Destinada a amarte -
Capítulo 116
Capítulo 116:
Despierto de sobresalto por la alarma encima del buró, estiro mi brazo para apagarla y busco con mis ojos cerrados el cuerpo de mi esposo, que no encuentro. Abro los ojos y vislumbro la cama vacía a mi lado, pero con su aroma aún en ella.
Bostezo estirando mis brazos y camino al baño para asearme. Cuando bajo vestida con ropa ejecutiva por más que aún no pueda asistir a mi compañía, escucho las vocecitas de los mellizos, pero no la de Vlad.
Llego al comedor para saludar a mis pequeños y beso sus mejillas.
“Buen día, mis pequeños”, saludo”.
“Príncipe y príncipe”, reitero al ver la coronita en la cabeza de Anastasia mientras que tiene una espada en la cintura y usa un vestido de princesa. Tomo asiento y Ofelia aparece.
“Buen día, Señora Valeria”.
“Buen día, Ofelia ¿Sabes dónde está mi esposo?”, pregunto, ella hace ademán de llenar mi taza con café y la detengo.
“Oh, disculpe”.
“Es que creo que no debería de tomar café”, menciono y ella abre los ojos con asombro y se ve muy feliz.
“Felicidades, Señora Valeria ¡Qué emoción!”, expresa con sinceridad, llevándome a sonreír.
“Primero me haré unas pruebas, quiero asegurarme”, reitero, Ofelia asiente.
“El Señor ha salido, le dejó esta nota”, anuncia entregándomela. La abro y arrugo mi cejo leyéndola.
«Cielo, tuve que salir temprano, no soporté verte desnuda a mi lado, quería hacerte mía de mil maneras posibles, pero, mi enojo sigue vigente como lo es tu castigo. Te ama, tu esposo deseoso y con abstinencia del cielo”.
Muerdo mi labio y junto mis piernas al sentir el calor invadirme por una simple nota. Suelto un suspiro ocultándola.
“Gracias, Ofelia. Comeremos y me quedaré con los pequeños hoy, jade Harrison vendrá”, anuncio, a lo que ella asiente de nuevo retirándose para dejarme con los mellizos que comienzan contarme sus sueños y algunas cosas más.
Los mellizos juegan en el jardín siendo vigilados por Ofelia. Mientras que Jade me espera al otro lado de la puerta del baño, a que termine de humedecer las pruebas de embarazo que trajo.
“¿Te lo habrías imaginado, embarazadas al mismo tiempo?”, pregunta llamando mi atención, me levanto del inodoro con una sonrisa y coloco las pruebas una al lado de la otra.
Abro la puerta y observo su rostro.
“La verdad es que no”, digo con sinceridad.
“Estoy muy emocionada, y asustada ¿Si sale negativo y solo me ilusioné como una tonta igual que a Vladimir? A parte está enojado conmigo y estoy frustrada sexualmente”, espeto junto a un resoplo.
Ella posa sus manos en mis hombros llevándome a encararla.
“Todo está bien, saldrá lo que tenga que salir, pero estoy cien por ciento segura de que lo estás. Te lo digo de; embarazada a embarazada, tu rostro brilla como cuando tuviste a los mellizos”, expresa y me hace sonreír.
“¿Y si el brillo es porque estoy enamorada?”.
Nunca lo había estado, en mi cuerpo no caben tantas emociones. Jade ríe.
“Hasta en tus ojos se forman unos corazones”, dice bromeando. Poso mis manos en mis mejillas y veo mi rostro en el espejo asustada, ella vuelve a reír.
“Tranquila, Val, de ti saldrán otros bebés gigantes”, acota.
Asiento dejando salir un suspiro y miro las pruebas.
“¿Ya? Mira qué sale”, alienta a que me acerque.
Me inclino”. Si estás embarazada eso se coloca de inmediato”, explica.
Las observo y todas marcan doble raya, cubro boca con asombro mirándola.
“¡Estás embarazada!”, exclama saltando de emoción.
“¡Estamos embarazadas!”, vuelve a gritar contagiándome su efusividad. Ambas nos abrazamos y lloriqueamos en medio de risas.
“Tendré otro bebé Novikov”, murmuro sin creérmelo aún.
“Podremos planear dar a luz en la misma habitación, sería fantástico”, suelta provocándome una carcajada.
“Te quiero tanto, Jade y tus ocurrencias,
“Y yo a ti, Val”, dice, acariciando mi cabello.
“Y como me quieres, vendrán tú y tu esposo hoy a celebrar mi compromiso, lo haremos en el mismo lugar donde tuvimos nuestro primer tocamiento indebido y pecaminoso”, expresa rápidamente.
“Sin negarte, además no podemos beber, así que, serán cocteles vírgenes. De eso no tenemos nada”, declara y esbozo una sonrisa.
“Tal vez así se le pase el enojo a tu esposo y te haga el amor en algún rincón del club”, agrega, convenciéndome por completo.
Termino de vestirme y en un alocado pensamiento, decidí colocarme el short de mezclilla que fue protagonista de la primera discusión que tuvimos. Luego de maquillarme y colocarme los tacones, busco una caja para guardar las pruebas de embarazo.
Con una sonrisa hurgo debajo de la cama, los burós y llego hasta la habitación oscura… el peluche de Zayn sobre la cama llama mi atención, me acerco a él y lo sostengo en mi mano con una sonrisa, misma que se me borra al ver un destello en uno de los ojos del peluche de felpa.
Arrugo mi entrecejo y miro con más detalle, mi corazón da una estocada al visualizar cómo lo ojos del oso son como unos lentes de cámara. Por el susto; lo lanzo lejos de mí.
‘¿Qué mi%rda?’ me cuestiono, corro hacia él de nuevo, y busco en su espalda a ver si tiene alguna costura, encuentro el hilo y lo jalo… este hace que se rasgue y meto la mano para tropezarme con unos cables y un… auricular.
Las manos me tiemblan mientras que mi corazón late con más fuerza.
‘Nos estuvo escuchando y viendo todo este tiempo’, pienso y el miedo me invade por completo.
Arranco los cables rompiéndolos por completo y piso con mi tacón el auricular destrozándolo.
‘No permitiré que vuelvas a acercarte a Vladimir, menos le harás daño a mis hijos, maldito psicópata’.
Decido ocultar toda evidencia para no alterar de nuevo a Vlad o hasta pensar en algo para decirle sobre esto, y salgo con el peluche en la mano para entregárselo a Teodora.
“Lo tendrá listo en un rato, el pequeño Zayn no puede verlo así”, dice y le agradezco.
Dejo salir un suspiro para caminar de vuelta a la habitación.
“Cielo… maldición, harás que pierda la poca cordura”.
La voz de Vladimir me detiene, giro para encontrarme con su semblante deseoso y sus ojos oscurecidos observándome de pies a cabeza, provocándome calor de inmediato.
“Hoy repartiré muchos golpes, porque los hombres mirarán con lujuria a mi esposa”, acota erizándome la piel.
Vlad se acerca a mí y mi cuerpo se estremece por su cercanía, sus dedos acarician mi mejilla y separo mis labios para soltar un jadeo. Estoy muy sensible, en todos los sentidos. Siento que me correría solo con un beso.
“Nadie me mira así, solo tú”, digo ante su comentario.
Sus ojos observan mis labios y él se remoja los suyos; hay mucha tensión entre nosotros.
“Cielo, no sabes lo hermosa, candente e inteligente que eres, todos quisieran tenerte a ti”.
“Pero, tú eres quien me tiene, grandote… y me gusta que sea así”, decreto sujetando su corbata para atraerlo a mí.
“¿Me quitarás el castigo o harás que te haga perder la poca resistencia? Soy buena jugando este juego”, acoto en sus labios dejándole sentir mi aliento caliente.
Su pecho se infla por una bocanada que toma.
“Valeria Morat Novikov… no sabes lo que estás tentando, no me cohibiré si pierdo la resistencia, te haré mía de una manera carnal, me marcaré en tu interior y me sentirás cada que camines, cielo”, advierte, abro mis ojos y mi v%gina se aprieta por esa lasciva advertencia que me pone a mil por hora.
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