Destinada a amarte
Capítulo 133

Capítulo 133:

“Por supuesto ¡Pero háganlo rápido!”, pido con una contracción y sudando frío.

“Ya escucharon, todo lo que pidan mis hijas”, declara Brendan dándome una sonrisa.

“Serás el mejor abuelo”, murmuro hacia él.

Nos llevan a la sala de parto una al lado de la otra, sostengo la mano de Jade mientras Vlad está a mi lado apoyándome y Gideon al costado de Jade.

“¡Puja!”, pide la Doctora entre mis piernas.

“Eso hago”, dice junto a un gruñido gutural.

“¡Jade, puja!”, escucho que le piden y ambas llenamos la sala de gritos para darle paso a la calma y unos llantos que nos inundan el alma de amor.

Mis ojos se inundan cuando posan a nuestro bebé en mi pecho.

“Señor Novikov, para que corte el cordón”, dice hacia Vlad, él está flotando de la felicidad, puedo verlo en su rostro.

Por fin estamos con toda la experiencia hermosa que nos arrebataron con los mellizos. Limpian al bebé y lo chequean rápidamente para volver a mi pecho y acaricio el rostro de mi pequeño, para recibir unos besos de Vlad.

“Es hermoso”, murmuro sollozando.

“Lo es, es un pedacito de cielo”, dice y mis lágrimas se brotan junto a una sonrisa.

“¿Cómo le llamarán?”, pregunta la enfermera.

Observo los océanos de mi Superman.

“Clark Vladimirovich Novikov Morat”, digo, al ser el nombre elegido por los mellizos.

Vlad se inclina besándome con intensidad.

“¡Es una niña!”, exclama Jade emocionada, giramos nuestros rostros y sostengo la mano de Jade, ella me muestra su pequeña princesa y hago lo mismo con Clark.

“Serena Ford Harrison”, anuncia.

“Es preciosa, felicidades, Jade… serás una gran Madre”, digo conmocionada.

“Quiero ser tan buena Madre como tú”.

“Serás mejor, te lo aseguro”, sentencio lanzándole un beso.

“¿Podremos planificar el segundo bebé juntas?”, propone con jocosidad.

“¡Jade!”, pronuncia Vlad, ya que mi amiga a veces le saca de sus casillas.

Todos reímos incluso ella, ya que, estaba bromeando solo para hacer molestar a Vlad.

“Te amo, grandote”, murmuro hacia él.

“Cielo… te amo con cada tramo de mi cuerpo, de hecho, estás en él”, declara para presionar sus labios en los míos.

Mi corazón late efusivo, emocionado y saciado de felicidad.

Un año después…

Me encuentro en la mesa esperando a mi cita a ciegas, según Jade es un hombre atractivo. Elevo mi vista buscándole y me topo con la figura masculina más excitante que he podido ver cubierta de un traje de tres piezas, mi v%gina se contrae al verlo y la boca se me seca. Junto mis piernas y él termina de acercarse a mi mesa

‘Qué suerte tengo’, pienso.

Tiene unos ojos en un azul oscuro, tan intensos como el océano, unos labios con arco de cupido, barba que rodea su mandíbula recta, cabello azabache y brillante… un cuerpo de Dioses; musculatura atlética y perfecta.

“Esto de deber de ser un juego del destino… casualmente le pedí a Dios una mujer así de hermosa”, pronuncia en un tono sugestivo.

Su voz hace que mi cuerpo reaccione se%ualmente, y comienzo a pensar en miles de frases pronunciadas con su voz que podrían mojarme las tangas mientras que mi corazón palpita excitado.

“Llegas tarde”, digo alzando mi ceja.

Él toma asiento, desabotonándose el saco. Se inclina imponente clavándome sus océanos.

“¿Merezco un castigo por eso? Lo recibiré si es así”, declara y quiero g$mir ante esa insinuación.

“Primero tengo que saber a quién voy a castigar”.

“Vladimir Novikov, a su merced”, manifiesta ofreciéndome su mano.

Estiro la mía y él se levanta para besar mis nudillos.

“Valeria Morat”, me presento.

“¿Puedo llamarle ‘cielo’?”.

“¿Cielo?”.

“Sí… como el color de tus ojos”, manifiesta juguetón y con una sonrisa.

“Llámame cómo desees, si puedo decirte ‘grandote’”, digo mordiendo mi labio inferior.

Intercambiamos unas miradas intensas. El mesero las interrumpe ofreciéndonos de beber.

“Vino Dominus Estate descorchado, dos copas”, pido y Vladimir se nota sorprendido.

“¿Vino? ¿Estás segura?”, pregunta.

“Si… hoy quiero portarme mal con un desconocido”, declaro.

“Podríamos negociar unos azotes por tu mal comportamiento…”.

“No negocio el placer”, intervengo.

Él pasa su lengua por las encías mientras sonríe y ladea la cabeza. Bebo del vino que ha traído el mesero.

“Vamos a discutirlo”, propone.

“Porque tengo muchas ganas de escucharte g$mir mi nombre, cielo”, dice y mi cuerpo se calienta de manera intensa.

Me inclino en el asiento quitándome la tanga sin que nadie nos vea, mis mejillas arden por el calor y la excitación. Aclaro mi garganta colocándome erguida y deslizo la tanga por encima de la mesa, él la observa y sus ojos se oscurecen para tomarla en su mano y meterla en dentro de su saco.

Dejo salir un jadeo para levantarme de la mesa.

“No lo tendremos que discutir, hagámoslo realidad”, anuncio con erotismo, él se levanta siguiéndome al baño, él entra primero y me quedo en la puerta mirándole.

“Cielo, cierra la puerta porque no se abrirá de nuevo hasta que termine contigo y escuche cómo te corres de manera intensa”, demanda con intensidad.

Coloco el pestillo cerrando la puerta y camino hasta el lavamanos, dándome la vuelta mientras levanto mi vestido hasta la cadera esponjando mi trasero para él que me mira con deseo.

‘¿Estamos a punto de hacer esto?’, me cuestiono.

“Maldición, eres tan perfecta”, jadea con ronquez y me da un azote en la nalga haciéndome g$mir por el ardor.

Vuelvo a voltearme para atraerlo hacia mis labios halando de su corbata, sus labios se prenden de los míos con vehemencia, en un beso salvaje lleno de hambre voraz y lujuria. Me roba unos g$midos llevándome a lubricar con solo sus besos.

De repente, posa sus dedos en mi hendidura encontrándose con mi cl!toris hinchado para comenzar a estimular entre jadeos y g$midos de mi parte.

“Te vas a correr cuando te PE mis labios.

“Si…”.

Él introduce dos de sus dedos en mí provocando que mi placer se desboque

“Estás tan mojada”, pronuncia con er%tismo.

“Eso lo hiciste tú, grandote”.

Vladimir saca sus dedos para no darme tanto preámbulo y me da la vuelta sujetando mi cadera haciéndome sentir el calor de su cuerpo en mi piel y la dureza de su p$ne contra mi trasero.

“Mírate mientras estoy dentro de ti”, susurra haciéndome tragar con dificultad.

Levanto la mirada para vernos en el espejo y de repente, escucho el cierre de su pantalón dándole paso a hacerme sentir su glande resbaloso en mi hendidura húmeda. G!mo cuando entra en mí con toda su grandeza… es grueso, caliente y largo.

Sujeta mi cuello mientras aprieta con su otra mano uno de mis pechos bajando el escote con brusquedad y pellizca mi p$zón sensible sin dejar de embestirme sin piedad.

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