Destinada a amarte -
Capítulo 122
Capítulo 122:
Pov Vladimir.
Cassian me observa por encima de su hombro.
“Ya veremos si sales de aquí”, espeta a lo que el hombre coloca su mano en puño para golpearme, aún no me tira al suelo, pero sí me tambaleo.
“Podría hacer esto todo el día”, digo de manera burlona, a lo que él se ofende colocándose una manopla de metal y vuelve a golpearme con más fuerza tumbándome a suelo finalmente y pierdo la consciencia.
Pov Valeria.
El teléfono suena y Jade lo contesta colocándolo en altavoz. Me levanto del sillón con una manta en los hombros.
“Solo está el chofer en la cajuela”.
“¿Dante está bien?”, pregunto preocupada.
“¿Te llamas Dante?”, escucho que dicen.
“Sí, Dante Vizzio”, responde la voz de él, suelto un suspiro de alivio.
“Señora Valeria… perdóneme, debí de haberlo sospechado, quizá detenerle, pero…”.
“Tranquilo, Dante, me alegra saber que estás bien. Te esperamos en casa”, digo sin querer echarle la culpa.
“Valeria, sé quién podría saber dónde está Vladimir, pude escucharlos hablar de esa persona”, suelta de repente y los latidos de mi corazón se desbocan.
Una hora después…
Miro el cielo oscurecerse desde el balcón de la habitación, termino de vestirme de manera cómoda y salgo para encontrarme con Jade que me mira de forma reprochadora mientras cruza sus brazos.
“Iré y no me detendrás”, reitero.
Luego de saber que Hannah Taylor podría colaborar si intento hablar con ella, solo pienso en que debo ser quien la convenza de decir todo y sobre dónde ese psicópata.
Al parecer ambos están aliados y ella fue quien pagó por su fianza.
“Esa mujer intentó matarte y creo que más de una vez, por algo está en ese p%to psiquiátrico”, dice colocándose en mi camino.
“No me hará nada, escuchaste a Dante, ella sabe todo lo que planea este hombre hacia Vladimir, le dejó el campo limpio para que actuara y no permitiré que pase un día completo con mi esposo, tengo que traerlo a casa; Zayn y Anastasia le esperan…”.
Ella corta distancia y me abraza, pues mi voz se rompe.
“Voy contigo”, declara. Niego con la cabeza apartándome.
“Te necesito aquí, eres la que conoce a estas personas y quiero que distraigas a la familia Novikov, iré con la seguridad que me ofreció tu padre”.
“Prométeme que no te arriesgarás”, me encara con sus ojos avellanas.
“No lo haría”, digo acariciando mi vientre de manera instintiva.
“Será como una misión de agentes secretos”, dice efusiva provocándome una sonrisa.
Asiento para caminar con ella entrelazadas del brazo mientras me explica lo que sucederá. Una de las mujeres que trabaja para Brendan Harrison me coloca un dispositivo en el pabellón auricular de mi oreja.
“Habla, queremos ver si te escuchamos a la perfección”, indica.
“Hola…”, murmuro confundida.
“Perfecto, con eso escucharemos la información que consigas y actuaremos de inmediato”, explica, paso saliva asintiendo.
Camino hacia mis pequeños que tienen sus rostros somnolientos esperando a que llegue su padre, se me encoge el corazón y me agacho para verlos mejor. Acaricio el cabello de Zayn y él bosteza.
“¿Papá ya llega?”, pregunta Anastasia llamando mi atención.
“Si, cariño. Pero… tienen que dormir, él cuando llegue les dará un beso de buenas noches”.
“Quiero que me lea”, murmura Zayn.
Muerdo mi labio porque el corazón se me parte, los mellizos aman mucho a Vladimir.
“Lo hará mañana ¿Está bien? Y pasaremos todo el día con ustedes, comiendo helado, jugando y viendo películas”, digo tratando de convencerles.
Les abrazo a ambos luego de que asienten al mismo tiempo, beso sus mejillas y miro a Ofelia.
“Está bien, ya los puedes llevar, y gracias”, menciono.
“Los amo un billón”, digo hacia ellos.
“Te amamos mami”, murmuran al unísono.
Me abrazo a mí misma viendo cómo se alejan.
“No te pongas en riesgo, Valeria”, dice Mikhail preocupado.
“No lo haré, regresaré con Vladimir”, digo dándole una sonrisa.
“Es hora de irnos”, anuncia uno de los de seguridad.
“Dante está en camino del hospital ¿No quieres esperarle?”, pregunta Jade.
“Que descanse, le hirieron y perdió sangre”, digo al recordar que perdió el conocimiento luego de la llamada, tiene una herida en el vientre y aun así.
“Te quiero”, dice Jade preocupada.
“También te quiero, rubia”, menciono lanzándole un beso.
Salgo de la casa siendo escoltada por la seguridad y me subo a un auto. Dentro de él, mi corazón late con fuerza y solo espero conseguir la dirección donde se encuentra Vladimir.
Luego de unos pocos minutos hacia el centro psiquiátrico donde se encuentra reclusa Hannah.
Comienza a llover y la apariencia es lúgubre, al bajar del auto me resguardo debajo de una sombrilla que me entregan y corro hacia la entrada, Una mujer con vestuario de enfermería nos invita a pasar.
“Sé quiénes son, tienen que hacerlo rápido, conseguí poco tiempo con el pago que me hicieron”, interrumpe tajante y asiento siguiéndola por los pasillos del lugar enfundado de un blanco inmaculado.
Escucho voces que provienen de lo que parecen ser habitaciones. El de seguridad le da paso en cada una de las entradas con solo intercambiar miradas con ella.
De repente, se detiene al frente de una puerta de metal, encarándome.
“Solo puede entrar ella”, señala hacia mi dirigiéndose a los de seguridad.
Les observo y ellos aceptan.
“Tienes quince minutos”, anuncia la mujer abriéndome la puerta de metal con una llave, esta rechina y mi piel se eriza cuando el panorama se me amplía dentro de la habitación.
Me termino de adentrar y me detengo en cuanto observo la espalda de Hannah Taylor. Tiene el cabello rapado y viste un uniforme blanco. Paso saliva y me sobresalto cuando cierran la puerta detrás de mí.
Me quedo en alerta por si decide atacarme en cuanto se voltea. Abro mis ojos con sobresalto cuando veo una venda en su cuello y ojeras malvas debajo de sus ojos. Su aspecto es demacrado, lúgubre y en su mano aprieta un peluche de conejo.
“¿Que… haces tú… aquí?”.
Habla con dificultad y pestañea sorprendida. Su voz ahora es diferente, parece rasposa.
“Tú sabes dónde está Vladimir, vine por la información”, digo sin tapujos.
“¿Por qué… te diría?
“No quieres que Vladimir salga dañado, sé que en el fondo no deseas eso”, sus ojos se desvían y lanza el peluche. Mi corazón se sobresalta.
“¡Él… provocó… esto!”, gruñe dando un paso hacia mí, retrocedo manteniendo la distancia.
“Nunca podré… cantar y tengo la voz de una señora que lleva… años fumando tabaco… me quitaron un riñón y… me torturaron”, balbucea desesperada
‘Tendré pesadillas con su voz’.
“Eso te lo buscaste, no es ni la cuarta parte del dolor de pensar que uno de tus bebés falleció, gracias a ti Tania estuvo al borde de la muerte e hiciste muchas otras cosas para joder a Vladimir. Te estoy dando la oportunidad de que te reivindiques y ayudes a salvarle la vida a Vlad, podrían acortar tu cadena perpetua a tan solo setenta años, quedaría solo parte de ti si sobrevives para poder sentir la libertad”, digo apretando mis manos en puños.
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