Destinada a amarte
Capítulo 13

Capítulo 13:

Pov Valeria.

“Moa mena”, dice de repente Vladimir llamando mi atención.

[Traducción: Mi esposa]

“TI ÓYA EU MOAMOCTHO MOEÍÑ, 3TO TOABKO MAUAAO”, agrega y no puedo entender nada de lo que dice.

[Traducción: Serás mía por completo, esto es solo el inicio].

“¿Qué has dicho?”, inquiero, pero él me ignora sosteniendo mi mano con dominación. Sacándome del lugar

“¡Espera! ¿A dónde te la llevas?”, exclama jade a mi espalda.

Este hombre sin decir alguna palabra empuja unas puertas llevándome por un pasillo, las personas nos observan con atención. Hasta que, abre lo que parece ser una capilla en remodelación dentro del registro civil, me hace entrar a ese lugar y cierra las puertas detrás de nosotros. Se da la vuelta y su pecho sube y baja para clavarme su mirada.

“Estamos casados”, suelta con su voz ronca.

“Bésame, concédeme eso al menos”, agrega como si él hubiera supuesto que le rechazaría.

“Puedes besarme, soy tu esposa”, comentado dándole pie a que se acerque a mí.

No me había percatado de que también estoy respirando excitada. Él se acerca a mí para posar su mano en mi mejilla, algo se posa en mi vientre… una presión

‘¿Por qué estoy nerviosa? Es un simple beso’, me cuestiono.

“Tus ojos son como el cielo… ahora eres mi cielo personal”, acota respirando en mis labios”.

Así que, cielo, no sé si pueda contenerme a solo un ‘beso’”, declara llevándome a sentir el latir incesante de mi corazón.

Trago con dificultad, y él roza su lengua en mis labios, humedeciéndolos con erotismo. Cierro los ojos dejándome llevar por la sensación, como si no tuviera control alguno de mi cuerpo. Suelto un g$mido por lo que hace su lengua y súbitamente sella mi boca con la suya de manera vehemente, dejándome sin aliento.

Algo estalla en mí y me sorprendo por los suaves que son sus labios firmes y la presión que ejerce, es como si se estuviera aguantando de besarme de una manera más animal…

Suspiro y él introduce su lengua en mi boca dándole paso a las lengüetadas sin prisas. El beso es seguro, diestro y con el punto justo de agresividad para excitarme de manera salvaje.

El buquet cae al suelo y procedo a introducir mis dedos en su cabello oscuro y sedoso, tiro de sus mechones intensificando el beso mientras él ahonda el beso acariciándome la lengua con suculentos deslizamientos de la suya.

Mis latidos se desbocan en mi pecho, probándome de que él no es nada ‘sencillo’ ni con un beso.

Se separa un segundo de mis labios dejándome respirar en jadeos. Estoy tan caliente y sofocada por la excitación. Él rodea mi nuca con una de sus manos, mientras que, con la otra lo hace con la curva de mis nalgas, me levanta en el aire llevándome a soltar un g$mido por su acción y la fuerza que tiene.

Me sostengo de sus hombros y él me lleva hacía uno de los bancos cubiertos de bolsas plásticas, caigo de espaldas al banco y giro mi rostro a la figura religiosa que nos ve y le pido perdón a Dios.

“Te deseo tanto, Valeria… lo repetiré las veces que sean necesarias hasta que lo creas, no me voy con malditos rodeos, hago y digo lo que quiero y lo que pienso”, manifiesta en mis labios y mi cuerpo queda presionado por el suyo; caliente y duro.

Mi cuerpo se siente húmedo y muy sensible, mientras que los pechos se me han puesto blandos y pesados. Mi cl!toris reclama atención a gritos palpitando al ritmo del furioso latido de mi corazón.

Él se posiciona a un costado para comenzar a subir mi vestido que ya torpemente  estaba arrugándose, jadeo para ser besada de nuevo por él que me hace sentir su enorme er%cción caliente afincarse en mi muslo.

‘Estoy enloqueciendo ¿Qué estoy haciendo?’, me cuestiono desconcertada, no soy así… este hombre me está desinhibiendo.

De repente, el resopla alejándose de mis labios para llevarme a mirar sus ojos llenos de tempestad. Él juega con la liga que sujeta mis medias de seda, trago con dificultad cuando la suelta para acariciar mis muslos acercándose a mi v%gina cubierto por la tela de mi calzón.

“Santo Dios. Valeria… tienes suerte de que me esté conteniendo”.

De su pecho resuena un murmullo que me puso la piel de gallina

“Ahora eres mía”, agrega empujándome a su abismo.

No sé qué está ocurriendo con nosotros, pero estoy como una gata en celo queriendo que mi esposo me embista sin piedad, con ganas de mandar al demonio a mis principios y dejarme tener se%o por alguien con el que a pesar ser mi esposo, es un desconocido por completo.

“Vladimir…”, pronuncio su nombre llamando su atención.

“Maldición suena tan excitante pronunciado por tu lengua lujuriosa, Valeria”, manifiesta de manera ronca para terminar de atolondrarme.

Su sola presencia me vuelve inconsciente, ahora con su p$ne presionando mi piel y sus labios calientes acariciando mis labios… caeré en el desquicio.

Él vuelve a besarme sin pensarlo mucho, me lastima con sus labios con un delicado punto de violencia pecaminoso y er%tico. Súbitamente, un golpeteo en la  puerta nos sobresalta y me separo de sus labios ahora asustada. Vlad aclara su garganta maldiciendo entre dientes con enojo.

“¡Señor Novikov!”, llama al parecer Dante.

“Su vuelo le está esperando”, agrega y muerdo mi labio con una sonrisa al ver lo que estábamos a punto de hacer en la capilla.

Mis mejillas están ardiendo y él de manera delicada se aparta de mí, levantándose para dejarme ver su corbata desarreglada junto a su cabello y la bragueta tensa gracias a su magnífica er%cción. Él resopla.

“¡Te escuché, maldición!”, gruñe notablemente molesto.

Me ofrece su mano para levantarme y acomodo como puedo mi vestido. Su rostro está rojo y su ceño fruncido. Se encuentra respirando de manera agitada. Paso una mano por mi cabello con un poco de vergüenza.

“¿Cómo me veo?”, cuestiono para que me ayude a no parecer una loca cuando salga de aquí.

Vlad suelta un jadeo observándome con intensidad.

“Preciosa y como para hacerte el amor durísimo. Te deseo tanto que me hace daño y estoy a punto de llevarte de nuevo al banco y hacer que te corras hasta que me supliques que pare”, suelta con intensidad tanto que vuelve a humedecerme dejándome sin palabras.

“No te puedo acusar de ser persuasivo”, murmuro con cierto tono de gracia.

Remojo mis labios inclinándome para apretar en mí mano el ramillete. En mí hay una necesidad de querer correr lejos de este hombre tan intenso como también la de no alejarme de él y ver qué ocurrirá entre nosotros, quizá creemos un nuevo infierno con estas emociones que se afloran en mi interior gracias a él.

Él suelta una sonrisita excitante de medio lado.

“Tengo que irme a un viaje de negocios, y no estoy seguro de cuándo volveré. Pero una vez lo haga, pasaré a buscarte para terminar este asunto”, comenta con seguridad.

Entorno mis ojos en él ya que, me jode que haga de esto, una endemoniada transacción de negocios.

“No, aquí no hay ‘asunto’ qué terminar, nada ha cambiado desde que le dejé clara mi opinión respecto a hacer el amor como si fueran negocios”, suelto encarándole.

“Creo que sí ha cambiado”, espeta con firmeza.

“No seas pretencioso. He estado ofuscada un momento, pero no quiero lo que quiere usted, no de esta manera tan frívola”, declaro apoyando mi convicción.

“Claro que lo quieres; lo que pasa es que no te gusta el modo en que yo pretendo dártelo, Resolveremos esto al vernos sin objeciones”, dice imponente, enervándome un poco o alentándome a darle pelea.

““Usted es…”.

“No me hables de ‘usted’ soy tu maldito esposo, dime; Vlad, amor, cariño o Vladimir”, interrumpe.

“Mientras tú digas nunca, yo pensaré en las mil maneras de convencerte, mírame y dime sí soy la clase de hombre a quien se le rechaza, así como así porque te estarías mintiendo”, agrega sin más, abro los ojos con sobresalto.

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