Destinada a amarte
Capítulo 127

Capítulo 127:

Pov Gideon.

En cuanto se va Valeria, mi celular suena. Le contesto de inmediato al percatarme de que se trata de Jade.

“No huiré”, digo sonriente.

“Sé que no lo harás, Ford, estás atado a mí para siempre… mi amarre está funcionando”, dice con sarcasmo. Arrugo el cejo deteniendo mis pasos.

“¿Qué?”, suelto y ella se ríe contagiándome una sonrisa, niego con la cabeza.

“No sé quién está más loco; tú con tus locuras o yo, que amo cada una de ellas”.

“Posiblemente, tú”.

“¿Sucedió algo?”, pregunto curioso.

“Estaba llamando a Valeria y no me contesta, le iba a llamar a Vladimir, pero recuerdo que él bloqueó mis llamadas porque él no quiere entender que Valeria primero fue mía y su matrimonio es de tres”, declara, aclaro mi garganta.

“Ella salió hace un momento, quizá está manejando”.

“Le llamé dos veces, algo raro está sucediendo, conozco bien a mi mujer”, declara.

“Gracias, cariño… ¿Alguna vez has pensado en un trio?”, suelta, mis pasos se detienen de golpe y me ahogo con la saliva tosiendo.

“No, jade”, respondo tajante.

“No quiero compartirte con nadie más”, reitero.

“Buena respuesta, Señor Ford”, dice, ruedo los ojos con una sonrisa.

De camino a la oficina de Valeria me detengo a unos pasos de entrar ya que, Gisela sale de ella. Se sobresalta al mirarme.

“Señor Ford…”.

“¿Quién es esa mujer?”, pregunta Jade en la llamada. Bajo la vista a su mano y encuentro el celular de Valeria.

“Lo siento, a la Señora Novikov se le quedó el celular, estaba sonando y…”.

“Se lo entregaré, si me apresuro podré entregárselo”, interrumpo pidiéndole el celular.

Ella se me queda mirando y pensándolo.

“Pensaba guardárselo y llamar al Señor Novikov para dárselo”.

“No es necesario, es mejor no molestarlo con esto”, insisto moviendo mi mano hacia ella, Gisela suspira entregándome el celular finalmente en la palma.

“Procure entregárselo”, murmura para irse a su puesto de trabajo.

Arrugo el cejo ante el comportamiento extraño de esa mujer. Bajo la vista a la pantalla del celular de Valeria y veo de fondo una foto de su familia junto a las notificaciones de las llamadas perdidas de jade y de…

“¿Puedo decir que me ha puesto cachonda el escucharte hablar con esa mujer de manera dominante?”, inquiere Jade.

Remojo mis labios pensando qué podría estar ocurriendo.

“Hay llamadas perdidas también de Vladimir, se supone que su celular está conectado a su auto, ella no dejaría de responder las llamadas de su esposo desde el tablero”, digo.

“¿Y las mías sí?”.

“Jade…”.

“Te dije que estaba ocurriendo algo extraño”, dice ella con seriedad.

“Bajaré al estacionamiento, quizá esté aún en el auto, o le ha ocurrido algo… está embarazada”, menciono desconcertado.

“Te llamaré en unos cinco minutos, te amo, futura esposa”, agrego.

“Te amo, futuro esposo”, dice ella provocándome unos latidos acelerados.

Cuelgo la llamada y pido el ascensor para bajar. En cuanto llego al estacionamiento subterráneo, busco con mis ojos su auto y no lo encuentro, pero… mis pies se tropiezan con algo.

Bajo la vista encontrándome con los documentos que se había llevado y su bolso. Reviso el interior para saber si se ha llevado las llaves y me encuentro con que tampoco están sus documentos personales.

Arrugo mi entrecejo mirando con extrañeza mí alrededor.

‘¿Qué está sucediendo aquí?’ me cuestiono, tomo las cosas y subo rápidamente al cuarto de seguridad donde deberían de estar las grabaciones de la cámara del estacionamiento.

Decido en el camino llamar a Vladimir.

“Si eres Jade…”.

“Señor Novikov”, interrumpo en cuanto contesta.

“Ha ocurrido algo con Valeria”, digo de una vez.

Él se queda en silencio unos segundos.

“Aré ya mismo”, dice rápidamente, pero en su voz noto lo afectado.

“Le espero en la compañía Birken”, pronuncio colgando la llamada.

Termino de llegar al cuarto de seguridad y se encuentra solo. Escucho un golpeteo que viene de la cabina y abro la compuerta encontrándome con el jefe de seguridad del edificio amordazado mirándome con desesperación. Le quito la cinta de la boca y él respira con mayor facilidad.

“Una mujer… me golpeó y desperté aquí. Llama a la policía”, pide rápidamente.

Giro mi rostro a las pantallas de las cámaras y manipulo buscando la del estacionamiento.

“Necesito que me muestres lo que ocurrió hace quince minutos atrás o quizá veinte”, digo apartándome para desatarlo por completo, le ayudo a levantarse y vislumbro en su nuca la sangre del golpe en cuanto se sienta al frente de las pantallas hurgando las grabaciones.

“Es esa…”, señala y mis ojos se posan la imagen de Valeria.

Detrás de ella se posa lo que parece ser una mujer vestida completamente de azabache y trae una gorra que cubre parte de su cabello rubio.

Noto el arma con que la amenaza y luego cómo se la lleva al auto de Valeria después de que la hace hurgar en su bolso y tirarlo al suelo.

“Esa mujer, su rostro o algo que la incrimine. Llamaré a una ambulancia para que te atiendan y a la policía”, anuncio.

“¿La Señora Morat estará bien? Es una mujer dulce…”.

“Lo estará”, reitero con firmeza.

Salgo del cuarto de seguridad para subir al piso de las oficinas de gerencia y presidencia. Gisela me observa desconcertada,

“¿Ocurre algo… Señor Ford?”, pregunta.

“Llama a la policía y a una ambulancia, por favor, algo está sucediendo con Valeria”, indico a lo que ella abre sus ojos con sobresalto, asiente y se pone a marcar los números correspondientes.

Miro el bolso en mi mano y espero a que llegue el refuerzo para poder actuar.

“¿Sabes si alguna mujer venía a la compañía? Es muy raro que haya pasado los controles de seguridad sin ser avisados”, pregunto hacia la chica de cabello castaño y ojos a juego, acomoda sus lentes de montura oscura,

“Vienen de visita muchas mujeres; empresarias y pasantes. Justo hoy es día de reclutamiento para una asistente para usted, Señor Ford, recursos humanos se está…”.

“Gracias, Gisela”, de interrumpo, pues la información solo me complica más la situación.

Decido irme a mi oficina a esperar que lleguen los refuerzos y Vladimir, quien hará derrumbar el edificio si es posible con tal de encontrar a su esposa.

“¡Busquen a mi esposa! ¡Si no sé de ella en menos de una hora todos sufrirán las consecuencias de sus incompetencias!”, exclama enfurecido.

“Señor Novikov, no puede amenazar a los oficiales, están intentando hacer su trabajo…”.

“Si lo estuvieran haciendo, mi esposa ya estaría en casa a salvo”, espeta de vuelta.

Deja hablando solo al oficial al mando y camina hacia mí echando humo por las orejas.

“Necesitaré que le pidas refuerzos a Brendan”, requiere y le miro con sorpresa.

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