Destinada a amarte
Capítulo 130

Capítulo 130:

“¡No le hagas daño, maldita escoria!”, gruñe Vladimir al escucharme.

“No lo haré… si dejas irme y no te interpones en mi camino, hasta nunca imbécil”, dice Marla.

“Has escogido el camino incorrecto y perdiste la oportunidad de tener mi p%ta misericordia. Marla Dubois de Morat, te ganaste un pase al maldito infierno por tocar a mi cielo”, amenaza de manera intensa Vladimir, con su voz ronca que alborota todo en mi interior.

Gisela asustada cuelga la llamada y suelto un resoplido mirando a Marla.

“Vladimir siempre cumple su palabra”, murmuro hacia ella.

“¿Por qué tan segura? Él no te salvará de esto, te llevará a la muerte”.

“Eso ya lo veremos, no debiste de hacer las cosas así”.

“¡P$rra habladora!”, exclama alterada sin saber qué hacer ahora.

“Señora, ¿la llevo al lugar acordado?”, pregunta Gisela.

“El p%to plan sigue y si vuelves a llamarme, anciana, te mataré, chihuahua”, espeta en un gruñido Marla.

Mi corazón no toma descanso, al contrario, se acelera en demasía en el camino a quién sabe dónde.

Inesperadamente, vislumbro a través de la ventana que nos estamos introduciendo al puente de Manhattan en su punto.

“¿Huirás en bote?”, pregunto analizando el lugar. Marla sonríe de forma petulante.

“Al final de este puente me espera mi salida, y tú, vendrás conmigo como seguro de vida luego te lanzaré al río y que te hundas finalmente”, espeta muy segura de su plan, aprieto mis manos en puños por la impotencia.

“Dijiste que cuando tuvieras el dinero y lejos de aquí…”.

“¡Digo muchas cosas, Valeria! Tu padre no debió de confiar al cien en mí y por su culpa mi hijita cayó en la cárcel”.

“Eres una maldita desgraciada”, gruño con el escozor en mis ojos de la rabia.

Marla toma un fajo de billetes y me lo lanza en el pecho.

“Toma, para que te calles”, dice burlona carcajeándose.

Miro a Gisela por el retrovisor y dejo salir un resoplo. Hay un poco de tráfico, mismo que Marla parecía no contar con él. Comienza a refunfuñar y a moverse con ansiedad.

“¡Avanza!”, grita pateando el asiento de Gisela.

“¡Es el tráfico!”, replica Gisela alterada.

“Maldición”.

Los autos comienzan a avanzar y Marla de vez en vez mira hacia atrás con paranoia como si le persiguieran. Gisela nos saca del puente y Marla nos ordena bajar a ambas para caminar hacia las rocas donde le espera su navío.

Cuando bajo del auto, la brisa alborota el aroma del río que me hace arrugar la nariz, el frio cala mi piel descubierta con lo que me abrazo a mí misma caminando en los tacones. Marla baja las bolsas sosteniéndolas a cómo  puede. Gisela hace ademán de irse.

“¡Detente ahí!”, exclama Marla.

“Dijiste que…”.

“Basta de eso, me eres inservible y casi arruinas todo mi plan”, Marla amenaza levantando su arma hacia ella.

“No, Marla”, digo con temor a que asesine a sangre fría a Gisela.

“¿La quieres recibir tú?”, pregunta irónica ahora apuntándome.

“Creo que esa será mi decisión, dejarás de ser un problema Valeria, si te mato aquí mismo”, agrega, trago con dificultad asimilando mi final.

“¡Baja el arma, Marla Dubois!”, exclama un sujeto, giro mi rostro y veo cómo varios oficiales aparecen de la nada apuntando con sus armas hacia Marla.

De repente, ella suelta las bolsas que sostenía en una mano y pasa su brazo por mi cuello mientras me apunta con su arma, protegiéndose de los oficiales. Gimoteo por su agarre y mis tacones se resbalan.

“¡Si dan un paso más, la mataré!”, advierte Marla asustada.

“Si no lo haces… lo harán contigo”, gruño cómo puedo.

Miro al frente y veo cómo aparece la figura de Vladimir, Gideon, Jade y Brendan. Abro los ojos con emoción al verlos.

“¡Zayn y Anastasia!”, exclamo para que me escuche Vladimir, me preocupa el que ellos estén en peligro si le hacen algo a Marla intentado salvarme, prefiero que los salven a ellos antes de que a mí.

“Están bien y a salvo, cielo, Dante está con ellos y han detenido al francotirador!”, responde Vladimir, aliviándome.

“Tienes las de perder, Marla”.

“¡Haz silencio, Valeria!”, dice obligándome a caminar sin dejar de clavar su arma en mi sien.

“¡Si me dejan ir, la soltaré a ella de lo contrario dispararé!”, negocia.

“¡Es mentira, ella no cumple su palabra!”, grita Gisela.

“Eres una p$rra…”, Marla apunta hacia Gisela y aprovecho la distracción para morder su brazo con fuerza y empujarla lejos de mi

“¡Maldita, me mordiste!”, gruñe y corro lo más fuerte que puedo.

“¡Cielo!”, grita Vladimir abriéndose espacio para correr hacia mí.

Súbitamente, muchas detonaciones se accionan y como si fuera en cámara lenta, siento un dolor en mi brazo que me hace gruñir mientras que Vlad, llega a mi distancia sosteniéndome en sus brazos evitando que caiga al suelo aparatosamente.

Me aferro a su cuerpo y él me agacha en el suelo cubriéndome con su cuerpo por el intercambio de balas, admiro sus océanos cuando el ruido se detiene.

“Grandote…”, murmuro y él abre los ojos con sobresalto admirando mi brazo que se tiñe de sangre.

“Cielo, no, no”, dice preocupado.

Miro al cielo y noto muchos billetes siendo arrastrados por el viento como una especie de lluvia.

“¿Están lloviendo billetes?”, digo desconcertada mientras pestañeo.

“Cariño, ¿Te sientes bien?”, pregunta y me hace  ver el brazo rompiendo la manga de mi blusa, suelta un suspiro pegando su frente de la mía.

“La bala rozó tu brazo”, dice algo aliVlado.

“Y tú arruinaste mi blusa favorita”, digo para mirar sus ojos brillosos

“Estoy bien, estamos bien… gracias a ti que te has convertido en mi superhéroe favorito, Superman”, musito y sus lágrimas se deslizan por sus mejillas.

“Tenía miedo de… perderte”, musita, y niego con la cabeza.

“Nunca me perderás; el ‘tú y yo’ es para siempre, grandote”, manifiesto buscando sus labios para besarlos con intensidad.

“¡Ya dejen de besarse!”, exclama Jade provocándonos una carcajada.

Vladimir me ayuda a levantarme, abrazándome a su costado. La sirena de la ambulancia aparece junto a las patrullas policiales.

Giro mi rostro para mirar el cuerpo de Marla abatido en el suelo mientras que los billetes siguen revoloteando en el cielo por las bolsas destruidas.

Los paramédicos corren hacia Marla, pero se percatan que está sin signos vitales y la colocan en una camilla envuelta en una bolsa oscura con cierre.

Veo cómo la empujan a un costado de nosotros y me abrazo hacia Vlad en cuanto un paramédico se me acerca.

“Te tienen que atender, cielo”, murmura él.

“Señora, tenemos que verificar si necesita puntos su herida”, insiste el especialista.

Asiento con mi cabeza sin querer despegarme de Vlad. Él me acuna el rostro acariciando mi cabello y me esboza una sonrisa.

“Estaré a tu lado siempre”, afirma.

Jade termina de acercarse para abrazarme con fuerza.

“No vuelvas a hacerme pasar por un susto así, casi doy a luz”, murmura, la siseo al ver que su padre está a unos metros de distancia.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar