Destinada a amarte
Capítulo 146

Capítulo 146:

Niego con mi cabeza cortando sus palabras.

“Nunca me darías asco, menos por ser nuestro héroe. Solo no quería que te afectara de alguna manera, no quiero que en tu mente se introduzcan más pesadillas y cosas que te lleguen a torturar, menos quisiera ser la culpable”, digo con mis ojos humedecidos, me da miedo que esto repercute a todo el avance que hemos tenido.

“Eso no ocurrirá. No siento nada referente a su muerte; más que paz porque no respira el mismo oxígeno que mi esposa”, declara y me envuelve con sus brazos grandes, ambos debajo de la lluvia de la ducha.

“Incendiaré el mundo por ti, me arrodillaré ante ti y eliminaré a quien intente hacerte daño… todo para vivir mucho tiempo a tu lado”, agrega y le observo con un suspiro por sus palabras.

“Suenan como a tus votos”, murmuro con una sonrisa.

“Lo son”, afirma dejándome sin aliento.

“Te amo con mi vida, Valeria Morat de Novikov, quiero que no te quede duda de ello y seré el hombre que mereces; uno que te proteja, cuide, ame, idolatre y te adore con locura”, agrega y mis ojos se terminan de humedecer por sus palabras que me conmueven.

“Eres el hombre que merezco, Vladimir Novikov… te amo con cada fibra de mi cuerpo”, declaro colocándome de puntillas para alcanzar sus labios en un beso pasional.

Su lengua se introduce en mi boca y jadeo por eso. Él me empuja contra los azulejos del baño levantándome, mis piernas se entrelazan en su cintura provocando que mi v%gina se encuentre con su p$ne er%cto.

“Siempre mía, cielo adorado”, gruñe con posesión en mis labios embistiéndome con fuerza.

Unas pocas semanas después…

Me giro con el vestido de novia casi de una princesa por su gran falda de organza, los ojos de Jade se abren sorprendidos al verme igual que los de Katia.

“Estás… hermosa”, murmura Jade a punto de llorar. Me acerco a ella para abrazarla.

“Será la boda de tus sueños, Vladimir lo cumplió”, agrega conmocionándome.

“¿Son lágrimas de felicidad?”, pregunto al ver cómo intenta retener las lágrimas. Jade asiente con la cabeza haciendo un puchero que me provoca una sonrisa.

“Gracias, Jade. Esto tampoco hubiera sido posible sin tu ayuda, organizaste todo en tiempo récord y conociéndome tan bien, eres la mejor amiga”, digo y Katia aclara su garganta llamando nuestra atención.

Katia me da el ramo con rosas celestes.

“Y tú has sido la mejor cuñada”, menciono y ella me abraza.

“Vladimir y tú son el uno para el otro, no hubiera querido otra cuñada que no fueras tú”, declara y acaricio sus manos dejando salir un suspiro para mirarlas.

“¿Lista?”, pregunta al verme y esbozo una sonrisa.

“Siempre lista para mi Novikov”, digo con mis latidos golpeando mi esternón con fuerza.

Salimos al pasillo siguiendo a la organizadora que indica a la orquesta que inicie con la melodía instrumental de ‘I miss you’ de Adele.

Esa canción que nos llegó a describir en un inicio y hasta el momento… sigue siendo parte de nuestra historia. Mi pecho se infla con mi respiración y no me siento nerviosa; al contrario, quiero correr por el pasillo tomar sus labios e irnos con nuestros hijos.

Jade me da un beso en la mejilla y aparece Mikhail a mi costado, le doy una sonrisa agradecida de que haya aceptado acompañarme al altar. Él entrelaza su brazo con el mío.

“No sabes lo afortunado que soy al acompañarte, gracias de nuevo… es un honor para mí”, murmura el padre de Vladimir.

“Eres como un papá para mí, no es para menos”, digo recordando amargamente a mi padre, trato de que ese pensamiento no remueva heridas en mi interior y entorpezcan uno de mis días más importantes.

Se abren las puertas al frente de nosotros y Jade sujetando en sus brazos a su pequeña Serena, se pasea tirando los pétalos. Katia le sigue y remojo mis labios para conectar a la distancia mis ojos con los de Vladimir, como si fuera la primera vez.

Me invade el recuerdo de cuando se cruzó en mi camino vestido con un traje de tres piezas; cabello azabache brillante, sin barba, nariz respingada, labios apetitosos y ese cuerpo atlético que se amolda muy bien con su traje. Sus luceros oceánicos e impactantes me hacen suspirar y alborotan mis latidos con fuerza.

Sigo sin creer que mi destino era ese hombre misterioso que me ayudó a recoger la moneda del suelo… mismo que apareció en la cita a ciegas molesto por mi short de mezclilla.

Sonrío ante el recuerdo de nuestra cita y no puedo evitar sonrojarme.

Caminamos por el pasillo con la marcha nupcial de la orquesta y todos se levantan. Miro a Clark en los brazos de su abuela que tiene a los costados a los mellizos vestidos tan hermosos. Jade llega hasta Gideon besándole y él recibe a Serena en sus brazos para que ella se coloque en el altar acompañándome como mi dama de honor.

Vuelvo a colocar mi vista en Vladimir y me enamoro de él incontables veces. ¿Acaso eso es posible?

“Hola, grandote”, digo cuando llegamos al altar.

Mikhail me entrega abrazando a su hijo y se va a su puesto. La mano de Vlad sostiene la mía y él corta la distancia besándome sin importarle los demás.

“Hola, cielo”, musita sobre mis labios y mis ojos se escuecen emocionados.

El cura inicia la ceremonia donde estamos rodeados de nuestros seres queridos y nada más que ellos.

“Valeria; cielo mío”, pronuncia Vlad para llamar la atención de todos con sus votos.

“Sé que en nuestra intimidad dije mis votos, pero, me quedó decirte algunas palabras más, por si no te quedó claro de que te amo con toda mi alma… estás en cada parte de mi cuerpo, preciosa; respiro por ti, mi corazón late más que nunca por tus ojos celestes. Eres mi destinada, gracias por rechazarme en la primera cita”.

Todos ríen, sonrío conmocionada y él hace una pausa

“Desde ese momento supe que tenía que luchar para que fueras completamente mía y no me arrepiento de absolutamente nada. Pienso enamorarte las veces que sean necesarias, repetirte cuánto te amo y… gritarle al mundo que eres mi cielo”, su voz se escucha más rasposa de lo normal y eso me provoca unas lágrimas fugitivas.

“Te amo”, murmuro emocionada para besar sus labios.

Pensé que no podría mejorar sus votos perfectos; pero, lo hizo. Es que el único que puede competir contra Vladimir es él mismo.

“Superman, grandote, esposo y Vlad; amo cada faceta de ti, y quiero pasar el resto de mi vida amándolas. No sé cómo superar tus votos, realmente eres muy bueno en todo”, digo y rompen las risas emotivas.

Esbozo una sonrisa y él me guiña un ojo.

“Decir que estoy destinada a adorarte, se queda corto. Estoy segura de que las estrellas fugaces están cansadas de decirnos que nuestro amor es destinado, porque es así. Eres el hombre que merezco y espero ser la mujer que mereces…”, dije.

“Y es hora de admitir que mientras tú decías que mis ojos son como el cielo, los tuyos siempre me parecieron un océano hermoso, del cual me enamoro todos los días… lamento rechazarte en la primera cita, pero, ahora soy completamente tuya”, digo y los vítores estallan, en medio de risas él toma mi rostro y besa mis labios.

“Completamente tuyo”, musita para enloquecerme.

“Los declaro; marido y mujer, puede volver a besar a la novia”, anuncia el cura y nuestros labios se presionan de nuevo entre sí.

La noche cayó encima de nosotros, luego de comer, bailar y culminaron los brindis de la dama y el padrino de honor que nos sacaron unas carcajadas… nos encontramos bailando solos en la pista, con una música lenta de fondo.

“Gracias por la boda de mis sueños, Vlad”, digo llamando su atención.

“Te mereces esto y más”.

“Me estás consintiendo mucho…”.

“Adoro hacerlo, acostúmbrate a ello, porque dije que incendiaria el mundo para colocarlo a tus pies de ser necesario”, manifiesta erizando mi piel.

De repente, ambos miramos el cielo oscuro y estrellado para vislumbrar una estrella fugaz. Abro los ojos con sobresalto.

“Dime que la viste…”.

“Siempre, cielo”, responde llevándome a mirarle, él presiona sus labios en mi frente dejando salir un suspiro.

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