Destinada a amarte
Capítulo 136

Capítulo 136:

“Hijo de p$rra…”.

De repente, Brendan saca un arma y le apunta a su socio.

“Lárgate de aquí, vienes e intentas acercarte a mi familia con otras intenciones en mi propia casa, no tienes el derecho de exigir respeto cuando no lo  haces tú ¡Las bodas de los hijos de los jefes se respetan!”, suelta enfurecido.

“Nuestra alianza de acabó… los Mayer tenían razón contigo, ve despidiéndote de tu puesto, acabaremos con todo lo que quieres”, amenaza Damon.

“Si es una guerra la que quieras crear, hazlo. Perderás de todas maneras”, dice Brendan con seguridad.

Damon Russell pasa por un lado de Vlad quien no permite que se me acerque y junto con sus hombres; se va finalmente. Suelto el aire retenido y miro a Brendan apenada, al sentir que he provocado  esto.

“Lo siento tanto…”, murmuro hacia Jade, Gideon y Brendan.

“No, el que se tiene que disculpar soy yo”, dice Vlad.

“¿Qué mi%rda fue todo eso?”, pregunta Katia.

“Nadie se tiene que disculpar más que yo, he traído a ese sujeto a este lugar. La familia siempre es primero”, dice hacia Vlad.

“Hubiera hecho lo mismo y más, seguramente si se atrevía a tocar a mi Nina; una bala reposaría en medio de su frente”, murmura hacia Vlad golpeando su hombro.

“¡Qué siga la celebración!”, exclama Brendan.

Las personas se quedan desconcertadas, pero la música vuelve a sonar e intentan no hablar de lo sucedido. Los Novikov se preocupan por nosotros, pero Vladimir sostiene mi mano alejándonos.

Miro a Jade, quien me sonríe desconcertándome.

“¡La biblioteca!”, grita Jade.

“¿A dónde me llevas, Señor Novikov?”, pregunto a mi esposo aún preocupado por su mano y por lo que esté pensando en este momento.

Lo noto tenso y muy molesto.

“Ya escuchaste a Jade”, dice entre dientes.

Muerdo mi labio dejándome llevar por él. Luego de cruzar el inmenso jardín de los Harrison y subir la escalera vemos varias puertas y con una sonrisa le guío a la correcta, pues conozco esta casa como la palma de mi mano. Empujo las puertas y el interior está oscuro.

“¿Te recuerda a algo?”, pregunta llamando mi atención.

Me giro sobre mis tacones mirándole en medio de la penumbra sensual que lo alumbra. Él cierra las puertas con seguro y camina quitándose el saco de su traje junto con la corbata y arremanga las mangas mientras me observa.

“¿Quieres que… gatee hacia ti?”, pregunto con mi corazón latiendo con fuerza.

Vlad niega con la cabeza.

“Desvístete para mí, necesito hacerte el amor muy… duro”, responde con ronquez erizándome la piel. Suelto un jadeo por su petición.

“Me he puesto muy celoso de que ese imbécil te tocara, y estoy muy enojado por su insolencia… estar dentro de ti socavará esta rabia que se acumula en mí”, dice provocándome un g!moteo por sus palabras.

Siento el ardor en mis mejillas y entre mis piernas. Comienzo a desvestirme bajando el cierre del costado de mí vestido lila y este cae como seda a mis pies, salgo de él con mis tacones y quedo con mis pechos al aire. Hago ademán de quitarme la tanga y él me detiene negando con la cabeza.

“Déjatela”, espeta con er%tismo.

Paso saliva caminando hacia él, cuando rompo la distancia sostiene mi mentón con su mano, en posesión para presionar sus labios sobre los míos en un beso intenso que me hace lubricar sin tapujos.

“Ábrela”, susurra en demanda.

Cuando lo hago, él mete su lengua en mi boca encontrándose con la mía en una danza lasciva que me saca g$midos por el beso. Inesperadamente, se separa de mí dejándome atónita y desorientada; ardiendo de excitación. Me empuja levemente contra una de las repisas de libros, lleva mis manos hacia mi espalda para dejarme sentir la tela de su corbata apretar mis muñecas entre sí.

Suelto un jadeo por lo que está haciendo. Cuando termina, me observa separando mis piernas y esponjando mi trasero mientras mis pechos se presionan pesados contra los libros.

Procura no g$mir tan fuerte demanda apartando con brusquedad la tanga a un lado descubriendo mi v%gina empapado y la ranura de mi trasero al aire. Sus dedos se tropiezan con mi cl!toris hinchándolo… palpita incesante.

El calor se me impregna en las mejillas.

“Vladimir…”, g!mo su nombre.

“El único que puede tocarte”, gruñe entre dientes.

“¡Sí! “Jadeo en cuanto sus dedos se introducen en mi va embistiéndome con ellos.

Mis piernas comienzan a temblar por el placer intenso y mis jadeos son más fuertes. Él rompe el tacto sacando sus dedos de sopetón, abro los ojos mirando encima de mi hombro para verle chuparlos, excitándome aún más por la morbosidad.

“Dulce y adictivo; así es mi cielo”, declara bajándose la bragueta para mostrarme su p$ne empalmado, engrosado y decorado de esas hermosas venas palpitantes.

G!moteo de solo verla tan larga y grande. Vlad no me deja apreciarla por mucho tiempo y entra en mí con fuerza. Sus embestidas son embriagantes, ensordecedoras y delirantes mientras me nalguea el trasero de vez en vez.

Él me p$netra con bestialidad arrancándome los g$midos de la garganta y haciendo que me corra de manera intensa exclamando su nombre.

Escucho cómo sus pelotas golpean contra mi trasero y el sonido del chapoteo de su entrada y salida es magistral junto con el de sus jadeos roncos.

‘Amo su manera de desahogo’ pienso con una sonrisa para dejarme llevar y recibir el org%smo arremetedor.

Luego de que nos vestimos, hablamos un rato e intercambiamos sonrisas pecaminosas por lo que acaba de suceder, él se inclina a recoger los libros que cayeron en medio de sus embestidas. Me acerco a él besando su espalda y le abrazo aspirando su perfume que me enloquece.

“Te amo, grandote… pero quisiera que no te pongas más en peligro por mí”, digo llamando su atención.

Él se gira para verme sorprendido y arruga su cejo.

“No puedo permitir que…”.

“Lo sé, cariño. Solo, si ves que un arma apunta hacia ti, detente”, interrumpo insistiendo.

“Me duele más perderte o la simple idea de ello, que a que un imbécil quiera propasarse, tú vales muchísimo más”, insisto acunando su rostro.

Vlad aún no entiende su valor por más que trato de demostrárselo.

“Si alguien llega siquiera a hacerte daño”, pronuncia con dureza.

“Si llegara a suceder eso, tú estarás para protegerme, de lo contrario, no hace falta que golpees a un mafioso porque está alucinando”, digo esbozándole una sonrisa, él me observa con sus intensos océanos.

“¿Cómo está tu mano?”, pregunto bajando la vista a sus nudillos rotos.

“No me duele y tampoco me arrepiento”, responde muy a su estilo, Ruedo los ojos.

“Es que eres mi hombre de acero”, digo besándole con premura. Noto que él traga con dificultad.

“Te adoro, cielo… este amor es lo que me mantiene vivo y los frutos de él, odio cuando alguien toca mi cielo”, manifiesta pegando su frente de la mía mientras presiona sus manos en mi cadera.

“Te adoro, grandote, siempre te adoraré, porque estoy destinada a hacerlo”, digo volviendo a besarle.

Salimos de la biblioteca y él se detiene un momento.

“Primero veamos a Clark”, propone y asiento.

Nos dirigimos a la habitación y cruzando la puerta, Ofelia está a un lado de la cuna y se levanta al vernos.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar