Destinada a amarte -
Capítulo 113
Capítulo 113:
Pov Jade.
“¿Dejarás plantado a mi padre?”.
“Él entenderá cuando le diga que me quedé atrapado, además, tengo que buscar el anillo perfecto para ti”, comenta.
“Estás loco, Ford”.
“De eso no hay duda”, murmura provocándome un suspiro.
Llegan a auxiliar a Gideon, logran abrir las puertas para sacarlo y volver a colocar el ascensor en funcionamiento. Cuando sale, me ve con sus ojos llenos brillosos y corre hacia mí besando mis labios con intensidad.
“Hace un momento no sabía lo que éramos, y ahora soy tu prometida”, digo en sus labios aún sin creérmelo.
“El amor de mi vida y la madre de mis hijos”, reitera acariciando mi cabello.
“¿Todo está bien, necesitan algo más?”, pregunta uno de los bomberos.
“Creo que habrá un incendio en nuestra casa”, dice jocoso y abro mis ojos.
“¿Qué?”, espeta el bombero.
“Nada, Señor”, responde Gideon sujetando mi mano para hacernos entrar a la casa en medio de risas traviesas.
Pero detiene esas risas con sus labios sobre los míos empujando la puerta con la pierna.
“Mía, Harrison, hasta que la muerte nos separe”, musita y mi corazón se emociona.
“Te amo, Gideon”, digo y él me carga en sus brazos llevándome a la alcoba con sus besos pasionales.
Pov Valeria.
Respondo el mensaje de Jade, ante su preocupación también me dijo algo de que se va a casar cosa que me emociona saber con lujos y detalles. Coloco mis ojos hacia Tania quien mira emocionada a sus hijos que la miman y se conmocionan al verla finalmente despierta.
“Valeria, hermosa… acércate”, llama, pestañeo guardando mi celular y corto la distancia llegando al costado de su cama de hospital.
Tania sostiene mi mano dándome una sonrisa.
“Me alegra verte bien, Tania, nos tenías muy preocupados”, expreso con sinceridad.
“No podía dejar a mi familia, además, tengo que pasar tiempo con mis nietos, nadie podrá quitarme eso”, declara.
“¿Cómo has estado? La última vez que nos vimos Dmitry dijo una locura…”.
“¿Dónde está?”, pregunta.
“Debes descansar, cariño”, interrumpe Mikhail a Vladimir. Se acerca a su esposa besando su frente, ella sonríe mirándole.
“Solo porque realmente me siento cansada, y eso que estuve en coma”, dice con buen humor.
“Estoy feliz de que todos estén bien, solo que… estoy desconcertada, no sé qué sucedió”, comenta arrugando su cejo.
“Huego te explicaré todo”, menciona Mikhail para no preocupar o alterar a su esposa.
Todos nos despedimos de Tania para dejarla descansar y cuando me alejo de ella, sostiene mi mano deteniéndome. La miro con sorpresa.
“Quiero que sepas que no me arrepiento de haberme cruzado en tu camino, de lo contrario, seguro te hubiéramos perdido, Vladimir te hubiera perdido y mi hijo no podría vivir con eso”, anuncia y el nudo en mi garganta se coloca incómodo.
“Gracias, Tania. Pero, nadie perderá a nadie, te lo aseguro”, murmuro acariciando sus nudillos para compartir la misma sonrisa que tiene en sus comisuras.
Cuando salimos del hospital, Mikhail palmea la espalda de Vlad y los hijos menores de los Novikov se despiden de mí con un abrazo.
“Finalmente podremos ser felices”, anuncia Katia, observo su semblante y asiento”. Feliz cumpleaños, hermano”, dice hacia Vlad.
“Sí, feliz cumpleaños. Te hemos eniado nuestros regalos a tu casa, como siempre evitas ser celebrado, pero, no aceptamos devolución comenta Simón.
“Si quieren pueden ir a la casa, Anastasia y yo hicimos un pastel”, propongo.
“Podremos celebrar luego, creo que Vlad quiere estar contigo y sus hijos, le entiendo”, dice Mikhail.
“Gracias, Valeria”, murmura abrazándome.
Vlad permanece en silencio posando su mano en mi espalda baja y eriza mi piel levándome a mirarle.
“Quiero regresar a celebrar mi cumpleaños contigo y los mellizos, mi hermosa esposa”, dice.
Él sostiene mi mano y Dante nos abre la puerta del auto para que nos adentremos,
Cuando nos encontramos en el interior, los besos hacen que la temperatura aumente en desmedida. Me subo sobre él a horcajadas, pero, para mí mala suerte esta vez no tengo vestido o falda. Vlad gruñe en mis labios aguantándose cuando presiona sus manos de mi trasero y siento su p$ne endurecida debajo de mí.
Dejo salir un jadeo sonriendo para él mientras acaricio su cabello.
“No puedo imaginarme la vida sin ti, ¿Qué has hecho conmigo?”, pregunta conmocionado y arruga su cejo.
“¿Adorarte? ¿Amarte? Se me ocurren muchas cosas”, expreso juguetona.
“De verdad, cielo… nunca imaginé que adoraría a alguien como lo hago contigo, también pensé que no sería querido por nadie”, detengo mi acariciar para mirarle.
“Pues te equivocaste totalmente, cariño. Eres una persona que me es fácil de amar, desde que te vi, me asusté por lo que sentí, pero, ese miedo desapareció cuando volví a verte… entendí que, mi miedo era no volver a sentir eso tan intenso, y lo vuelvo a sentir cada que te veo”, manifiesto y sus ojos me observan con asombro,
“Oh, Dios, cielo mío”, murmura envolviéndome en sus brazos grandes y fuertes. Mis labios vuelven a los suyos; con su suavidad y sabor a almizcle me deliro.
Antes de entrar a la casa, Ofelia nos recibe con una sonrisa de complicidad. Detengo a Vladimir y él me mira desconcertado.
“Cierra los ojos”, ordeno.
“¿Qué estás planeando?”.
“Ya verás, es una sorpresa”, digo, él termina haciéndome caso y cierra los ojos. Sostengo su mano.
“No hagas trampa, o serás castigado”, advierto juguetona.
“¿Eso es malo o bueno? Porque amo tus castigos”, declara divertido, niego con la cabeza una sonrisa.
Ofelia abre la puerta para nosotros y lo guío al interior, observo la decoración de cumpleaños junto a otra tarta grande de fresas, los mellizos nos ven y se emocionan.
“Ahora ábrelos”, digo observándole. Él lo hace.
“¡Feliz cumpleaños, papi!”, exclaman los pequeños corriendo hacia él. Ofelia y Teodora hacen explotar la fanfarria para celebrar.
Los ojos de Vladimir brillan de conmoción al ver la sorpresa, y él me observa sorprendido.
“Esto es… hermoso ““murmura, mis ojos se escuecen al ver a su niño interior emocionarse por esto.
“Feliz cumpleaños, grandote”, digo. Él alza en sus brazos a los mellizos que lo felicitan y se acerca a mí.
“Gracias, cielo”, manifiesta con intensidad para besar mis labios dulcemente. Mi corazón palpita con fuerza.
“Te amo, Novikov”, susurro y sus ojos se abren de par en par, como si nunca hubiera escuchado esas dos palabras de forma sincera.
Él aclara su garganta y los mellizos roban su atención, le obligan a correr hacia el pastel y a la pista de baile que preparamos.
Me cruzo de brazos sonriendo para mirarlo ser un excelente padre con los pequeños. Dejo salir un suspiro con cierta duda, acaricio mi vientre y paso saliva. Aún no sé cómo tomará la noticia de que podríamos ser padres de nuevo.
“Esto es muy lindo, Valeria. El Señor nunca celebró sus cumpleaños y veo la emoción en su rostro”, expresa Ofelia con sinceridad.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar