciertos recuerdos que me alteran de mala manera, no quiero ahondar en mi p%to infierno.
Me inclino alzándola en mi hombro mientras ella murmura cosas, la poso en la inmensa cama y rebota en ella mirándome para soltar un jadeo. Colocándome de rodillas comienzo a quitarle los tacones, mientras ella muerde insinuante su labio.
“Bebe esto”, ordeno tendiéndole una botella con agua.
“¿Dormiré sola?”, inquiere a mi espalda cuando ve que me acerco al sillón del costado.
“Sí”, respondo, y ella se baja de la cama negando con la cabeza.
“No aguanto más”, dice empujándome al sillón para subirse a mi regazo. Trago con dificultad.
“Cielo… estás ebria”, reitero con la voz rasposa por mi excitación, mi p$ne no tiene descanso alguno porque vuelve a empalmarse al sentir lo caliente de su v%gina.
“¿Y eso qué? Nos tenemos ganas ¿O no?”, espeta para presionar sus labios de los míos mientras sujeta sus manos sobre mis muslos para comenzar a moverse.
Su boca sabe a menta fresca y me enloquezco cuando su lengua aterciopelada juguetea con la mía incitándome como una perversa cara de ángel. El movimiento de sus caderas son una danza diabólica para mí poco razonamiento, muerdo, chupo y saboreo sus labios jugosos.
“Te tengo muchas ganas, cielo”, g!mo en su boca.
“Hazme tuya, grandote”, pide arqueando su espalda para g$mir y me muestra sus pechos.
Mi respiración está en jadeos por el monumento encima de mí. Aprieto su trasero grande, enterrando las puntas de mis dedos motivándola a estimularse más contra mí endurecido p$ne que aclama por estar dentro de ella.
‘No puedes hacer esto, eres insano y ella no merece esto’, pienso de repente separándome de sus labios.
“¿Qué… sucede?”, pregunta por mi acción, maldigo vienod sus labios hinchados y sus ojos brillar en celeste.
“Dormirás, cielo lujurioso”, espeto enojado conmigo por dejar que ella actuara de esta manera. La levanto colocándola de nuevo en la cama.
“Quieta”, ordeno fríamente al ver que ella quiere volver a tocarme.
“No soy tan rígida o no tan experta en el se%o como muchas mujeres…”, suelta llamando mi atención, arrugo mi entrecejo con molestia, odio estuchar que hable así de sí misma, demonios, quién en su sano juicio pensaría eso de mi cielo.
“No”, digo con rudeza para ver sus ojos un poco entristecidos, poso mis dedos en su mentón elevándolo para que me haga perder en su azul.
“No ve atrevas a hablar así de ti”, digo casi en un mandato.
“Mi ex…”.
“Tu ex es un imbécil poco hombre que no supo cuidar el tesoro que eres como mujer, además de que tuvo la osadía de hacerte sentir insegura, maldición, Valeria. No te he visto desnuda y solo me has besado; has logrado con solo eso ponerme como nunca antes con una mujer, nunca había imaginado y deseado tanto a alguien. Eres un monumento que quiero adorar, cielo”, manifiesto dejando salir un jadeo.
Noto cómo ella asiente quizá sin entender lo que he dicho, pero, ha servido para que se resigne a dormir. Hago ademán de alejarme y ella me sostiene.
“Quédate un rato conmigo, por favor”, pide, lleno mis pulmones de aire.
“Vlad…”.
Resoplo colocándome a su costado, Val posa su mejilla en mi pecho y mantengo mis ojos abiertos esperando no dormirme, no puedo dormir con ella a mi lado.
Sin percatarme; cerré los ojos un instante
“¡¿Quién es mi p$rra?! ¿La quieres entera dentro de ti?”, suelto con la voz gruesa.
Mi misma voz gutural me hace reaccionar así que, abro los ojos y me encuentro con una er%cción potente, el pre seminal se me ha escurrido y mis manos están sobre el cuerpo de Valeria quien se encuentra aún dormida. Me aparto asustado de encima de ella y ruego no haberla tocado, mi pecho sube y baja, mi piel está caliente por el sudor que empapa mi cuerpo.
Bajo la vista a mi p$ne y está dentro del pantalón, suelto un suspiro agradeciendo haberme despertado del sonambulismo del que suele ser difícil despertar. Me siento un imbécil por dormir junto con ella sabiendo mi p%ta condición.
‘Estás corrompido, Vladimir, eso es lo que eres’, repito en mi mente.
Trago con dificultad mirando cómo ella se remueve en la cama con su vestido un poco levantado dejándome ver sus calzones, sostengo la sábana colocándosela encima para cubrirla.
“Maldigo a quiénes me convirtieron en el monstruo que soy ahora, un insaciable d’yavol”, digo para mí mientras aprieto mis manos con fuerza al punto de lastimarme y mis ojos se escuecen de la rabia.
[Traducción: “Demonio”]
Me odio a mí mismo por intentar propasarme con mi Cielo, corromperlo de una manera asquerosa con mi inferno.
Pov Valeria.
Me remuevo en lo que parece ser una cama vacía, abro los ojos con sobresalto sentándome en la cama de anoche, que me van avasallando.
El vómito, el auto, nosotros besándonos… él encima de mí.
‘¡Tuvimos se%o!’, verifico mi ropa y está intacta, tampoco siento haber tenido relaciones.
Todo está confuso en mi mente y el dolor de cabeza por la resaca tampoco me ayuda. Bajo de la cama arrastrando mis pies y camino hacia lo que parece ser el baño, me aseo y veo mi reflejo en el espejo.
Tengo el maquillaje corrido dejándome ver como un mapache, rápidamente me limpio el rostro y me cepillo los dientes.
Al salir del baño, detengo mis pasos para escuchar la puerta principal dándome cuenta de que es una habitación de hotel lujoso; son unos tacones los que suenan. Jade aparece ante mí también con el mismo atuendo de anoche y en sus manos trae una caja.
“Hola, borrachita”, canturrea divertida.
“Oh Dios, anoche le vomité a mi esposo”, digo recordándolo, la vergüenza me invade, sostengo mi rostro y Jade sonríe.
“Despejaste el área VIP en segundos”, dice entregándome la caja.
“Tu esposo te dejó esto en la recepción del hotel”, explica.
“¿Hablaste con él?”, pregunto, al no verlo aquí.
“No, pero te dejó un mensaje de que tuvo que regresar a Seattle y volverá en dos días”, dice, también entregándome mi bolso.
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