Destinada a amarte -
Capítulo 126
Capítulo 126:
“Eres un cielo insaciable y pervertido”, manifiesta con su ronquez er%tica.
“Me fascinas”, reitera llevándome a sonreír juguetona.
Él aprovecha para azotar mi trasero haciéndome g$mir encima de él y con mis manos comienzo a desabotonar mi camisa para que él pueda saciarse con mis tetas mientras salto encima de él en busca de mi delicioso org%smo.
En cuanto libero mis senos sus ojos se posan en ellos; están más grandes, pesados y sensibles por el embarazo. Él sostiene las dos montañas y lleva a su boca cada uno de mis p$zones.
Curveo mi espalda hacia atrás aferrando mis manos al respaldar de su asiento, comienzo a moverme sobre su p$ne endurecida estimulando a mi cl!toris palpitante.
No puedo evitar mojar la tela de su pantalón con mi lubricación así que, el calor se posa en mis mejillas y en mi v%gina.
“¡Ah, sí!”, g!mo por los lametones de su lengua en mis pechos.
“Mia, completamente mía”, gruñe excitándome más.
Bajo las manos con desespero al cierre de su pantalón entre nosotros para bajarlo luego de desabotonar y meto mi mano dentro de su pantalón tropezándome con su p$ne engrosado, caliente, venoso y palpitante.
Suelto un jadeo al sentirla en mi mano con posesión, la boca se me hace agua, pero no hay tiempo para comérmela entera, la necesito dentro de mí.
“Hazme tuya las veces que sean posibles”, pido elevándome un poco para guiar su glande brilloso por el pre seminal a los pliegues resbaladizos de mi v%gina.
Bajo de a poco, llenándome con cada uno de sus centímetros calientes.
‘Es tan grande’, pienso enloquecida cuando termino de bajar metiéndola por completo.
Abro los ojos apoyando mis manos ahora de sus hombros, mientras que él sostiene mi cadera.
“Quiero meter cada centímetro dentro de ti”, dice enloqueciéndome.
“¡Vlad!”, g!mo cuando me motiva a moverme encima de él, quien toma el control embistiéndome con su p$ne mientras sostiene mi cuerpo levemente elevado para recibir embestidas bestiales.
Mis pechos comienzan a rebotar y miro el techo sintiendo cómo el placer me invade tan intenso.
Me corro sin previo aviso, siendo domada por los espasmos de lujuria y las acometidas de Vlad. Quien quiere conseguir que me corra una y otra vez.
Dos meses antes…
Cuando llegamos a la casa, los pequeños corren hacia Vladimir, entre alaridos de emoción. Miro a Jade.
“Lo siento, no se querían dormir hasta que ustedes llegaran”, dice cortando la distancia para abrazarme.
“¡Papi!”, dicen los mellizos.
“¿Qué te pasó en la cara?”, pregunta Zayn.
“Tuve…”.
“Tu papi estaba peleando con un villano, pero es un secreto”, digo guiñándole un ojo a mi pequeño. Él mira emocionado a su padre.
“¿Era muy malo como el monstruo?”.
“Si… pero ya lo detuve”, responde Vladimir acelerando mi corazón.
“¿Dormirás con nosotros?”, cuestiona Anastasia de repente. Vlad me observa.
“Si, pero, solo si corren a lavar sus dientes en este momento”, interrumpe Vlad, sorprendiéndome.
Los mellizos celebran y luego de besar sus frentes ellos corren hacia la escalera.
“¿Estás seguro?”, pregunto preocupada, no quiero presionarle.
“Sí, la terapeuta también lo aprueba. Podré ser el padre que ellos merecen”, dice y mi corazón se conmociona.
“Eres el padre que ellos merecen”, aseguro.
“¡Vladimir!”, exclama Katia corriendo a abrazar a su hermano, luego Simón y Mikhail aparece con las manos en los bolsillos.
Vlad se queja un poco por el dolor de los golpes. Katia se aparta temerosa y Vlad mira a su padre.
“¡¿Puedo abrazarte?!”, pregunta Mikhail con la voz rota.
Vlad asiente y Mikhail rompe la distancia para abrazar a su hijo”.
“Pensé que te perdía… mi pequeño”, murmura su padre, jade me abraza por el costado; ambas afectadas por las hormonas del embarazo nos ponemos a llorar.
“Cuando mi Madre se entere de que Vlad abraza a papá, hará una gran fiesta por todo lo alto”, suelta jocoso Simón, haciéndonos reír a todos.
Paso saliva observando a media noche cómo Vladimir duerme con los mellizos; uno a cada lado de su cuerpo.
Duermen iguales y esbozo una sonrisa al darme cuenta que mi grandote ya no está sufriendo.
“Amo a mis Novikov”, murmuro para mí, volviendo a la cama junto con ellos.
Actualidad…
Luego de una ducha fría para quitarme el calor de lo que se creó en el estacionamiento, salgo envuelta de una toalla para vestirme y bajar a la cocina.
Detengo mis pasos al cruzar el umbral, pues veo a Vladimir con un mandil de cocinero mientras Zayn juega con una mezcla ensuciándose todo y Anastasia supervisa al costado de Vlad.
“¿Qué está sucediendo aquí?”, pregunto llamando la atención de mis tres amores.
“Papá cocina para ti”, responde Anastasia. Miro con sorpresa a Vlad, él encoge los hombros.
“Lo intento”, dice él con simpleza. Sonrío por eso.
“¿Ah sí? ¿Y qué es lo que cocina el Señor Novikov?”, me acerco a la isla de la cocina rodeándola para llegar a su distancia.
Trae harina en la mejilla, elevo mi mano pasando mi pulgar sobre su piel barriendo el resto. Sus océanos me observan con intensidad.
“Panqueques con fresas”, responde Vlad.
“Amo cómo comes de manera sugestiva las fresas”, murmura tragando con dificultad.
Muerdo mi labio con descaro.
“Guarda un poco de fresas para después”, digo, sosteniendo una para llevármela a la boca mordiéndola sin perder el contacto con él.
“Tengo una idea para la habitación oscura y un antifaz”, acoto, a lo que él, gira la espátula dentro del tazón botando la mezcla.
Zayn y Anastasia ríen por el desastre que hizo Vlad.
“Azotes por distraer al cocinero”, advierte con ronquez en su voz llevándome a abrir los ojos con sobresalto.
Dos días después…
Me despido de Gisela y de Gideon en la oficina, no me necesitan más por hoy y procuro conseguir un nuevo socio accionista para liberar un poco el peso de la compañía, pero… tiene que ser uno muy bueno, con las mismas convicciones que busco para el patrimonio de mi Madre.
“¡Val!”, llama Gideon deteniendo mi camino hacia el ascensor. Giro mi rostro mirándole.
“Recuerda hoy la cena, le diremos a Brendan toda la verdad. Y si están todos presentes, creo que será mejor”, explica llevándome a sonreír.
“Cuenta con nuestro apoyo, es hora de que se amen libremente”, digo asintiéndole.
Las puertas del ascensor se abren. Ondeo mi mano en el aire despidiéndome de nuevo y bajo hasta el estacionamiento del edificio.
Hurgo en mi bolso las llaves de mi auto y cuando las encuentro y acciono el arma de activado… de repente siento algo duro en mi columna vertebral que me deja helada de golpe.
“Te dije que pagarías tarde o temprano todo lo que nos hiciste, hija de p$rra”, la voz de Marla retumba en mis oídos desconcertándome”.
“Es mejor que comiences a cooperar, ambas daremos un paseo o dispararé aquí mismo”, advierte, provocando que mi corazón se desboque en latidos y mi cuerpo comience a temblar al imaginarme su arma siendo accionada.
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