Destinada a amarte
Capítulo 118

Capítulo 118:

Bebe de su trago, quizá Bourbon y decido bailarle a él a la distancia. Paso mis manos por mi cuerpo y luego levanto mi cabello dándome la vuelta para mirarle lujuriosa por encima de mi hombro.

Lo que hago es calentarme más, esbozó una sonrisa y muerdo mi labio moviendo mi trasero lentamente para él mientras rozo mis manos por mis pechos y bajo un poco.

Noto cómo él se termina el trago y parece muy molesto. Inesperadamente, un hombre se coloca al frente de mí, me sobresalto mirando al sujeto moreno que intenta bailar conmigo. Niego con la cabeza rechazándole.

“Vamos, estabas seduciendo, querías bailar y aquí estoy”, dice el hombre.

“No te estaba seduciendo a ti”, gruño intentando apartarme o quizá evitar alguna pelea incómoda, porque en cuanto Vlad vea que otro hombre se me acerca se arma la tercera guerra mundial.

Hago ademán de alejarme para acercarme hacia Jade, pero, él se interpone en mi camino evitándolo.

“Eres muy se%y… podemos pedir un espacio para nosotros”, propone indecorosamente con su aliento oliendo a puro alcohol.

“Creo que te equivocaste, no estoy buscando eso”, indico con mi corazón palpitando con fuerza.

Miro por encima de mi hombro buscando a Vladimir y no le veo. Arrugo mi cejo por eso.

“No me equivoqué, eres la mujer más sensual de este lugar y no perderé la oportunidad ¿Quieres un trago?”, insiste el sujeto.

“Estoy casada, y es mejor que te alejes de mí, alejarme de él”.

El hombre parece no entender por todo el licor que tiene en su sistema y él posa su mano en mi vientre halándome hacia él.

“¡Val!”, exclama Jade acercándose hacia mí.

Me aparto del sujeto empujándole y Jade se interpone. No me deja asimilar qué sucede, porque una gran montaña imponente lo tumba al suelo con un puño en el rostro, llamando la atención de las personas a nuestro alrededor y abro mis ojos con sobresalto.

Vladimir sacude el saco de su traje y mueve su mano por la fuerza que uso para derribar al hombre que no era pequeño.

“Vlad…”, murmuro, él sujeta mi mano arrastrándome entre las personas y alejándome de Jade quien se encuentra con Gideon.

Mi corazón late incesante, trago con dificultad sin saber a dónde me lleva mi esposo enfurecido.

Abren una puerta roja para él y nos introducimos en un área que no tiene música, pero se escuchan g$midos, jadeos y el golpe de cuerpos desnudos. Mi respiración se acelera cuando él abre una puerta haciéndome entrar sin reprochar.

Cuando cierra la puerta con seguro y no me deja ver bien el lugar ya que, me acorrala contra la pared, pero logro ver un sillón tantra, cadenas, sogas y otras cosas lujuriosas.

Me quedo sin aliento observando su rostro enervado.

“¿Eso fue un espectáculo de esposo celoso? Fue demasiado, no era necesario, cariño, lo tenía controlado…”.

“Fue necesario”, corrige en un gruñido entre dientes con impotencia.

“Él tocó lo que es mío”.

Separe mis labios por la impresión.

“Te dije que no soy un objeto que puedes poseer; soy tu esposa”, reitero, pero he de admitir que me prende mucho su posesividad.

“No hablaba de ti, porque entre nos, es claro que eres completamente mía”, dice con seguridad”.

“Hablaba de mi bebé”, espeta derritiéndome en totalidad.

Lleno mis pulmones de aire y muerdo en mi labio una sonrisa.

“Cállate y tómame, grandote”, digo sabiendo que a esta altura ninguno de los dos seguirá con este estúpido juego y castigo.

Poso mis manos en sus mejillas atrayendo sus labios a los míos.

“Cumple tus palabras y recuérdame al salvaje de Superman que ya no me visita a la media noche”, acoto sobre sus labios.

Sus ojos se abren sorprendidos.

“¿No hicimos el amor anoche?”, pregunta desconcertado.

Niego con la cabeza.

“¿Por qué crees que estoy tan deseosa? Necesito mi dosis de Vladimir”, manifiesto.

Él suelta un gruñido de deseo y de repente, toma mis labios con salvajismo. Muerde, lame, y saborea mi boca, arrancándome jadeos en medio del beso intenso.

Sostengo su corbata desanudándola y la sostengo en mi mano.

“Átame”, pido en sus labios.

“¡Segura!”, arquea una ceja sugestiva.

“Quiero que tengas el control de mi placer, amo cómo lo haces”, respondo afirmando.

Él sostiene la corbata en sus manos y guía las mías a mi espalda para anudarlas entre sí. Jadeo al sentir cómo sujeta con fuerza, Vlad me mira con deseo.

“No aguanto más, cielo”, dice con ronquez.

“No te retengas, grandote”, digo y eso parece suficiente para él.

En un movimiento él me da la  vuelta y lleva mis tetas a la pared, separa mis piernas y con sus manos diestras comienza a desabotonar mi short, mi v%gina se aprieta ante lo que se avecina.

“Mueves muy bien ese trasero delicioso”, gruñe erizándome la piel, tira el short de mezclilla al suelo, quedándose trabado en mis tobillos.

Quedo desnuda ante él con mi trasero en el aire.

Una de sus manos se siente en la ranura de mis nalgas abriéndose camino hasta mi v%gina humedecido, tantea mis pliegues con la punta de sus dedos y los introduce sin previo aviso haciéndome g$mir por su intromisión exquisita. Él comienza a mover sus dedos con rapidez en mi interior.

“Te estoy preparando para mis embestidas, no quiero lastimarte, por más que intente no hacerlo”, dice metiendo otro dedo más por el grosor de su p$ne.

“¡Vlad!”, g!mo cuando comienzo a lubricar en demasía.

Mis p%zones se endurecen doliendo por la presión de mi corpiño. Muevo mis manos, pero están bien sujetas, comienzo a desesperarme, y quiero correrme.

“Aún no, cielo”, ordena con posesión. Saca sus dedos de mí dejándome deseosa.

“¿La quieres?”.

“Pregunta de repente, abro los ojos mirando por encima de mi hombro y veo cómo sujeta su p$ne esplendorosa, grande y con el glande brillando por su pre seminal.

G!moteo de solo verla.

“¿Qué tanto?”, dice y me desespero.

“Vlad… por favor”; jadeo a punto de llorar.

Él niega una sonrisa con la cabeza. Inesperadamente, zurra mi trasero con fuerza.

“No me enojes de nuevo, cielo”, espeta con ronquez excitándome más.

“No lo haré”, respondo y él vuelve a zurrarme arrancándome un g$mido.

La piel de mi trasero arde y se siente palpitar igual que mi v%gina, mi cl!toris está moviéndose excitado y necesito su p$ne dentro de mí o me correré sin su permiso.

“Te correrás cuando te lo diga y las veces que yo quiera”, manifiesta, embistiéndome con fuerza con su p$ne enfurecida.

Mi v%gina se expande y la recibe por completo. Mis piernas tiemblan y mis g$midos desgarran mi garganta por lo fuerte que son. Vladimir sujeta mi cadera esponjando mi trasero y me da embates fuertes y salvajes. Siento que voy a desfallecer.

“Que bien se siente tu v%gina empapado”, manifiesta de manera sucia pero que ayuda a que me prenda más, pues amo las facetas de Vladimir unidas.

“Vladimir!”, g!mo enloquecida, él me llena una y otra vez.

Para enloquecerme más, posa su mano en mi monte de venus y comienza a estimular mi cl!toris, haciendo más imposible que pueda controlarme y quiera dejarme llevar por el org%smo que se avecina con intensidad.

“No… puedo… más”, jadeo a punto de sollozar.

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