Destinada a amarte
Capítulo 124

Capítulo 124:

Pov Vladimir.

“¡Maldito degenerado, ya verás…! ¡Arruinaste mi experimento!”, grita acercándose a mí, permanezco erguido esperando a sus golpes o su  fuerza, me lanzo al suelo y Cassian corre buscando ocultarse o huir.

Mi corazón late con fuerza y temo lo peor, pienso en mi cielo.

“¡Agárrenlo!”, ordena la voz de Brendan.

Abro los ojos de golpe y el cuerpo de uno de los hombres de Cassian cae abatido a mi lado. Las detonaciones se pausan de repente, pero el silencio no invade el lugar, pues la voz de Cassian gritando improperios resuena en las paredes de concreto.

Pestañeo, pero el polvo se alborotó de un instante a otro, levanto mi rostro para ver la figura de Brendan aparecer de la nada y con su arma; dispara hacia la pantalla que reproducía el video silenciándolo.

“Hola, Novikov”, saluda con una sonrisa.

Hace una seña y alguien rompe las cadenas que me ataban a una pared, muevo mis brazos hacia adelante y evito caerme apoyando las palmas del suelo, necesitaré un minuto o más para poder levantarme.

“Ayúdenle por favor”, ordena y me ayudan rápidamente a levantarme, mis muñecas arden por el daño que me hicieron las cadenas. Miro a Brendan.

“¿Valeria…?”

“Está bien, todos están bien”, interrumpe, adivinando lo que ¡iba a preguntar. Suspiro aliVlado.

“Eras tú el que nos preocupó a todos, y aun así lo primero que preguntas es por tu familia… es respetable, Vladimir”, expresa con sinceridad,

“¿Qué hacemos con este imbécil?”, habla Gideon arrastrando a Cassian que se encuentra ahora atado de manos y con el labio roto botando sangre. Sus ojos se posan en mí y aprieto mis dientes.

“Para este maldito o me lo puedes dejar a mí, lo mataré de forma lenta…”.

“No, no lo quiero muerto, eso es darle una salida fácil”, espeto, con algo de dificultad, camino hacia él mirándole desde arriba, obligándole a levantar el mentón.

Su mirada ciertamente no es de imponencia en este momento.

“¿Qu-qué me harás? Sé que no eres capaz”, dice subestimándome.

Chasqueo mi lengua, aún tengo los efectos de la droga. Trueno mi cuello y me mantengo firme, me ofrecen una botella con agua que bebo con desespero; me tenía pasando sed y hambre. Lanzo la botella de plástico vacía y limpia el rastro de mis comisuras con mi antebrazo.

“Necesito un cuchillo”, pido hacia Gideon, él, un poco dudoso me lo entrega. Aprieto el mango en mi mano.

“Mátame, si tanto quieres hacerlo, mátame de una vez por todas”, pide, Cassian.  Niego con la cabeza.

“¡Dijiste que me matarías! ¡Cumple tu p%ta palabra!”, exclama desesperado.

“Te mataré en vida; es más doloroso y efectivo”, digo y sus ojos se abren más con pánico.

“¿Quién es el experimento de quién ahora?”.

En un movimiento rápido, corto la camisa que cargaba y deslizo el filo del cuchillo por su torso, una y otra vez, recordando las cicatrices que él me dejó, pero, no me detengo solo en su torso, sigo a sus brazos y muslos mientras Cassian grita de dolor suplicando a que me detenga… esto es solo el inicio de su infierno.

Me detengo finalmente, con mi pecho subiendo y suelo apartándome para mirarle.

“Mátame… por favor… ¡Hazlo de una vez!”, insiste balbuceando entre el sollozo.

“¿Pueden mantenerlo encerrado algunos días en otro lugar?”, pregunto hacia Brendan.

“Si es lo que quieres, por supuesto.

“No le van a curar las heridas, se le van a infectar y si se le cierran, vuelvan a abrirlas hasta que sus brazos y piernas se negrezcan… la fiebre le hará delirar, será doloroso por el pus y la infección. Cuando eso suceda, déjenlo en un lugar púbico, por el estado de gangrena de sus extremidades tendrán que apuntárselas, él podrá decir que fui yo, pero, nadie le creerá”, índico hacia Brendan.

“La policía no te va a relacionar de nuevo con él, pues se verá como que escapó y se metió con personas peligrosas, mis muchachos se encargarán de cumplir con tus peticiones y que él cumpla condena”, explica el Señor Harrison.

“¡No, les diré que fuiste tú!”, exclama Cassian.

“¡Mírame, fenómeno!”, dice y le observo, pero, ahora no me afecta en lo más mínimo.

“Trata de sobrevivir a esto, monstruo”, digo, Gideon me ayuda a caminar y a subir una escalera, mientras que los gritos de Cassian explotan en desespero.

“¡Maldito!”, solloza y forcejean con él.

“Te llevaremos al hospital”, comenta Gideon.

“No, llévenme a casa, quiero estar con mi esposa”, niego y cuando terminamos de subir la escalera, la luz me encandila.

Reconozco de a poco el lugar, aunque está un poco queVlado… todo este…

“No será necesario llevarte a casa”, dice Gideon y arrugo mi cejo.

“Llévenme…”, mis palabras se cortan cuando aparece al frente de mí… la figura de Valeria, mi corazón late con fuerza, y mis ojos se escuecen.

“Hola, grandote”, dice con una sonrisa, pestañeo y verifico si no es la droga que me está haciendo alucinar y si todo ocurrió.

Me separo de Gideon sin importarme el dolor de todo mi cuerpo y corro hacia ella, quien piensa lo mismo. Nuestros cuerpos colisionan en medio del camino y la envuelvo con mis brazos aferrándome a ella mientras explota un sollozo desde mi interior.

“Enfrenté mi infierno, cielo… ya no existe”, murmuro olisqueando el aroma de su cabello.

‘Si está aquí, sí pude’ pienso. El monstruo ya no me domina”, expreso de forma liberadora, igual cómo se sintió el provocarle las heridas a Cassian y verlo de rodillas, en su fin.

Pov Valeria.

Nos quedamos un largo rato abrazados, hasta que los hombres que trabajan para Brendan nos indican que tenemos que irnos.

Pues la policía querrá requisar el lugar y arrestar al culpable. Nos llevan al auto y cubro con una manta en los hombros a Vladimir. Admiro su rostro golpeado y mi corazón duele, pero, estoy orgullosa de él… se acabó este tormento.

“Gracias”, digo hacia Gideon que le ayuda a caminar hacia el auto.

“No hay de qué, podrías decirle a Jade que me llame es que…”.

“Tranquilo, le diré que te llame”, interrumpo dándole una sonrisa, él asiente despidiéndose.

“Vamos a un hospital”, digo al chofer, Vlad niega con la cabeza.

“Estaré bien solo necesito ir a casa contigo, estar con mi familia es todo para mí en este momento”, insiste, dejo salir un suspiro admirándole.

Él auto se coloca en movimiento con el mandamiento de Vladimir. Él no suelta mi mano ni un instante y tengo su cuerpo a mi costado, proporcionándome su calor.

“El hombre… ¿Lo atraparon o está muerto?”, pregunto dudosa.

“Necesito saber que no volveremos a saber de él”.

Giro mi cabeza cuando escucho la sirena de una patrulla policial que nos escolta hasta nuestro destino y luego veo a Vlad, que tiene a sus océanos impresionándome.

“Estará muerto en vida, no te tienes que preocupar… él no se volverá a acercar a nosotros”, dice con seguridad, pero, en su voz escucho un poco de dolor aún.

“Lo que importa es que tú estás bien”, digo llamando su atención.

“Te amo tanto, cielo… pensé mucho en ti, eres una de las razones por las cuales no me volví loco”.

“Estoy orgullosa de ti, amor”, murmuro con la voz quebrada por la emoción.

Pego mi frente de la de él.

“Te amo, Novikov”, susurro sobre sus labios y mis prontas lágrimas salen despavoridas.

Mientras que él me termina de atraer a sus labios para besarme de manera dulce, pero de igual manera alertar a todos mis sentidos. De repente, su mano se posa en mi vientre acariciándolo.

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