Destinada a amarte
Capítulo 120

Capítulo 120:

Pov Vladimir.

Aprieto mis manos en puños, mi respiración se desnivela y mis ojos se escuecen de la impotencia.

Cassian se gira quitándose el gorro que suele usar Dante y me mira con sus asquerosos ojos sonriéndome.

“¡Maldito! ¡¿Dónde está Dante?!”, exclamo escupiendo de la rabia.

“En el maletero, tranquilo, solo está inconsciente… no es el que me interesa para seguir con mi trabajo, tú eres mi experimento, habías escapado de mí… pero siempre busco la manera de volver, Vladimir Novikov”.

Te haré recordar tantos momentos gratos, espero estés preparado porque estos años en prisión solo me hicieron crear más torturas para mi fenómeno favorito habla horrorizándome por completo, mi respiración se escucha porque está en jadeos y mis ojos se llenan de lágrimas al ver su rostro de nuevo.

“Si intentas algo, mi amigo te disparará, y dejarás indefensos a tus pequeños fenómenos y a tu hermosa esposa que está embarazada, ella sería…”.

“¡Cállate maldito asqueroso de mi%rda! ¡Llegas a tocar a mi familiar y te juro que…!”, mis palabras se cortan con un gran golpe en mi nuca.

“Mi cuerpo cae de costado en el sillón, pestañeo con mi vista nublándose”.

“Te voy… a matar… hijo de p$rra”, balbuceo en medio del sollozo, estoy perdiendo el conocimiento.

Pov Valeria.

Intento volver a llamar a Vladimir y su celular me lleva a la contestadora, camino de un lado a otro dentro de la oficina. Dante tampoco recibe mis llamadas y se me están agotando las ideas… él no pudo desaparecer de la faz de la tierra.

Gisela entra de nuevo a la oficina, mis ojos están rojos por la ansiedad.

“La recepcionista indicó que él estuvo hace una hora aproximadamente en el lugar, y se retiró en cuanto supo que no tendría la terapia”, anuncia, arrugo mi entrecejo y mis latidos enfurecen.

“Tengo que buscar a mi esposo, pasaré primero por el hospital por Anastasia, no me pases llamadas a menos de que se traten de mi esposo, por favor”, pido y ella asiente.

Sostengo mi bolso colgándomelo en el hombro.

“¿Quieres que llame a la policía?”, pregunta, la miro un instante.

“Sí… esperemos hagan algo esta vez. Ese loco está suelto gracias a la injusticia y la corrupción”, espeto apretando con mi mano el asa del bolso.

“Gracias, Gisela”, menciono al tenerla alterada igual que yo.

“No te preocupes, puedo ayudar en lo que necesites”, menciona y le doy un asentimiento junto a una sonrisa apretada, para apresurarme e irme.

Maldigo lanzando mi celular al costado de mi auto, aprieto el volante y me trago el nudo en mi garganta. Necesito ser fuerte, pero no dejo de pensar en Vladimir… quiero pensar que solo están en una reunión de negocios, sí, podría ser solo eso.

Anastasia camina hacia mí y me agacho abrazándola. Detrás de ella, aparece su nueva Doctora con una sonrisa.

“¿Todo está bien?”, pregunto a mi pequeña.

“La Doctora dijo que puedo montar a caballo”, dice emocionada.

“Bueno… primero quisiéramos evaluar bien sus puntos, pues están totalmente curados, pero, es mejor prevenir. Luego de eso, por supuesto que podrás montar a caballo”, explica la Doctora llamando mi atención.

“Gracias, de verdad y por atenderla de improviso, no contábamos con que su Doctor…”.

“Ha sido un gusto, es una niña muy inteligente y el riñón está reaccionando de manera perfecta, como si hubiera sido para ella desde un principio”, interviene con una sonrisa.

Miro a Anastasia quien me abraza de la cadera, acaricio su cabellera.

“Sí que lo es”, murmuro orgullosa de mi pequeña.

“Seguiremos con el tratamiento del Doctor Gray, lamento lo que ocurrió con él, pero su trabajo era impecable”.

Nos terminamos de ir del hospital y vuelvo a llamar a Dante, luego a Vlad y de manera sucesiva.

Suelto un resoplido, para marcarle desde el tablero del auto a Jade, no sé a quién más llamar.

“Sabía que me extrañabas”, contesta.

“Vladimir desapareció”, digo sin más, mirando al frente, mientras Anastasia juega en los asientos traseros, manejo a una baja velocidad.

“¿Qué? ¿De la faz de la tierra?”.

Encojo mis hombros.

“Es lo que temo, no sé qué se hace en un caso como este. En su empresa tampoco saben de él, he llamado a sus padres y no sé qué está ocurriendo”, hablo con los nervios de punta.

“Primero, debes calmarte, le hace mal al bebé que te alteres y ya lo escucho en tu voz”.

“Tengo miedo, Jade ¿Y si ese loco lo tiene?”.

“¿El Terapeuta?”.

“Ese hijo de…”, corto mis palabras recordando que mi hija está detrás.

“La policía lo dio en libertad y se acercó a Zayn entregándole un peluche de la infancia de Vlad, pero… tenía una especie de cámara y micrófono dentro, no sé qué habrá escuchado con eso, quizá lo de las terapias y dio con Vlad”, divago con los nervios.

“Tranquila, lo resolveremos, puedo hablar con mi padre…”.

“¿La mafia?”, susurro.

“¿Por qué susurras? ¿Nos estamos ocultando de alguien?”.

“Solo… no me acostumbro a decirlo en voz alta, aún no me hago la idea de que tu padre sea un mafioso”, escucho cómo ríe al otro lado de la línea.

“Creo que en este momento le daremos buen uso a eso”.

“¿Qué planeas?”.

“Primero, tenemos que ver si puedes rastrear el celular de Vladimir o el auto comenta como si nada”.

“No sé cómo hacer eso”, resoplo frustrada, comienzo a sentir el dolor de cabeza invadirme.

“Llega a casa, y resguárdate allí con los mellizos, el equipo pesado irá a ayudar”, dice.

“Necesito que te calmes, Valeria. Por tu bebé, si te pasa algo a ti, harás que me pase algo a mí”, insiste, tratando de calmarme.

Quizá escucha mis resoplos o me conoce más que yo misma.

Horas después…

Jade ha llegado con un equipo de investigación a la casa enviado por su padre, y comienzan a trabajar en el despacho de Vladimir, mientras que camino de un lado a otro, han pasado unas pocas horas y sigo sin saber de mi esposo.

“Mami ¿Y papi?”, pregunta Zayn con curiosidad.

“Estará pronto aquí, pequeño ¿Y si lo esperamos con tu pijama favorita?”, interviene jade, agradezco que esté aquí.

“Ve con Ofelia, comeremos galletas con leche, dile a tu hermana, amor”, digo acariciando el rostro de mi hijo. Asiente y se va corriendo.

Me giro para ver a Jade y ella me abraza.

“Ven a sentarte, y tómate este té”, propone para caminar conmigo al sillón al frente de la chimenea, comienza el invierno y el frío es calador.

Cuando tomo asiento, ella me entrega una taza con té de manzanilla humeante. Dejo salir un suspiro mirándola.

“¿Te dijeron lo que sospechan?”, pregunto llamando su atención, ella resopla sentándose a mi lado.

“El terapeuta también está desaparecido, mandamos a la policía a buscar en el domicilio donde él reside y lo encontraron vacío, todo indica que…”.

“No, mi Vlad no puede pasar por esto de nuevo, ese hombre es un… monstruo”, digo con la voz rota al escucharle, confirma mis sospechas, las cuales no me quería permitir creer.

Ella sostiene mis manos quitándome la taza, y las acaricia. Mis ojos se escuecen por las prontas lágrimas.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar